Avaros cognitivos, personas que prefieren no pensar

Avaros cognitivos, personas que prefieren no pensar

Todos, unos más y otros menos, somos unos avaros cognitivos. Vivimos en un mundo complejo e incierto que cambia constantemente. Cada día nos enfrentamos a tantos estímulos y variables a considerar que es perfectamente comprensible que nuestro cerebro tome atajos seleccionando la información que mejor se adapta a nuestras creencias. Entonces no tenemos que hacer mucho esfuerzo mental. Pero la pereza mental tiene consecuencias. Y estos no son exactamente positivos.

¿Qué es la avaricia cognitiva?                             

En 1984, los psicólogos Susan Fiske y Shelley Taylor propusieron por primera vez el concepto de avaro cognitivo. Lo utilizaron para definir "aquellas personas que tienen una capacidad limitada para procesar información, por lo que toman atajos siempre que pueden".



Pero lo cierto es que todos somos tacaños cognitivos en determinados momentos porque tenemos tendencia a elegir los caminos más cortos de la vida diaria. En lugar de actuar como científicos racionales sopesando cuidadosamente los costos y beneficios de diferentes oportunidades, probando hipótesis o actualizando expectativas y conclusiones basadas en los resultados, simplemente nos entregamos a la pereza cognitiva eligiendo la salida más fácil.

Obviamente, es más probable que usemos atajos mentales cuando nos enfrentamos a situaciones inciertas y complejas o cuando sabemos poco sobre lo que está sucediendo. En estos casos, intentamos simplificar el problema. Nos guiamos por un principio fundamental: ahorrar la mayor cantidad de energía mental posible, incluso en aquellas situaciones en las que sería necesario "usar la cabeza".

El camino que recorren los avaros cognitivos

Los avaros cognitivos tienden a actuar de dos maneras: ignorando información para reducir la carga cognitiva o sobreestimando algunos datos para que no tengan que buscar o procesar información diferente que pueda socavar sus creencias y suposiciones. Por lo tanto, son particularmente propensos al sesgo de confirmación.



En la práctica, el avaro cognitivo tiene tendencia a buscar, enfocar y favorecer información que confirme sus creencias o hipótesis, dando un valor excesivo a esos datos, ignorando los detalles que pueden contradecir sus ideas, simplemente porque evaluarlos implica un mayor esfuerzo mental.

Los avaros cognitivos, en lugar de buscar en toda la evidencia relacionada con el problema o decisión que tienen que tomar, se centran en la información que sustenta su hipótesis o alternativa inicial, ignorando o disminuyendo el valor de los datos conflictivos o discordantes. Por lo tanto, inician un proceso de búsqueda de información parcial que les impide ver el problema de manera integral.

También tienden a interpretar la información de forma parcial, dando más relevancia a los datos que sustentan sus teorías y cosmovisión. Como resultado de este pensamiento no racional, terminan construyendo patrones mentales poco adaptables que no coinciden con la realidad o desarrollando estereotipos que se vuelven autolimitantes.

Las consecuencias de la avaricia cognitiva

Pensar poco nos hace menos racionales y más propensos a caer en las trampas de los estereotipos y prejuicios. Este desconocimiento y, sobre todo, el desconocimiento motivado, dan lugar a una visión del mundo parcial y poco racional que nos impide comportarnos de forma adaptativa.

Tomar atajos mentales puede ser conveniente cuando caminamos por la calle porque nuestra mente no es capaz de procesar todos los estímulos que nos llegan, pero hacerlo ante problemas importantes y complejos en la vida nos lleva a tomar malas decisiones.

Cuando somos incapaces de hacernos una idea general del problema al que nos enfrentamos y verlo de forma parcial y polarizada, es probable que ignoremos las variables relevantes y tomemos decisiones apresuradas de las que luego nos arrepentiremos.


Otro efecto de la avaricia cognitiva es que disminuye nuestra capacidad para evaluar correctamente los riesgos. Cuando aplicamos atajos cognitivos, pasamos por alto datos importantes, pequeñas señales que nos ayudan a comprender cómo una serie de errores pueden tener efectos catastróficos. Como resultado de esta ceguera cognitiva, es menos probable que aprendamos nuestra lección para el futuro.


Encerrados en la cámara de resonancia que nos hemos construido, no vemos el mundo con claridad, pero nos limitamos a fortalecer nuestras creencias, estereotipos y prejuicios, manteniéndolos en un sistema cerrado a salvo de posibles negaciones.

Deja de ser un avaro cognitivo

En 2013, investigadores del Centro Nacional Francés de Investigación Científica plantearon esta pregunta a 248 estudiantes universitarios: “Un palo y una pelota juntos cuestan $ 1,10. El bate cuesta $ 1 más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota? "

Sin pensarlo demasiado, la mayoría de los asistentes respondió que el bate cuesta $ 1 mientras que la pelota sola cuesta 10 centavos. ¡No es tan! La pelota cuesta 5 centavos y el bate cuesta $ 1,05.

El 79% de los participantes tomó un atajo mental. No se molestaron en pensar y realizar la simple operación matemática. Sin embargo, el hecho curioso es que la mayoría de las personas admitieron que no estaban seguras de su respuesta. En cierto modo, sabían que se habían comportado como avaros cognitivos.


En la vida real, estos atajos cognitivos son más difíciles de detectar, pero vale la pena prestar más atención a nuestra intuición. Si no estamos muy seguros de una decisión importante que hemos tomado a la ligera, probablemente nuestro inconsciente nos advierte que hemos sido cognitivamente tacaños.

Otra forma de sortear los atajos mentales es detenerse y preguntarse si realmente hemos evaluado todas las variables posibles o si hemos analizado la situación con la mente abierta. Fiske explicó que cuando estamos preocupados o distraídos, tenemos menos espacio mental para pensar con cuidado. Por el contrario, cuando reanudamos nuestra rutina y nos sentimos tranquilos, tendemos a pensar de manera más racional, cautelosa y abierta.

En cualquier caso, debemos ser conscientes de que los atajos mentales pueden ser tanto racionales como irracionales. Son racionales cuando nos ayudan a tomar decisiones rápidas en contextos de emergencia, pero son irracionales cuando nos empujan a ignorar toda la información que contradice nuestro punto de vista y nos ayuda a formarnos una imagen más fiel de la realidad en situaciones en las que tenemos suficiente. tiempo para reflexionar sobre los próximos pasos.


No debemos olvidar que "las personas inteligentes creen cosas extrañas porque han estado preparadas para defender las creencias a las que han llegado por razones poco inteligentes", como dijo Michael Shermer.

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