Expresar ira: ¿Por qué no puedo?

Expresar ira: ¿Por qué no puedo?

¿Le resulta difícil expresar la ira? He aquí cómo superar este bloque.

Expresar ira: ¿Por qué no puedo?

Última actualización: 29 de junio de 2020

¿Te resulta difícil estar enojado? Si tu respuesta es "Yo nunca me enfado", no eres muy creíble. Un psicólogo a menudo escucha a sus pacientes decir que no pueden expresar la ira.; incluso hay quienes se engañan a sí mismos y están convencidos de que no están enojados, aunque lo estén.


Varios estudios han demostrado que la ira contiene componentes culturales, pero sigue siendo un sentimiento normal. Es parte de nuestro proceso de aprendizaje: enojarnos nos ayuda a crecer emocionalmente.


En este sentido, cuando perdemos los estribos, el uso que hacemos de la ira es importante. Saber expresar la decepción es necesario para una buena salud emocional y para el bienestar psicológico.

Veamos algunas de las razones por las que no podemos expresar esta emoción. Lo haremos a partir de las frases que más escuchamos en psicoterapia. Comprender lo que esconde cada una de estas declaraciones es un buen punto de partida para superar el bloque.

¿Cuáles son las razones por las que no podemos expresar la ira?

"No puedo expresar mi enfado porque no sé cómo hacerlo"

Detrás de una declaración de este tipo suele haber una falta de asertividad. Esto puede indicar que:

  • Tenemos miedo de decir lo que pensamos, especialmente si creemos que vamos "contracorriente".
  • No puedes mantener el control.
  • Temes un bloqueo cuando llega el momento de comunicar tus ideas.

Sobre asertividad podemos encontrar muchos libros, pero sus contenidos son raramente aplicados. Para expresar la ira, primero debes aclararte: "¿A qué me refiero, qué siento y cómo quiero hacérselo saber a los que tengo delante?".



La preparación es la clave del éxito. Imagina tu ira como un objeto fuera de tu cuerpo. Externalizar, objetivar el miedo o la ansiedad. Pregúntate: ¿Para qué es mi ira?

En este caso, no poder expresar la ira es una cuestión de inseguridad., dudan de que puedan tomar el asunto en sus propias manos. El riesgo, sin embargo, es perder la oportunidad de aclarar los propios sentimientos.

“No puedo expresar mi enfado porque en el fondo sé que no tengo motivos para enfadarme”

La primera pregunta que tenemos que hacernos en este caso es: "¿Qué me está diciendo la ira?". Es muy importante llegar a la raíz. Si nos enojamos por egoísmo o "sin razón", simplemente porque las cosas no salen como queremos, es normal que sea difícil de expresar.

Sabemos que, después de todo, no tenemos motivos para expresar nuestro enfado, así que evitemos hacerlo. No expresar la ira en estas circunstancias es un mecanismo de protección del riesgo de quedar en ridículo o tener que arrepentirse de lo que uno dice o hace.

Lo ideal, sin embargo, sería preguntarse por la verdadera razón por la que uno siente esta emoción. Es fácil comprender que la estrategia debe ser la siguiente: me enfado, no digo nada, analizo, y si tengo razones claras o acertadas para enfadarme digo lo que pienso.

Si tratamos de analizar las razones del malestar, y estas realmente existen, esto nos dará la fuerza y ​​la seguridad para exteriorizar lo que llevamos dentro. 


"Cuando expreso mi ira, me siento culpable"

Si realmente tienes motivos para enojarte pero luego te sientes culpable, algo anda mal. Es decir, tienes que aceptar que alterarte no te hace mejor o peor persona. El punto es encontrar la forma más productiva y adecuada de expresarlo.



En este caso tienes que trabajar un poco en la autoestima: el pensamiento dominante (que le impide expresar la ira) es “mi ira no es tan importante, es mejor callar.

Sin embargo, todo lo que sientes es lo suficientemente importante como para que tengas que aceptarlo y transmitirlo a los demás. De hecho, tienes la responsabilidad de comunicárselo a quienes tienes delante, sin tener que sentirte culpable.

También el sentimiento de culpa es un sentimiento fácil de manejar, porque nos deja anclados en la “dimensión del no hacer”, en la inmovilidad. La mejor interpretación que podemos dar a tal reacción es: “mi enfado hay que transmitirlo y si lo hago bien, tengo todo el derecho a hacerlo”.

"Aunque exprese mi ira, es inútil, todo sigue igual"

En este punto, nos encontramos ante una situación de indefensión aprendida. Es posible que hayas aprendido que, hagas lo que hagas, no podrás cambiar la situación y seguirás sufriendo.

Si te identificas con este pensamiento, debes ponerte manos a la obra. Puede ser necesario dar un zarpazo y cambiar algo en el entorno que te rodea, en la pareja, en la familia o en el trabajo.


El psicólogo Martin Seligman explica lo perjudicial que es la indefensión aprendida: nos desgasta psicológicamente y socava, día a día, nuestra capacidad de cambiar y hacer crecer a las personas.

En primer lugar, por lo tanto, debe validar los motivos de la ira, entender si están justificados o no, y evalúe si está expresando su enojo de manera correcta y cortés. Tras completar todas estas tareas, ha llegado el momento de afrontar la indefensión aprendida, de hacer un trabajo sobre ti mismo: no te arrepentirás.

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