La belleza del optimismo

La belleza del optimismo

La belleza del optimismo

Última actualización: 17 de junio de 2015

La belleza y el optimismo son dos conceptos diferentes, aunque te parezcan similares. El optimismo no siempre conduce a una felicidad clara: lo que hace es inundar de paz interior el cuerpo y la mente de quien lo practica. Esto, posteriormente, aporta una belleza serena que ilumina el rostro y el alma. Hay muchas ocasiones en la vida que nos pueden hacer felices, como el nacimiento de un hijo, el matrimonio, el enamoramiento o la graduación; sin embargo, esto no quiere decir que la persona alegre sea optimista: simplemente está disfrutando de ese momento de felicidad que le ha sucedido (o que se ha merecido).



La diferencia siempre se nota cuando la vida no nos sonríe; cuando ocurre una tragedia, una desgracia o una mala noticia: este es el momento en que se destaca la personalidad de un optimista y se reconoce la del pesimista, que probablemente sonreía cuando las cosas iban bien. Ante esta situación, el optimista se entristecerá, porque no es un robot, pero no se desesperará, porque podrá vencer el desánimo o el abandono (dos características asociadas a la fealdad, tanto externa como interna).

También se puede decir que hay dos tipos de personas: las que confían en sí mismas y en los demás y las que desconfían de todos, ni siquiera confían en sus capacidades y actitudes. Gente del primer tipo son simpáticos, divertidos, serenos, simpáticos, nos gusta hablar con ellos y tienen una personalidad simpática que va mucho más allá de su apariencia física. Las personas de la segunda categoría son todo lo contrario: no son estimulantes para una conversación, nos inculcan un sentimiento de rechazo sin motivo aparente, nos parecen falsos, etc.



¿Ser optimista es lo mismo que ser ingenuo?

Muchos confunden estos dos conceptos basándose en que quienes son demasiado optimistas, no ven las cosas como realmente son. Si una persona es optimista por el hecho de ser rica, encantadora, con un buen trabajo y/o una buena educación, entonces probablemente esté viviendo en una realidad construida. Como dijimos antes, si algo malo pasara en su existencia perfecta, y dejaran de ser optimistas comenzarían a sentirse abatidos, maltratados, solos, etc.

Pero volviendo a la similitud entre optimismo e ingenuidad, hay que decir que estos dos aspectos pueden estar relacionados, o pueden no estarlo. Quizás, mirando a alguien que es especialmente positivo sobre su futuro o carrera profesional, pensarás que es muy ingenuo, que no ve las cosas con la perspectiva adecuada o que vive con la cabeza en las nubes.. Su confianza es tan grande que hace vacilar hasta al más pesimista de este mundo; esto no quiere decir que esa persona sea ingenua o inocente, es solo que ve las cosas con otros ojos.

Por ejemplo, seguro que es un ingenuo aquel optimista en exceso que cree que el médico siempre le dirá que lo encuentra sano y que lo curará de todas las enfermedades existentes, por graves que sean. En este caso, sería realista pensar que el médico es excelente y le ofrecerá el mejor tratamiento posible, pero esa recuperación dependerá de varios factores.

Optimismo versus pesimismo

Una persona optimista sabe esperar, pensar y desear y actuar en consecuencia para que sus sueños se hagan realidad.; siempre imagina lo mejor, pero al mismo tiempo sabe aceptar hechos negativos o inesperados. Tiene una mayor capacidad de reacción ante las dificultades de la vida, porque sabe ver el lado positivo donde los demás sólo ven desolación, miedo, tristeza y escasez de oportunidades.



Ser optimista cuando la vida está en auge es demasiado fácil, porque este momento de suerte puede terminar y así borrar el sentimiento de positividad. Un Optimista con “o” mayúscula es aquel que, aún después de fallar repetidamente, se levanta y mira hacia adelante, con la frente en alto y con un nuevo bagaje de experiencia. Es capaz de relacionar lo que le sucede con lo que podría suceder en el futuro.


El pesimismo, por su parte, caracteriza a muchas personas por dos factores principales: en primer lugar, porque les cuesta ver la realidad de las situaciones o no pueden resolver las dificultades como les gustaría; en segundo lugar, porque tienen un problema interno y por eso siempre se analizan a sí mismos con un sentido negativo, crítico, quejumbroso y contradictorio.

Poder ver la realidad en una situación es bastante complejo y no todos pueden. Siempre está la influencia de ese factor subjetivo que no nos permite analizar correctamente las cosas que suceden: la perspectiva personal nunca puede ser objetiva y es justo que no lo sea. Sin embargo, el optimista podrá ver el vaso medio lleno y el pesimista lo verá medio vacío. Nada más y nada menos.

La belleza del optimista brilla en su rostro, en su cuerpo y en su forma de hablar con los demás; irradia una maravillosa positividad que hace que todos se sientan bien cuando están al lado de esa persona. No es una cuestión de estética, sino de actitud.. Practica el optimismo incluso en los peores momentos de tu vida y obtendrás todo tipo de beneficios, tanto internos como externos.


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