Los malos vecinos son peores que los dolores de cabeza

Los malos vecinos son peores que los dolores de cabeza

Los malos vecinos son peores que los dolores de cabeza

Última actualización: 05 2017 noviembre

Tener malos vecinos es una pesadilla que nadie querría que se hiciera realidad. Con la proliferación de condominios y sistemas de cohabitación, los problemas entre vecinos comenzaron a crecer. Este es un asunto que no debe tomarse a la ligera: en algunos casos extremos ha llegado incluso al asesinato.

Hay situaciones en las que estalla una verdadera lucha sin cuartel. Los motivos del conflicto pueden ser muchos: una pared demasiado húmeda, el volumen alto de la música, una mascota que molesta… la menor tontería puede desembocar en un enfrentamiento que nadie sabe cómo podría acabar.



Los incidentes de acoso entre vecinos se han vuelto tan frecuentes que la psicología ha acuñado el término "bloqueo" para ellos., con un significado similar al de bullying o mobbing. En otras palabras, violencia, intolerancia visceral hacia el prójimo.

 "No te quejes de la nieve en el techo de tu vecino si aún no la has limpiado de tu puerta".

-Confucio-

Conflictos entre vecinos

La razón de fondo de un conflicto entre vecinos puede resultar una tontería; lo que sigue, sin embargo, no debe tomarse a la ligera. Es fácil para las personas involucradas involucrarse en una lucha de poder: cada uno cree tener el derecho de imponer su propio criterio al otro. No hay la menor intención de negociar, lo único que importa es haber ganado.

En muchas comunidades o condominios prevalece un ambiente de intriga y conspiración. Se forman núcleos que actúan como pequeñas bandas. Las charlas, chismes y rumores del barrio pululan: “El tipo pide alcohol a domicilio todos los días… No quiero imaginarme quién es”; "Gaius llega a casa con una mujer diferente cada noche"... Pareciera que el mero hecho de compartir un conjunto habitacional da derecho a algunos a meter las narices en los asuntos ajenos.



Es un paso corto del chisme al conflicto. No es raro que los vecinos que no se llevan bien terminen acusándose mutuamente de daños, robos, etc. El primer sentimiento que asoma en estos casos es la desconfianza, el recelo. La idea del prójimo visto como una persona entre un compañero y un amigo, de quien se puede esperar solidaridad en todo caso, está lejos de serlo. La idea de que un conflicto puede resolverse entre vecinos sin declarar la guerra abierta también está muy lejos.

Malos vecinos: privacidad y espacios comunes

Casi nadie se da a elegir a sus vecinos. Vienen y van como una cuestión de azar. Es cierto que a menudo tienen muchas cosas en común: si viven en el mismo edificio, pertenecen a la misma clase social y ciertamente tienen hábitos similares. Sin embargo, algunas personas no se conforman con observar a los demás desde la distancia. Quieren entrometerse a toda costa en su vida y decirles cómo se debe vivir. Otros, en cambio, simplemente no aceptan que los vecinos vivan como viven.

Si alguien escucha música a todo volumen cuando el reloj marca las 2 am, es natural que los vecinos se molesten. Lo que no es normal es que no toleren que una persona clave un clavo para colgar un cuadro, a plena luz del día y en su apartamento. No hay forma de hacer esto con el silenciador, y aunque puede ser molesto, no es tan malo como para querer declarar la guerra. Tampoco es normal que el descuido de un propietario acabe con un animal envenenado o la eliminación sistemática de residuos en la puerta de su casa.


Por increíble que parezca, cosas como esta suceden todos los días en complejos donde las paredes separan un apartamento de otro. Ya no es como antes, cuando cada uno vivía en su propia casa y molestar a los demás era más difícil. Ahora no es raro que una discusión en el dormitorio de uno tenga espectadores al otro lado de la pared. La línea que distingue la vida privada de la vida pública ya no es clara y delineada.



Sentimos que nuestro hogar es cada vez más fácilmente invadido por la mirada ajena, por su oído, por sus actos. Todo esto exaspera. Después de todo, a cualquiera le gustaría tener la oportunidad de hacer lo que quiera en su propia casa, sin ser juzgado por ello. Es más difícil hoy en día, ya menudo simplemente imposible.


Ciertamente esta situación da lugar a conflictos que a su vez dan lugar a conflictos. Sin embargo, antes de que la situación se convierta en un infierno, lo mejor que se puede hacer es emprender una diálogo sincero y maduro, a menudo la única forma de evitar un desacuerdo. En cualquier caso, antes de declararse la guerra o mudarse de casa, siempre merece la pena intentarlo.

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