¿Qué clase de procrastinador eres?

¿Qué clase de procrastinador eres?

Procrastinators es un mundo muy estimulante, nada aburrido.

Quienes forman parte de ella contribuyen, con su propio carácter y sus hábitos, a darle a cada uno un matiz diferente y hacerlo interesante y variado.

El aplazamiento constante del procrastinador de hecho, responde a mecanismos psicológicos que son al mismo tiempo:

  • Muy fuerte y preciso: es decir, no procrastina por casualidad, sino como consecuencia de razones profundas, inherentes a nuestra forma de pensar. 
  • Muy diferentes entre sí: el resultado puede ser el mismo, pero las situaciones en las que lo hacemos y las razones por las que postergamos son a menudo profundamente diferentes (para descubrir algunas, vaya a este artículo)

Aunque cada procrastinador es, por tanto, algo a su manera, podemos distinguir, dentro de esta definición general, algunos categorías típicas.



En mi manual dedicado a cómo ganar el aplazamiento he identificado 5 principales:

  • el perezoso
  • el inseguro
  • el perfeccionista
  • ocupado
  • el cobarde

Veámoslos uno por uno.

 # 1. EL PROCRASTINADOR PEREZOSO

Las personas que entran en esta categoría se activan solo en el último momento, cuando los compromisos adquiridos el sabor adrenalínico de la emergencia.

En la fase de inactividad, algunos confían en que todo irá bien y que un poco de tiempo es suficiente para hacer lo que se han propuesto.

En otros, por otro lado, una preocupación vaga abre espacio, pero es rápidamente ahuyentada por un pensamiento más agradable y una actividad más satisfactoria, que en la mayoría de los casos no hace nada.


Detrás de esta actitud hay cierta superficialidad y tendencia a minimizar los problemas que les conciernen: como si la escuela, el trabajo u otras actividades no fueran tan importantes como para merecer su mejor esfuerzo.


A menudo, el procrastinador perezoso también es propenso a sobreestimarse a sí mismo y vive con la ilusión de poder arreglárselas en el último minuto sin demasiados problemas.

Quizás, ya que en el pasado recuperó el tiempo perdido gracias a la habilidad y la suerte, piensa que esa condición de gracia lo acompañará para siempre.

Pero si en algunos casos esto puede suceder, en muchos otros las cosas son diferentes.

De hecho, el tiempo restante suele ser demasiado corto para completar la tarea establecida.

Por no hablar de que moverse con prisa, en el último momento, puede llevar a hacer las cosas mal, con cierta negligencia y malos resultados.

Un ejemplo típico de este tipo de procrastinador son aquellos alumnos que, al final, aprueban el examen más o menos siempre, gracias a un poco de suerte y algunos giros y vueltas de las noches en los libros.

De una forma u otra incluso llegan a graduarse, pero con resultados por debajo de sus capacidades.

A largo plazo, este tipo de personas corren el riesgo de:

  • Me estoy cansando mucho más que los demás, precisamente por el compromiso necesario para recuperar los largos periodos de inactividad.
  • Viviendo arrepentido de lo que pudieron haber hecho y lo que no hicieron.

En resumen, el procrastinador perezoso, incluso cuando tiene éxito, nunca expresa plenamente su potencial.


Y esto es una verdadera lástima.

Qué hacer cuando se encuentra en esta situación: acostúmbrese a anticipar sus plazos, quizás utilizando a otros como estímulo.

Por ejemplo, si tienes el examen el día 20 del mes, prepáralo con un compañero que quiera estar listo para el día 10.

Si está trabajando en un proyecto que debe entregarse un viernes, prometa que lo enviará el miércoles.


Hacer este tipo de compromisos con otras personas te ayudará a compensar la baja responsabilidad que a veces te muestras a ti mismo!

# 2. EL PROCRASTINADOR INSEGURO

A diferencia del caso anterior, aquí no hay un acercamiento superficial al trabajo a realizar, al contrario, es exactamente lo contrario.

El procrastinador inseguro ve el compromiso que le espera como una montaña insuperable, un obstáculo demasiado difícil e insidioso de superar.

También habría intención de afrontarlo, pero hay una gran sensación de inseguridad para frustrar cualquier tipo de iniciativa. miedo al juicio y al fracaso de otras personas.

De hecho, el procrastinador inseguro vive con el miedo constante al fracaso, y esto ciertamente no lo ayuda a hacer frente a sus deberes.

En la raíz suele haber una baja autoestima, lo que le lleva a pensar que nunca podrá lograr algo. Y luego vuelve al infinito, aterrorizado de decepcionarse a sí mismo y a los que le rodean.

Por otro lado, solo aquellos que cometen errores. Y por lo tanto, si no lo hace, no puede estar equivocado.


Al final, como era de esperar, el procrastinador inseguro termina atascado e deja todo en total quietud.

Las pocas veces que logra hacer algo, lo hace con una ansiedad y un tormento verdaderamente excesivos.

Ejemplos típicos de estas dinámicas son cuando es necesario iniciar una dieta muy larga, o recuperar sesiones de exámenes enteras, o enderezar situaciones laborales que ahora parecen completamente comprometidas.

El objetivo final parece tan grande y difícil que bloquea por completo cualquier iniciativa.

Qué hacer cuando se encuentra en esta situación:  aprende a dividir sus metas en muchas partes, de tal manera que:


  • te darán menos temor
  • Obtendrá pequeños éxitos intermedios que aumentarán su autoestima y la confianza de que lo logrará.

# 3. EL PERFECCIONISTA PROCRASTINADOR

Una categoría común de procrastinadores es la de perfeccionistas.

El problema de estas personas está relacionado con expectativas demasiado altas que tienen de sí mismos. Nunca se permiten cometer un error, dar un paso en falso, y su vida debe ser una exhibición continua de desempeño de alto nivel.

Este deseo de hacerlo siempre bien, de ser siempre impecable, los lleva a nunca sentirse lo suficientemente preparados para abordar obligaciones y plazos.

Si hay un margen, aunque sea mínimo, de inseguridad, prefieren posponer y luchar para llenar el vacío que los separa de la perfección absoluta.

El resultado es que cuando llega el momento de actuar, dudan demasiado y no se atreven, no lo intentan, no saltan.

A menudo, en la raíz de esta actitud, hay problemas de autoestima similares a los del procrastinador inseguro, solo que se detiene antes de comenzar, mientras que el perfeccionista antes de terminar.

Los ejemplos clásicos del procrastinador perfeccionista son:

  • el estudiante que sigue posponiendo la fecha del examen
  • el escritor que siempre revisa el mismo manuscrito durante años
  • el aspirante a bloguero que nunca se conecta
  • en general todos los que no pueden sacar sus sueños del famoso cajón

La filosofía detrás de esta actitud es "todo o nada" y la frase que se repite con mayor frecuencia en estos casos es, no hace falta decirlo: "todavía no estoy listo".

Qué hacer cuando se encuentra en esta situación: Acepte que el fracaso siempre es posible, porque no todas las variables siempre estarán bajo control.

Y recuerda que solo tenemos una vida, no la gastes esperando a Godot. 

# 4. EL PROCRASTINADOR OCUPADO

Este tipo de procrastinador aparece, a simple vista, dinámico, decidido, entusiasta y curioso.

Él es la persona típica que nunca se retracta de un proyecto y responde con entusiasmo a nuevos estímulos y propuestas interesantes.

Gran frecuentador de cursos en línea, compra libros, anota ideas y se documenta con entusiasmo en Internet.

Lástima, sin embargo, que sus impulsos nunca lleguen a algo concreto y, de hecho, se desinflen con la misma velocidad con la que nacieron. Tan pronto como llegue a la fase práctica, de hecho, este tipo de procrastinador se echa atrás, resiste y pierde todo interés inicial.

Su compromiso se limita solo a la fase en la que puede fantasear y dar rienda suelta a su imaginación. La siguiente etapa, aquella en la que pones a prueba tus límites y te enfrentas a los primeros obstáculos, lo hace huir.

Si alguna vez has jugado con niños de 1 a 2 años, habrás notado lo fácil que es llamar su atención agitando un objeto brillante frente a sus ojos.

Y como, con la misma facilidad, puede distraerlos de ese objeto sacudiendo a otro.

Es lo mismo que le sucede al ocupado procrastinador, que se mueve con entusiasmo de un proyecto a otro sin nunca terminar nada.

Y de hecho los británicos han acuñado una definición muy adecuada para este tipo de actitud: "síndrome del objeto brillante ”: el síndrome del objeto brillante.

Qué hacer cuando se encuentra en esta situación: antes de embarcarse en un nuevo proyecto, debe aprender a detenerse por un momento y considerar seriamente si realmente está quieres, puedes y vale la pena llevarlo a cabo.

Una volte solo necesitas dormir una noche o cuenta hasta diez para evitar embarcarte en cosas que, a la larga, te interesan solo superficialmente.

# 5. EL PROCRASTINADOR FIFONE

Los que pertenecen a esta categoría sobre todo posponen situaciones incómodas, que los hacen sentir incómodos y los obligan a lidiar con sus nervios expuestos.

No les gusta escuchar la verdad, ni siquiera de ellos mismos, por lo que no hacen más que posponer, engañándose así para escapar de ese momento.

El ejemplo clásico es el hombre sedentario lleno de dolencias que, por temor a recibir un sermón del médico, sigue posponiendo la visita establecido meses antes.

Por no hablar de aquellos que, poniendo excusas tras excusas, posponen el temido enfrentamiento con el contable porque saben que hay gastos extra a la vista.

O finalmente quien, mientras no va por meses, simplemente no puedo hacer una llamada telefónica para cancelar su membresía de gimnasio o clase de música.

En todos estos casos, lo que da miedo es simplemente confrontar o admitir en voz alta una verdad que se conoce demasiado bien.

El aspecto interesante de esta categoría es que a menudo, quienes forman parte de ella, se destaca por la puntualidad y confiabilidad en muchos otros contextos, como el empresarial.

El procrastinador cobarde puede ser, en este sentido, una verdadera paradoja.

Enfrenta tareas largas y difíciles sin problemas, pero se detiene frente a basura que tarda de 5 minutos a dos horas: hacer una llamada telefónica, hacer un examen de laboratorio, escribir un correo electrónico.

Qué hacer cuando se encuentra en esta situación: tienes que aprender a salir de tu zona de confort, quizás haciendo una lista escrita de estas pequeñas actividades y dejándola a la vista en tu escritorio o en el espejo del baño.

Al final, la incomodidad de tener que lidiar con esa lista cada mañana será más fuerte que la incomodidad que sientes haciendo las cosas que están escritas en ella, y así que uno tras otro los irás cumpliendo.

TODOS SOMOS PROCRASTINADORES

Nunca he conocido a nadie que, al menos en algún aspecto de la vida, no tenga la tendencia a posponer más de lo que se necesitaría.

Sin embargo, lo importante es identificar cuál es la tendencia de uno y tomar conciencia de los patrones de comportamiento de los que somos víctimas.

Una vez que haya identificado nuestros comportamientos y comprenda nuestras reacciones, es útil comenzar a hacerse algunas preguntas al respecto.

  • ¿Por qué siempre tiendo a posponer y escapar de mis responsabilidades?
  • ¿Por qué me resulta tan fácil utilizar esta solución?
  • ¿Por qué sigo haciéndolo aunque sé que es un hábito dañino?
  • ¿Cuáles son las consecuencias de seguir posponiendo esto o aquello?

La conciencia de la propia forma de ser, de hecho, es un punto de partida fundamental para cualquier camino de superación personal.

Y especialmente, te permite elegir.

De hecho, creo que es imposible, y en general indeseable, no volver a procrastinar nunca.

Pero sería bueno poder hacerlo por elección, no porque te arrastren a ello, a regañadientes y sin conciencia, por sus propios impulsos.

Un saludo. Antonio

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