Las heridas emocionales provocan cambios profundos que debemos aceptar
A menudo nos sentimos tentados a quemar los tiempos. A veces, cuando nos sentimos mal y con dolor, todo lo que queremos es simplemente quitarnos el dolor. Nos desesperamos y nos apresuramos a mirar hacia adelante. Es comprensible, pero no es bueno. A veces son las personas que nos rodean las que nos empujan. Quizás con la mejor de las intenciones, nos animan a seguir adelante y dar el siguiente paso, incluso llamándonos "débiles" a veces, porque no podemos levantarnos lo suficientemente rápido. Pero cuando aún no estamos preparados para seguir adelante, no debemos arriesgarnos para evitar sufrir innecesariamente. Para mirar hacia el futuro con confianza, es fundamental tener paciencia y esperar a que las heridas emocionales cicatricen. Esto no quiere decir que tengamos que ahogarnos en el dolor, sino que tenemos que avanzar a pequeños pasos, siguiendo nuestro propio ritmo y sin demasiadas prisas. El tiempo es fundamental para recuperarnos del trauma emocional, con el tiempo podemos dar sentido a lo sucedido. Aceptamos el pasado y seguimos adelante. De hecho, el trauma suele provocar un terremoto psicológico, por eso necesitamos tiempo para recuperarnos, para mirar dentro de nosotros y darnos cuenta de que ya no somos los mismos, algo ha cambiado. Después del fuerte choque emocional podemos sentirnos bloqueados y necesitamos tiempo para encontrarnos a nosotros mismos, para comprender, aceptar e incluso aprender a vivir con esta nueva persona en la que nos hemos convertido.Es hora de pensar, es hora de aprender
Por otro lado, el tiempo también es fundamental para aprender de los errores que hemos cometido. Si salimos de una relación traumática, por ejemplo, e inmediatamente nos arrojamos a los brazos de otra persona, no habremos tenido tiempo suficiente para entender dónde nos equivocamos. De hecho, esta es una de las razones por las que las personas a menudo se ven envueltas en relaciones que nunca salen bien. No se han dado tiempo para crecer, el tiempo nos permite tomar la distancia emocional necesaria del trauma, para que podamos juzgar nuestro comportamiento y decisiones desde una perspectiva más objetiva y desde una posición de desapego. Como resultado, podremos asumir nuestra parte de responsabilidad y crecer; por el contrario, si nos apuramos corremos el riesgo de cometer los mismos errores, chocando repetidamente contra el mismo muro. Desafortunadamente, todavía hay muchas personas que creen que "un clavo clava al otro", y continúan viviendo tan rápido que su propia velocidad los aturde. Aunque a veces, lo que necesitamos es simplemente detenernos para juntar fuerzas y volver a juntar las piezas.¿Cómo sabemos cuándo estamos listos para empezar de nuevo?
Todos somos diferentes, al igual que los traumas y las lesiones. Estar listo para continuar toma tiempo y no hay una regla precisa, tienes que aprender a conectarte con lo que llevas dentro y escuchar las señales que te envía tu "yo". Pero en general, una persona está lista para continuar cuando hay al menos dos de las siguientes condiciones:1. El dolor ha disminuido. Mirando hacia atrás, te das cuenta de que incluso si la herida está ahí, ya no duele. De hecho, probablemente comiences a recordar los aspectos positivos con más frecuencia que los que te lastiman.2. Has aprendido. Cuando analizas lo que sucedió, puedes encontrarle sentido y comprender dónde te equivocaste. Cuando adquieres experiencia y te enriquece como persona.
3. Puedes reírte y bromear sobre lo que pasó.. Cuando eres capaz de reírte de lo que ha sucedido, significa que has superado el trauma, que has despojado a la situación de su drama inicial. A veces podemos pensar que estamos listos para seguir adelante, pero no lo estamos. Entonces lo mejor es detenerse para coger fuerzas y sanar por completo. Cada nuevo comienzo vale la pena, pero debes darte cuenta de que puedes afrontar esta nueva etapa con más madurez y confianza.