¿Eres de los que van directo al grano, no te importa si al hacerlo generas un conflicto o, por el contrario, evitas los temas que podrían generar una discusión con tu pareja? En realidad, ambas estrategias no son muy adaptables, deberíamos adoptar una actitud más equilibrada. El mejor enfoque es elegir qué batallas realmente vale la pena pelear y cuáles no deben enfrentarse porque tarde o temprano se resolverán por sí mismas.
Por supuesto, adoptar esta actitud no es fácil, especialmente porque no es fácil distinguir los temas reales que vale la pena discutir de los triviales. Sin embargo, si sigue estos tres pasos, puede darle a cada conflicto la importancia adecuada.
1. Calma tus emociones
La inseguridad es uno de los sentimientos más dañinos en una relación y en la comunicación en general. Cuando se sienta inseguro, lo mejor que puede hacer es abstenerse de abordar un tema complicado. ¿Porque? Simplemente porque cuando nos sentimos inseguros pensamos que tenemos que protegernos de un enemigo imaginario y nos ponemos a la defensiva, y esta no es una buena actitud para afrontar un conflicto, sobre todo en una relación de pareja.
Sin embargo, no siempre nos sentimos inseguros, a veces nos sentimos enojados, frustrados o asustados. En general, ninguna de estas emociones es un buen consejo cuando se trata de un conflicto en una relación, por lo que es mejor relajarse. Cuando las emociones toman el control, ves el mundo a través de un filtro, y esto te impide comportarte de manera más objetiva, racional y flexible. Por lo tanto, la primera regla de oro para lidiar con un conflicto es asegurarse de que nuestras emociones no influyan demasiado en nuestra razón y que estemos abiertos a los argumentos de la otra persona.
2. Aprecia los aspectos positivos de tu pareja. A menudo, cuando nos sentimos mal, nos centramos solo en los aspectos negativos de la otra persona. De cualquier manera, si realmente quieres que la discusión se lleve a cabo, será mejor que nos concentremos en por qué amamos a nuestra pareja. Es un simple cambio de perspectiva, pero marca una gran diferencia, porque no abordamos el conflicto con un tono amenazante y acusatorio, sino con uno más tranquilo y con la intención de solucionar el problema. pareja lo mucho que lo amas y que crees que solucionar el problema fortalecerá tu relación y te sentirás mejor. Siempre tenga en cuenta que cuando tenemos una discusión, hay dos cosas que son importantes para nosotros: la amenaza percibida y la negligencia. Cuando reconocemos los aspectos positivos del otro, conseguimos que la persona baje la guardia y adopte una actitud más abierta al diálogo.
3. Cambie el tamaño de sus expectativas Uno de los principales obstáculos en las relaciones son precisamente nuestras expectativas y, sobre todo, las expectativas que no comunicamos al otro. Es decir, esperamos ciertas cosas de la otra persona, pero no lo decimos y cuando esas cosas no se hacen realidad terminamos decepcionados o enojados. Por eso, antes de iniciar un conflicto, conviene analizar qué papel jugamos en todo el proceso. ¿Cuál fue nuestro nivel de responsabilidad? ¿Hemos olvidado algunas cosas importantes? Antes de señalar con el dedo al otro, apuntémonos a nosotros mismos. A menudo te sorprenderá descubrir que no solo fuiste parte del problema, sino que también ayudaste a crearlo. Además, también es importante saber exactamente lo que quieres lograr al iniciar una discusión, siendo consciente de que si un conflicto ha existido durante mucho tiempo, no lo es. Se resolverá por sí solo de la noche a la mañana, pero requerirá un gran compromiso y un gran esfuerzo por parte de ambos. Cuando reduce sus expectativas, está adoptando una actitud más realista que solo puede ser útil en su relación y en el tratamiento del problema.