Última actualización: 16 de junio de 2016
Inteligencia emocional: esta es definitivamente esa dimensión de nuestra vida que todos debemos desarrollar y gestionar adecuadamente. Saber escuchar, comprender las emociones de los demás y controlar las propias, saber comunicar e inspirar un respeto mutuo en el que todos salgamos ganando es fundamental.
Este tipo de inteligencia debe incluirse en los currículos escolares, con el fin de desarrollar estas habilidades fundamentales en los niños desde edades tempranas. Es una manera de conocerse, de autocontrolarse y también de expresarse, conocer los propios límites y, al mismo tiempo, ponerlos en relieve ante los demás evitando posibles manipulaciones.
Como ya sabes, el que tiene un coeficiente intelectual muy alto o el que tiene un mejor trabajo y se dedica a acumular "cosas" ya no es inteligente. La verdadera inteligencia es aquella asociada a la auténtica felicidad, la que nos enorgullece de lo que somos o de lo que tenemos, aunque sea muy poco. ¿Por qué no practicar estos sencillos ejercicios para mejorar nuestra inteligencia emocional?
Ejercicios para mejorar la inteligencia emocional
1. Conócete a ti mismo
Conocerse a uno mismo es una aventura que dura toda la vida, que, sin embargo, se realiza al mismo tiempo, día tras día, dándonos metas y haciéndonos preguntas. Este es un ejercicio de introspección que deberíamos hacer todas las mañanas. Pregúntate qué esperas del día y qué esperas de mañana.
Cuando llegue por la noche, analice cómo se sintió durante el día. ¿Actuaste como esperabas? ¿Se han expresado de acuerdo con sus valores? También puedes utilizar el clásico papel, un diario o tu libreta de pensamientos. Es un ejercicio sencillo, pero a la vez muy útil. Hágase preguntas, investíguese a sí mismo.
2. Regulación emocional
Piensa en tus emociones como si fueran una balanza: no vale la pena llegar a los extremos y mucho menos caer en el drama, porque, a la larga, siempre se acaba perdiendo. No os dejéis manipular, no hagáis caso a las respuestas dadas con enfado o enfado. El ideal estaría en algún punto intermedio. Nunca debes traspasar los límites de tus emociones.
Cuando note que está a punto de "caerse" o "explotar", visualice una casa pequeña, tranquila y espaciosa. Es tu palacio de pensamientos. Antes de actuar, razona y analiza la situación. Solo después de haber logrado esta autorregulación, tomas una decisión. Primero, sin embargo, debes pensar antes de actuar en esa casa particular que te da tanta tranquilidad.
Nadie tiene más control sobre tu vida que tú, nunca lo olvides. Por eso, no debes permitir que te lleven a territorios extranjeros donde puedes perder la calma y tu identidad. Trabaja en tu equilibrio interior.
3. Empatía
La empatía es un concepto que todos conocemos y valoramos. Sin embargo, no lo practicamos tanto como deberíamos. Es más fácil ponerse en la piel de aquellas personas que nos transmiten sentimientos positivos. Nos identificamos mejor con ellos y el nivel de comprensión y cercanía es más intenso.
E ¿y si un día tratamos de entender a los que nos causan más problemas? Piensa en ese líder, por ejemplo, que te respeta poco; o ese colega que siempre habla mal de los demás y que solo busca problemas. Prueba a “ponerte en su piel” y quizás descubras qué hay detrás: inseguridad, baja autoestima… inténtalo, tal vez aprendas algo.
4. Automotivación
Quizá hoy no te apetezca, no estés motivado, pero a partir de ahora haremos un ejercicio sencillo: miraremos el lado positivo de las cosas, dejando de lado los aspectos negativos. Despierta cada día pensando en algo que te fascina y que quieres lograr.
La vida sin encanto no es vida. Encuentra tu motivación diaria.
A veces hasta las pequeñas cosas son útiles: acabar el día en ese bar al que nunca has entrado. Haz una llamada a esa persona que no has visto en mucho tiempo. Cómprate un vestido nuevo. Planee un viaje fuera de casa para el fin de semana. Inscríbete en una clase de yoga o de pintura. Sonríe un poco más...
5. Habilidades sociales
Intentamos comunicarnos mejor. Y no solo a través de las palabras, también con los gestos. Acércate a las personas que te rodean, sonríe, ofrecer una caricia, una palmada en la espalda, un abrazo. Verás que la reacción de los que te rodean será diferente.
Busca y ofrece emociones positivas, trata de escuchar un poco mejor a quien esté frente a ti y míralos a los ojos. A veces descubrirá mucho más de lo que pueden decir las meras palabras.
Practica estos ejercicios, desarrolla tu inteligencia emocional y sé más feliz, haciendo felices también a los demás.