Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
El foco real de nuestros sentimientos y emociones no está en el corazón, sino en el cerebro. De hecho, como revelan estudios recientes, la felicidad reside en el hemisferio izquierdo. Cuando nos sentimos entusiasmados, llenos de energía, positivismo y esperanza, el área con mayor neuroactividad es la corteza prefrontal izquierda.
Daniel Goleman habló de ello en un artículo del New York Times explicando que en los últimos años la neurociencia, la psicología, el budismo y la espiritualidad están uniendo los hilos para encontrar respuestas a disciplinas aparentemente lejanas. Averigüemos por qué la felicidad reside en el hemisferio izquierdo.
En este sentido, en mayo de 2000 se llevó a cabo una productiva y gratificante reunión en la que participaron el Dalai Lama y los mejores neurólogos y psicólogos del momento. El objetivo del encuentro era explicar cómo el budismo maneja las emociones negativas, averiguar qué sucede en el cerebro de una persona acostumbrada a practicar la meditación y utilizando (aparentemente) un enfoque mental basado en la bondad, el altruismo y la felicidad.
La reunión duró cinco días y se llevó a cabo en un lugar aislado en Dharamsala, India. La reunión valió la pena, especialmente para uno de los científicos, el Dr. Richard Davidson, director del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, y autor de libros como La vida emocional de tu cerebro. El hombre se inspiró en la reunión para formular una hipótesis de trabajo.
"Estudios recientes han demostrado que cuando empatizamos, construimos amistades o socializamos, el cerebro activa muchas de las redes que se activan incluso cuando experimentamos dolor físico o de otro tipo".
-Richard Davidson-
La felicidad reside en el hemisferio izquierdo.
El Dr. Richardson es famoso por sus estudios en el campo de la neurociencia afectiva. Tras años de trabajo y análisis en su laboratorio de la Universidad de Wisconsin, el científico repite una y otra vez la misma frase en sus conferencias: la base de un cerebro sano es la bondad. Actualmente preside un centro de investigación sobre mentes sanas en la misma universidad y ya nos tiene acostumbrados con sus revelaciones.
En 2008, por ejemplo, impulsó un estudio con el que quería demostrar la relación entre la neuroplasticidad y las técnicas de meditación. Las personas acostumbradas a practicar meditación de forma regular (no vale si empezaste de la nada), tienen mayor actividad eléctrica, mayor capacidad de concentración y una mayor predisposición a aprender y generar nuevas conexiones neuronales.
Por otro lado, si nos fijamos en su libro de 2012 La vida emocional de tu cerebro, encontramos algunas teorías aún más interesantes. Entre todas, la que afirma que la felicidad reside en el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro. Veámoslo en detalle.
Los lóbulos frontales y nuestras emociones
Durante la fase evolutiva del hombre como especie, los millones de neuronas presentes en nuestro cerebro se han ido especializando. Decir que la felicidad reside en el hemisferio izquierdo no es más que una forma de expresar cómo y cómo se han desarrollado nuestras emociones positivas a lo largo del tiempo.
- Hasta hace poco estaba vigente la idea de que todo el universo de sentimientos y emociones residía en la zona más primitiva de nuestro cerebro interno, la denominada “reptiliana”. Es la zona donde se encuentran estructuras más antiguas como el sistema límbico, que regula los procesos emocionales.
- Gracias a un descubrimiento que data de hace más de treinta años, La neurociencia ha revelado que las emociones no quedan relegadas a esta zona del cerebro. El sistema límbico, de hecho, está conectado directamente con los lóbulos frontales, involucrados en un pensamiento más complejo, como las funciones ejecutivas.
La angustia, el estrés y la ansiedad se encuentran en el hemisferio derecho
El Dr. Richard Davidson partió de esta misma base. De hecho, ya conocía la relación entre el sistema límbico y los lóbulos frontales. Después de años de investigación y pruebas de resonancia magnética, llegó a una conclusión:
La resonancia magnética funcional ha revelado que cuando experimentamos angustia, estrés o depresión, las áreas cerebrales más activas son los circuitos que convergen en la amígdala y la corteza prefrontal derecha.
El córtex prefrontal derecho está ligado a la etapa de hipervigilancia, común en momentos en los que experimentamos altos niveles de estrés.
El hemisferio izquierdo y las emociones positivas
La felicidad reside en el hemisferio izquierdo, más precisamente en el lóbulo frontal izquierdo. Cuando nos sentimos tranquilos, optimistas, relajados y confiados, la actividad neuronal es menor en el lóbulo frontal derecho y más intensa en el izquierdo.
Este es un dato interesante, una realidad que ahora la neurociencia da por sentada y que nos puede llevar a hacer una reflexión más profunda.
“Durante mi investigación he descubierto formas prácticas y efectivas de modificar nuestro estilo emocional para mejorar la capacidad de sanar. El hecho sorprendente es que solo a través de la actividad mental podemos cambiar intencionalmente nuestro propio cerebro. La actividad mental va desde la meditación hasta la terapia cognitiva conductual".
-Richard Davidson-
Cómo estimular el hemisferio izquierdo
El Dr. Davidson declara que la forma más válida de modificar la actividad cerebral es mejorando nuestros pensamientos, nuestra actividad mental. Esto está respaldado por enfoques terapéuticos como la terapia cognitivo-conductual, utilizada para tratar la depresión, la ansiedad, las fobias y el estrés.
Si la felicidad reside en el hemisferio izquierdo y deseamos "silenciar" la hiperactividad del hemisferio derecho, debemos recurrir a las siguientes dimensiones:
- Meditación
- Bondad
- Altruismo
- Resto
- Amistad
- Tener un objetivo, una motivación.
- Se entusiasta
- Sea positivo y confiado.
Independientemente de dónde resida un determinado proceso, cualidad o competencia, podemos modificar y optimizar nuestros procesos cerebrales. Tenemos la obligación de acercarnos a una línea de vida más relajada, abierta y flexible con la que establecer las auténticas bases neurológicas de la felicidad..