Última actualización: 17 de diciembre de 2015
Muchas de nuestras decisiones a menudo generan preguntas y, en ocasiones, dudas en quienes nos rodean. Siempre nos encontraremos con personas que tienen algo que decir y que juzgan nuestro comportamiento a diestra y siniestra y nuestra forma de actuar ante la vida. Algo que parece de poca importancia, pero que a la larga, repetido en el tiempo y constantemente, puede herir nuestro corazón y la forma en que nos amamos a nosotros mismos.
El psicólogo y bloguero David William, después de realizar varios estudios sociales, llegó a la conclusión de que no tenemos que, ni estamos obligados, a explicarnos y justificarnos, aunque muchos de nosotros hemos recibido una educación de que no hacerlo puede hacernos sentir mal.
Si no tienes libertad interior, ¿qué otra libertad esperas tener?
-Arturo Graf-
A continuación enumeramos las 6 ocasiones en las que no tienes que justificarte, aunque tus creencias o tu educación te digan lo contrario. Recuerda que solo tienes que responderte a ti mismo, por mucho que los demás te presionen para que te justifiques.
No tienes que explicar las prioridades de tu vida.
Cada uno de nosotros es unico e irrepetible. Por eso es inevitable encontrarnos en nuestro camino con alguien que tenga gustos o actitudes ante la vida diferentes a los nuestros. Tienes tus propias ideas y sabes lo que tienes que hacer para vivir bien. y ser correcto contigo mismo y con el entorno que te rodea.
Tenemos diferentes sueños, metas y deseos el uno del otro. Aprender a ser empáticos y a respetar a los demás es clave para no juzgar algo tan sagrado como nuestras opiniones vitales. Tú decides y tienes el poder de elegir. Por eso no tienes que justificarte ante nadie cuando emprendes o abandonas ciertas acciones.
No te disculpes por algo que no te molesta, no te lastima o no te conmueve
Eres libre de sentir tus emociones. Por eso, si no te sientes culpable por algo que otros creen que has hecho, no tienes que ponerte una máscara, porque tu cuerpo, a la larga, te culpará: la culpa de dejar de ser tú mismo. No importa lo que piensen los demás, es tu decisión y cambiará cuando quieras.
Si realmente crees que no hay necesidad de disculparse, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué los demás te lo exigen? No permita que otros le digan cómo debe sentirse y qué debe hacer. Respétate y, sobre todo, sé fiel a ti mismo.
El tiempo que pasas solo es solo tuyo, no tienes que dar explicaciones
Es cierto que aún hoy, aunque seamos maduros y emocionalmente inteligentes, nos cuesta decir “no” a muchas invitaciones y reuniones y no acudir a determinados eventos aunque nos guste estar un rato solos. Tenemos miedo de parecer presuntuosos, arrogantes e incluso antisociales.
Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta de la importancia de tomarnos un tiempo para nosotros mismos y experimentar así la desconexión que ofrece el silencio y la relajación que implica la soledad. Querer pasar tiempo a solas con nosotros mismos es en realidad normal y necesario para un bienestar emocional saludable todos los días.
No te preocupes por justificar el tiempo que pasas a solas y mantén este hábito saludable que, en su justa medida, te hace muy bien. Tú decides cómo pasas tu tiempo y cómo y si otros no lo entienden, no significa que tengas que explicárselo.
Respetar las creencias personales de los demás es necesario, pero eso no significa que tengas que aceptarlas.
Como dijimos antes la empatía implica respetar y aceptar a quienes puedan pensar diferente a nosotros. Lo mismo es cierto a la inversa. Los seres humanos compartimos emociones, eventos, experiencias y creencias. Todo esto nos hace "nosotros mismos".
El hecho de que alguien no comparta esto contigo no significa que tengas que aceptarlo y estar de acuerdo. Sin embargo, le instamos a que sea transparente y no pretenda estar de acuerdo. La sinceridad es fundamental para poder establecer una relación sana.: Hazle saber al otro de manera respetuosa que no piensas como él, y si no quieres explicar por qué, no tienes por qué hacerlo.
Nadie debería obligarte a decir "sí"
Venimos al mundo con el derecho a ser libres, a tener la libertad de tomar las decisiones que creamos correctas y saludables para nosotros, y por ende también para las personas que amamos. Se dice que las personas exitosas son aquellas que han aprendido a dominar el arte de rechazar lo que no consideran prioritario o que simplemente no quieren hacer.
Es importante dar y recibir gratitud, pero no tengas miedo de decir que no si eso es lo que tienes ganas de hacer.. El respeto por uno mismo es muy importante y rechazar algo que no quieres solo te da valor como personas únicas y seres humanos extraordinarios. Esto le ayuda a establecer sus límites y ser respetado.
El camino que has tomado es sagrado y no tienes que justificar esta elección ante nadie.
La eterna dualidad: placer y deber. Vivimos en un sistema que nos educa a seguir reglas que dicen que el trabajo es solo responsabilidad y dolor de cabeza. Que si trabajamos no podemos ser felices ni sentirnos vivos durante el día. Y elegimos pensar así porque creemos que es lo correcto o por miedo al qué dirán los demás.
Sin embargo, me gustaría preguntarte: ¿por qué pensar así? Si pudieras elegir cómo pensar, ¿qué te gustaría hacer realmente? No tienes que explicar a los que te rodean por qué has preferido dedicar tu vida a una profesión u otra.
Recuerda siempre que eres el dueño de tu vida, acepta las críticas y aprende de ellas, pero nunca te sientas mal por lo que crees que es bueno para ti.
Hacer lo que te gusta te transforma en quien realmente eres, te da alas para alcanzar la mejor versión de ti mismo. Te empuja a ser mejor y, así, a dárselo al mundo. Si te cuestionan, utiliza el elegante "no te ofendas, no es asunto tuyo". Ellos tienen el poder de hacerlo o no en sus vidas y lo mismo te pasa a ti.
