Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 14 de diciembre de 2021
Aún quedan personas honestas, responsables, sinceras, amables, capaces, cariñosas, sensibles y respetuosas. Todavía hay personas que se alejan de la amargura, el egoísmo, la hipocresía y el orgullo.
Son personas que consuelan, que nos hacen creer que la humanidad no está perdida, que nos ayudan a recuperar la fe en la posibilidad de salvar un mundo corrompido por el interés, la mentira y la falsedad.
Tienen un aspecto bonachón, atento y humilde, pero no son conscientes de ello. No son conscientes de que representan todo lo que nos hace sonreír, no son conscientes de lo importantes que pueden llegar a ser incluso con los detalles más insignificantes.
Lo que aprendemos de las buenas personas
Las buenas personas no sólo nos ofrecen sonrisas, consuelo y felicidad, sino también buenos recuerdos que se convierten en lecciones de vida a través de nuestras emociones.
Al cruzarnos con ellos, aprendemos que Las buenas acciones valen más que las intenciones y que lo que ofrecemos a los demás siempre se nos devuelve multiplicado. También aprendemos que la mejor recompensa es la que está dentro de nosotros.
La vida no es estabilidad, sino saber andar con equilibrio, y para tener éxito, necesitamos sentirnos cómodos con nosotros mismos. Para que esto suceda, la única opción es rechazar las malas intenciones y aprender de las emociones negativas.
Educar a las emociones, educar al bien
No siempre tener buenas intenciones y buenos sentimientos no nos convierte en malas personas, sino en personas normales. En este sentido hay mucha confusión, ya que solemos etiquetar o dar valor a la totalidad de una persona a partir de hechos aislados.
Por ejemplo, sentir celos, ira, ira o envidia es bastante natural y no deberíamos preocuparnos por ello. A lo que debemos prestar especial atención es a no actuar de acuerdo con estos sentimientos, estas emociones.
Hay que tratar de no explotar como un volcán, ni dejar que ciertas circunstancias nos dominen. Por supuesto que sentiremos envidia cuando alguien tiene algo que anhelamos o, por ejemplo, cuando vemos a otros avanzar en la vida mientras nosotros nos sentimos estancados.
En ningún caso esto nos quita el mérito de disfrutar de títulos positivos. Con el simple hecho de ser conscientes de no poder escapar ni de las emociones ni de los sentimientos negativos, podemos ser capaces de dar un paso más en el reconocimiento de nuestra inteligencia emocional.
Consejos para superar las emociones destructivas
En general decimos que las personas correctas, verdaderas, leales, honestas, prudentes y respetuosas son emocionalmente inteligentes. Lo cierto es que estos aspectos suelen definir a las personas equilibradas.
Como ya sabemos, muy pocas personas consiguen hacerlos desaparecer y, cuando lo hacen, nunca en su totalidad (porque va en contra de nuestra naturaleza emocional). Para superarlos, tenemos que trabajar en algunos aspectos; vamos a verlos:
1- Debemos entenderlos
Como ya comentamos, necesitamos deshacernos de la idea de que nuestras emociones son intolerables y dar un paso adelante a la hora de consolidar estas nuevas creencias. Cuando aparezcan estas emociones que consideramos destructivas, piensa en ellas y en lo que las generó.
2-Deshazte del miedo
Ser emocional no es malo, ¿verdad? Partiendo de este mismo razonamiento, por tanto, podemos decir que no se trata ni siquiera de sentir envidia o ira en un momento dado. En definitiva, el enunciado es el mismo, solo hablando de envidia, somos más específicos y más concretos.
Probablemente nos resulte más tolerable pensar en la naturalidad con la que un niño se enfada o se pone celoso. Sabemos que no debemos culparlo por ello, sino ayudarlo a comprender cómo se siente.
¿Por qué no hacemos lo mismo con nosotros? Es exactamente lo mismo. Comprender esto e interiorizarlo nos ayudará a no tener miedo de nuestra naturaleza y nuestras emociones.
3- Debemos despojarnos de etiquetas
Por regla general, el ser humano tiende a formular atribuciones internas, estables y globales de las conductas ajenas consideradas negativas. Aunque seamos más amables con nosotros mismos, acabamos temiendo que, en nombre de la misma regla, los demás hagan lo mismo con nosotros.
Generalmente no somos conscientes de que esto solo sucede en nuestra mente..
4- Cultiva el equilibrio emocional
Aunque podríamos considerar las emociones destructivas como aquellas que son dañinas para nosotros y para los demás, en realidad se vuelven destructivas cuando perturban nuestro equilibrio mental.
El problema no es tanto sentir ira como dejar que continúe en el tiempo y nos destruya. Aunque no es fácil cargar cada emoción con buenos sentimientos, es el camino que debemos recorrer para alcanzar la anhelada y admirada serenidad mental.