Vale la pena prestar atención a las actitudes que expresan miedo cuando se llevan al extremo.
Última actualización: 23 de marzo de 2020
El miedo es una emoción con mil caras. No siempre aparece como es debido a una especie de "miedo al miedo". Nos duele admitir que tenemos miedo porque pensamos que hacerlo terminaría aumentando este sentimiento. Aquí porque adoptamos actitudes que expresan miedo aunque el intento sea todo lo contrario.
Algunas actitudes no parecerían reflejar el miedo, pero de hecho son hijos de él. Actuar de esta manera equivale a llevar una máscara digna, pero puede impedirnos vivir con plenitud y autenticidad.
El miedo, como otras emociones, se supera comenzando a tomar nota de su existencia. Hay quienes, sin embargo, no están dispuestos a dar este paso: reconocer el miedo equivaldría a admitir su debilidad. No nos gusta vernos así ni mostrarnos vulnerables a los ojos de los demás. Por eso, a veces reaccionamos con diversiones que, al final, reflejan un gran miedo.
Posar duro e invulnerable no ayuda. Por el contrario, lleva al miedo a tomar formas más sofisticadas y clandestinas. Esto nos impide identificarlos por lo que son y trabajar con ellos. Por lo tanto, vale la pena prestar atención a las actitudes que expresan miedo porque se llevan al extremo. Vamos a ver siete.
"De todos los mentirosos del mundo, a veces los peores son nuestros miedos".
-Rudyard Kipling-
Actitudes que expresan miedo
1. Ansiedad por planificar
La planificación es, por supuesto, una estrategia saludable que nos ayuda a organizar ideas, ahorrar energía y prevenir problemas. En principio es la forma correcta de poner algunos límites a la incertidumbre y actuar con mayor certeza.
Pero cuando se lleva al extremo, se convierte en una de las actitudes que expresan miedo. Querer planificarlo todo ya no es el deseo de organizarse mejor, sino la ansiedad de controlar. Una de las máscaras del miedo.
2. Formas impecables
Los buenos modales son la tarjeta de visita de la educación y facilitan mucho las relaciones sociales. La cortesía nunca está fuera de lugar y seguir el protocolo es una buena manera de "romper el hielo". La comunicación se vuelve más fluida y las relaciones más amistosas.
Sin embargo, cuando los buenos modales se vuelven excesivos, hasta el punto de ser fijos o robóticos, parte de su efecto se pierde. Es posible que el miedo a los demás sea tan fuerte que nos lleve a protegernos y mostrar lo inofensivos que somos.
3. Extrema precaución
Es similar a la planificación excesiva; en este caso, sin embargo, no se refiere sólo a las acciones futuras, sino también a las presentes. Esta actitud nos lleva a dudar siempre antes de actuar.
La duda, a su vez, nos obliga a evaluar una serie de consecuencias negativas. El resultado es que nos volvemos tan cautelosos que apenas nos movemos. Es una de las caras del miedo que provoca una pasividad e inactividad exasperada.
4. Miedo a la novedad
Todo el mundo está un poco asustado por lo desconocido. Ignoramos si lo que no sabemos esconde riesgos; tampoco sabemos si nuestros recursos personales serán suficientes para evitar o gestionar posibles amenazas.
Debemos usar una pequeña, o una gran dosis de coraje para enfrentar la noticia. Así, cuando nos dejamos invadir por el miedo, acabamos acomodándonos en la comodidad de lo conocido. Uno de los principales riesgos de esta actitud es perder muchas oportunidades.
5. Ritualización de la vida
Similar a los puntos anteriores, una rutina rígida no pretende hacer que la vida sea más organizada, sino mantenerlo todo bajo control. Si alguien cuestiona nuestro comportamiento, nos justificamos diciendo que somos disciplinados y que no nos gusta que nos pillen desprevenidos.
Lo cierto es que esta es otra de las actitudes que expresan miedo. Los hábitos rígidos limitan lo inesperado, pero eso no significa que los eliminen. Más bien, ayudan a esquematizar nuestra vida y evitan que se altere.
6. Negativa de los diferentes
Cuando tienes hábitos de vida demasiado rígidos, acabas adquiriendo patrones de pensamiento rígidos. Esto a veces nos vuelve intolerantes con otros estilos de vida o valores que nos son desconocidos.
En estas condiciones es fácil dejarse guiar por los prejuicios. Tenemos miedo de las situaciones o de las personas que no son nosotros. Los percibimos como una amenaza a nuestra aparente estabilidad. Al fin y al cabo, no es más que miedo a tener que revisar buena parte de nuestros esquemas.
7. Desacreditar a los demás
El miedo también se esconde a través de actitudes como la envidia o la crítica excesiva a los demás. Podemos llegar a sentir, sin razón, que la gente cuestiona quiénes somos. Su diversidad se convierte en un campo de pruebas para nosotros.
Por otro lado, no es raro que lo que criticamos en los demás sea una proyección de nuestras limitaciones y miedos. Nos comparamos, de forma más o menos inconsciente, con las personas que nos rodean y tratamos de defendernos de su juicio. Terminamos notando solo lo peor de los demás como una forma de justificación.
Las actitudes que ocultan el miedo eventualmente se convierten en una forma de enmascararlo. Quizás si fuéramos más honestos con nosotros mismos, podríamos marcar un camino que nos ayude a trabajar estos miedos y, por qué no, a superarlos.