Última actualización: 27 septiembre, 2015
¿Qué es la vida? delirio, ilusión,
solo quimera y sombra,
y el mayor bien es nada,
porque toda la vida es un sueño,
y los sueños son solo sueños
Calderón de la Barca
Sueños, como casi cualquier otro aspecto de nuestra existencia, cumplen una función extraordinaria en nuestra vida si están en equilibrio y en armonía con ella. Hay tantos sueños en nuestro planeta como personas; sin embargo, sucede que muchas veces, por miedo, vergüenza o desánimo, tendemos a aplastar nuestra capacidad de soñar, manteniéndola encerrada por miedo a ser lastimados, renunciando así a una parte maravillosa de nuestro ser.
Cogemos la llave que abre nuestros sueños, la tiramos al mar y, si sale, la volvemos a tirar. Siempre que la recogemos, crecemos, inconscientemente, pero sin que ello nos haga más sabios o felices.
Es un proceso obstinado y silencioso que va en contra de nuestra naturaleza., poniendo en peligro nuestra esperanza. No una esperanza frívola, sino una esperanza sabia y conmovedora: la que nos humaniza y nos hace despertar cada mañana para vivir un nuevo día, y no sufrir otras 24 horas.
Justo cuando encerramos los sueños y la esperanza, el alambre de acero de ese misma cerradura también aprisiona la imaginación y la capacidad de planear. Ahuyentamos todo lo que no encaja en la rutina, y terminamos respirando un inexorable suspiro de alivio cuando, una tras otra, las páginas del calendario se desplazan hacia abajo.
Hay gente que no es tan radical, gente que siempre mira hacia adelante y pone la mira objetivos fáciles por los que no hay que sacrificar la "normalidad", que es su deseo de preservar. Tienen miedo de perder la baja autoestima que tienen y ante todo intentan reducir las posibilidades de no triunfar en los objetivos en poco tiempo.
Se trata de esas personas que sólo suben a bordo de un barco si tienen la certeza de antemano de que el viento soplará a su favor, que no habrá tormentas y que a los mandos del barco está el capitán más experimentado. Son los que no se arriesgan por miedo a no ganar, los que no caminan por miedo a las piedras.
Pero, como bien sabes, existe otra categoría de personas: aquellas cuya los sueños están fuertemente ligados a objetivos precisos y estimulantes, que suponen un desafío a sus capacidades.
Dentro de su baúl de ilusiones, podrías encontrar dos tipos de sueños a la vez: los que se pueden conseguir en un corto/medio periodo de tiempo, y los que tienen que ver con un futuro a construir poco a poco.
Ambos sueños son fundamentales, dado que unos nos sirven como fuente de aprendizaje y nos aportan una fuerza extraordinaria y continua, mientras que los otros trazan las líneas del esbozo de vida que nos apasiona y que nos gustaría vivir.
Por último, existen gente que nunca toca el suelo. En otras palabras, viven más en el futuro que en el presente. Sus sueños son enormes, pero al mismo tiempo poco elaborados y motivadores, es decir, no aptos para ser llevados a la práctica.
Esta es la categoría de personas que todos conocemos como soñadores. Almas que viven en una vorágine constante de emociones, lejos de lo que es su vida. Por lo tanto, podemos referirnos a ellos como niños adultos, con un carácter tendencialmente inocente y actitudes pasivas hacia el presente.
No soportan la rutina y su actividad favorita es empezar cosas nuevas, lo que también es característico de la segunda categoría de personas. Sin embargo, en este caso, les encanta empezar nuevas actividades tanto, que rara vez terminan alguno de ellos. Si logran realizar un proyecto, es sólo a través de un enorme ejercicio de disciplina y esfuerzo continuo en un intento de mantener un autocontrol al que no están acostumbrados.
Hemos descrito estos tres tipos de soñadores como si fueran de tres colores distintos., pero la realidad es que cada uno de nosotros, por muy drásticamente cercano que estemos a uno de estos perfiles, no forma parte exclusivamente de uno de ellos.
De hecho, a menudo tendemos a acercarnos a un rincón específico del "Triángulo del soñador" en función del momento, la zona o la situación en la que nos encontremos, favoreciendo nuestro crecimiento y nuestro eclecticismo.
Un hecho cierto es que las personas más felices son las que pertenecen a la segunda categoría, es decir, los que luchan hasta el final; en cuanto al tercer tipo, parece que encaja mejor con nuestra esencia más profunda y nuestras inquietudes, aspectos que nos permiten abrir completamente nuestras alas.
Si la capacidad de soñar está pues arraigada en nosotros desde que nacemos, es evidente que la posibilidad de realizar nuestros sueños o dejarlos en el fondo del baúl está todo en nuestras manos. Porque si todo es ilusión, entonces obliguémonos a elegir las más bellas ilusiones y pongamos a prueba nuestras alas, único medio que tenemos para dar vida a nuestra libertad, para surcar los cielos y cultivar nuestro espíritu, aprendiendo las lengua de luna.
Solo entendiendo el lenguaje de la luna, de hecho, se puede entender la importancia de comer nubes de colores y respirar la luz de las estrellas... todo con la absoluta certeza de hacer lo que realmente quieres...