Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Hay tres cosas que nunca debes romper: confianza, promesas y corazones. Si lo pensamos bien, pocas dimensiones son tan preciosas en la vida. Gracias a ellos podemos avanzar en nuestra vida con más tranquilidad y seguridad ya que nos sentimos parte de un proyecto, de algo. Son esos pilares que si se derrumbaran nos dejarían más vulnerables que nunca.
Un aspecto del que suelen hablar los psicólogos sociales e incluso los sociólogos es que en la actualidad muchas personas se relacionan con otras a través del llamado modelo de mitigación de riesgos. Es decir, hay personas que evitan profundizar demasiado en sus relaciones personales y afectivas precisamente porque no quieren salir lastimadas, desilusionadas, sufrir frustraciones o alguna decepción.
Este “ahorro” de energía emocional, esta contención emocional conduce al establecimiento de vínculos de mala calidad, relaciones reciclables que van y vienen o que se mantienen sobre una frívola capa de superficialidad. En consecuencia, es evidente que se mitiga el riesgo de ser herido, pues se construyen lazos inofensivos que dan felicidad momentánea. Sin embargo, ¿Realmente vale la pena vivir en ese cuarto frío donde no se deja nacer algo auténtico?
Un aspecto que no podemos perder de vista es que cada uno de nosotros está genéticamente "programado" para confiar en los demás. Es algo que necesitamos con todas nuestras fuerzas porque en cierto modo nuestra supervivencia siempre depende de cada individuo que forma parte de nuestro círculo social más cercano.
Nadie gana si siempre desconfía de los demás. Se gana mostrando herramientas, energía e intenciones, siendo emocionalmente valiente, tratando de ser abierto, teniendo una actitud positiva, teniendo en cuenta que hay tres aspectos que nunca deben dañarse o romperse: la confianza, las promesas y los corazones.
La confianza, las promesas y los corazones valen mucho más que el dinero
La recuperación de la confianza perdida es una de las tareas más complejas, delicadas y difíciles que puede vivir un ser humano. De niños se nos enseña, en la mayoría de los casos, que hay ciertas cosas que no debemos destruir porque tienen un costo, porque son muy antiguas y son irreemplazables o simplemente, porque lo que se rompe, se fragmenta o se parte por la mitad no puede ser más. usó.
Rara vez nos hacen saber que hay otras cosas que, aunque no se pueden ver ni tocar, se rompen con más frecuencia. Además, hay dimensiones invisibles que se fragmentan como los huesos del cuerpo. y que, curiosamente, hacen que sea mucho más difícil de curar. Hablamos de la confianza, las promesas, el respeto y el cariño que anidan en el corazón de las personas que valoramos.
A veces, la mirada infantil aprende de inmediato a descuidar estas preciosas enseñanzas porque sus padres se las aplican. Alimentar a los niños con promesas que luego no se cumplen deja su huella. Crecer sin tener una confianza real en los padres deja una herida permanente. Del mismo modo, cuando nuestros padres nos rompen el corazón incluso de las formas más básicas, como la falta de atención, en la mayoría de los casos afecta nuestro estilo de comportamiento y relación.Las cosas que no debes destruir son las del corazón y el cariño sincero. Esas que, aunque no se vean, son insustituibles.
Las cosas para no romper te permiten invertir en tu bienestar
Hay muchos aspectos de nuestro cerebro hoy en día que todavía no entendemos. Uno de ellos es la variedad que existe a la hora de afrontar el trauma. Hay quienes desarrollan un estado de impotencia permanente, una especie de estrés crónico donde rara vez es posible construir vínculos fuertes y felices con otras personas. Otros, en cambio, adoptan una actitud más humana ante la vida, excelente a nivel emocional, que todos deberíamos aprender a adoptar.
Hay gente que en el pasado se ha visto tan perdida, a la deriva, en compañía de sus pedazos rotos. En la actualidad, Ed. estando también fragmentados, saben que sólo aquellos que ofrecen su confianza de la manera más valiente a los demás son dignos de la confianza de los demás. Son esas personas que nunca olvidan sus promesas, que las cumplen aún contra viento y marea porque saben muy bien cuánto duele la traición.
Tales personalidades resilientes, además de ser brillantes, también entienden el valor de un corazón. Pero no olvidan lo frágil, temible que puede ser cuando los afectos son inestables, cuando se alimentan de mentiras, dudas, manipulaciones y traiciones.
Las cosas que no se deben romper, por tanto, son las mismas que te permitirán tener una vida con mayor sentido y dignidad. Porque quien da merece recibir, porque quien habla el lenguaje de la confianza comprende el significado de las promesas y sabe escuchar el sonido del corazón de los demás sin dañarlos. Por lo tanto, merece los mismos derechos, los mismos dones. Aquellos que contribuyan a la construcción de una realidad más respetuosa y, sobre todo, feliz.