Una ruptura amorosa siempre es causa de dolor, pero si este sentimiento se convierte en un enorme sufrimiento, probablemente se deba a expectativas incumplidas.
Última actualización: 06 agosto 2022
La mayoría de los seres humanos se enfrentan al final de un amor al menos una vez en la vida. Esta situación siempre difícil parece volverse aún más complicada para unos que para otros. Y es por eso que cuando una persona dice tener el corazón roto, experimenta este mismo sentimiento. Un dolor punzante y paralizante.
Podemos caer en el error de pensar que estas personas tenían sentimientos muy fuertes y profundos por la pareja o que son débiles. En la base del sufrimiento, en realidad no hay amor sin límites ni fragilidad personal; es más simplemente una cuestión de expectativas incumplidas.
¿Corazón roto? ¡No es tan!
Literalmente no tenemos el corazón roto, esto es claro ya que es fisiológicamente imposible. Pero nunca sucedió, ni siquiera en un sentido metafórico. Tal vez en algún momento sentimos que teníamos entregó nuestro corazón en manos de una persona que lo maltrató, lo destruyó. En realidad, sin embargo, aunque sea difícil de admitir, fuimos nosotros mismos quienes nos infligimos este dolor.
El amor no destruye, no se desgasta, incluso cuando termina. Cuando amamos de verdad a alguien, de forma pura y sana, el sufrimiento es diferente, ya que está libre de todas las adicciones; no debemos poner nuestra felicidad en manos de otra persona ni esperar que nuestra pareja llene nuestros vacíos.
Por supuesto, siempre tenemos expectativas y éstas son, en cierto sentido, necesarias. Esperamos respeto, apoyo y sinceridad de nuestro socio. Sin embargo, el amor maduro entiende que cada uno es responsable de su propio bienestar. Y esta responsabilidad incluye también saber distanciarnos de quienes no nos tratan de la manera correcta, sin permitir que entren en juego la humillación, la traición o la decepción.
Por lo general, culpamos a la otra persona de estas situaciones, pero la verdad es que nos hacemos daño al continuar con la relación. El amor no duele, es el ego el que duele. Duele aferrarse, someterse, desnudarse totalmente y dejar de lado el amor propio en nombre del amor de pareja.
A nadie se le ha roto nunca el corazón por demasiado amor, porque quien ama de verdad nunca podría sentirse tan devastado por la actitud o la conducta de otra persona. Sería capaz de comprender y aceptar que las acciones de los demás no están en sus propias manos, pero también que sus acciones dependen de sí mismo.
Como resultado, protegería su propia seguridad y se alejaría poco a poco de la situación. Con dolor, por supuesto, pero sin sufrir de forma extrema.
no eres débil
Si eres parte del gran grupo de personas que en algún momento de su vida pensaron que tenían el corazón roto, no te sientas culpable. No eres débil porque hayas experimentado ese sentimiento. No eres más débil que los demás, ni la persona en cuestión era particularmente especial. No era demasiado para ti, ni eras demasiado pequeño para ella. La angustia agonizante que puede haber experimentado es atribuible solo a expectativas decepcionadas.
Cuando vivimos una relación de pareja, comenzamos a planear un futuro con la otra persona. Hacemos planes, establecemos metas y visualizamos metas a alcanzar juntos. Confiamos en que el proyecto de vida que compartimos tendrá un final feliz.
Sin embargo, como todos sabemos, la vida es cambiante y no se puede controlar; las cosas no siempre salen según lo planeado. Y si en ese momento no podemos contar con una buena elasticidad mental, una adecuada adaptabilidad y una sólida autoestima, nuestra caída puede ser ruinosa.
Generalmente las personas con más posibilidades de enfrentarse a un duelo complejo o patológico tras una ruptura son figuras excesivamente rígidas, que necesitan certeza y tenerlo todo bajo control. Son los que temen al cambio.
Aprende a gestionar tus expectativas
Está bien compartir sueños y planes con tu pareja, pero no debemos dejar que nuestra estabilidad psicológica y emocional dependa de ello. Debemos estar preparados para enfrentar los cambios sin pensar que nuestro mundo se está desmoronando; para ello, debemos trabajar sobre nosotros mismos y sobre nuestra autoestima, así como sobre nuestra flexibilidad.
Si crees que alguien te rompió el corazón, rastrea los verdaderos orígenes de este sentimiento y recuerda que depende de ti empezar a amar de una forma más sana. Comienza a amarte incondicionalmente. El cambio puede dar miedo, pero cuando nada es seguro, todo es posible.