La complejidad del deseo erótico lo hace muy interesante desde un punto de vista científico. Cada vez son más los profesionales de la sexología que se interesan por ella.
Última actualización: 31 octubre, 2022
El deseo sexual, también conocido como deseo erótico, es uno de los conceptos más interesantes de la sexología. Un concepto ciertamente difícil de definir, describir y medir.
La sexología es la ciencia que estudia el sexo y todo lo relacionado con él. Hasta la fecha, numerosos autores han intentado investigar el deseo erótico, pero pocos han conseguido arrojar luz sobre este fenómeno.
La psicología, en particular, se enfoca en tres niveles: emociones, pensamientos y comportamientos. Algunos autores han tratado de ubicar el deseo dentro de uno de ellos. Sin embargo, el deseo es tan complejo que no puede definirse como inherente a uno solo de estos aspectos.
El deseo erótico no es una emoción, porque nuestros estados emocionales se pueden cambiar a través de la reestructuración cognitiva o la modificación del comportamiento. El deseo, por otro lado, es inmutable y en esto difiere de las emociones. Asimismo, le impide pertenecer al plano cognitivo.
Y, no hace falta decir, el deseo nunca se puede definir en términos de comportamiento, ya que podemos desear de una manera y comportarnos de manera diferente por muchas razones. Por tanto, podríamos decir que el deseo erótico atañe a los tres ámbitos, pero no pertenece a ninguno de ellos.
Redefine el deseo erótico
Freud trató de definir el deseo utilizando el concepto de "libido"; su enfoque todavía se usa hoy, incluso si no es del todo exacto. No es fácil definir el deseo en términos científicos y operativos..
Además de esto, si aún hoy persisten muchos prejuicios respecto a estos conceptos, imaginemos hace cien años. El mismo Freud, hablando del deseo, decía que “cuando los hombres aman no tienen deseos, y cuando desean no pueden amar”.
Helen Singer Kaplan ha hecho una contribución muy importante a las teorías del deseo erótico. Este psicólogo introdujo el deseo en el famoso modelo de respuesta sexual humana de Masters y Johnson (excitación, meseta, orgasmo, resolución), dejando este modelo en las etapas de “deseo, excitación, orgasmo y resolución”.
Stephen B. Levine es uno de los más famosos buscadores del deseo, quien lo ha desglosado en tres componentes: impulso, deseo y motivo.
Sin embargo, uno de los mejores pensamientos sobre el deseo nos lo ofrece John Bancroft. Habla del deseo como algo que depende de la experiencia y no de la dimensión neurofisiológica. Para Bancroft, existen tres dimensiones del deseo erótico: cognitiva, afectiva y neurofisiológica.
Características del deseo erótico
No existe una definición universal u oficial de este concepto: tiene características muy particulares que lo convierten en un objeto de estudio muy complejo. Algunas características más importantes son las siguientes:
- Incontrolable. Sí, el deseo erótico no se puede controlar. Lo que podemos controlar es nuestro comportamiento en relación con él. Aunque tengamos cierto deseo por algo o por alguien, no tenemos por qué satisfacerlo, pero reprimir o cambiar el objeto de ese deseo es, en principio, inalcanzable.
- Involuntario. El deseo no está sujeto a nuestra voluntad porque es probable que si muchas personas pudieran elegir la dirección o la intensidad de su deseo, quizás elegirían otra forma de desear.
- Anarquista. El deseo erótico no tiene orden, no tiene una jerarquía concreta. A veces queremos personas que no juegan un papel importante en nuestra vida diaria. Incluso podemos desear eróticamente a personas que acabamos de conocer, sin razón aparente, más que a otras que han estado en nuestras vidas durante años.
- Inconsistente. ¿Alguna vez has deseado a alguien que no te gusta? Pues esta es una de las manifestaciones de la incoherencia del deseo erótico. La inconsistencia del deseo está presente en muchas áreas de nuestra vida.
Puede que queramos personas que tengan estilos de vida distintos al nuestro, que profesen otra religión, que piensen diferente a nosotros, con los que, en definitiva, somos incompatibles a priori.
- Promiscuo. Sobre todo promiscua. La promiscuidad es la principal característica del deseo erótico. Es la palabra que mejor lo describe. En el mundo de los deseos de cada persona, todo está bien, absolutamente todo, y nadie puede dominarlo, independientemente de las convenciones sociales, los estereotipos, los prejuicios, los cánones de belleza, etc.
Conclusiones
Estas características, si bien lo convierten en un hecho muy difícil de investigar, lo convierten también en uno de los hechos más curiosos, intensos y hermosos que forman parte de nosotros.
El deseo está ligado a nuestra intimidad, sucede en lo más profundo de nuestro ser y nadie tiene acceso a él sino nosotros mismos. En el mundo de nuestro deseo erótico no hay límites, no hay reglas. Por tanto, el deseo es una de las manifestaciones más puras y bellas de la libertad humana.