Última actualización: 30 de marzo de 2015
Mi madre solía decir que el amor nunca es un desperdicio, incluso cuando no te pagan como te mereces o quieres.
“Déjalo fluir en arroyos” - dijo. “Abre tu corazón y no temas que te lo rompan. Los corazones demasiado protegidos se vuelven de piedra”.
“Heartbreak Café” – Penélope Stokes
El amor no se pierde ni se olvida, se guarda en nuestro corazón. Es así, aunque no lo pensemos, aunque nos tapemos los ojos, aunque ese amor ya no tenga un lugar relevante en nuestra vida y en nuestra memoria.
El amor nunca deja de tener sentido. Sin embargo, a veces, dar amor y no ser recompensado como esperamos es frustrante y angustiante.
Es innegable que dar mucho para recibir poco es agotador. El truco es no esperar nada de nadie más que de nosotros mismos. Pasará lo que tenga que pasar, pero el "pago" por nuestras acciones y emociones nunca será igual y equilibrado.
"Cultiva tu capacidad de dar sin descuidar la capacidad de recibir".
Este principio contrasta fuertemente con la concepción que tenemos del amor, que considera el abandono total y absoluto al otro como un gesto evidente. Es difícil de entender, pero es fundamental deshacerse de la idea de amor que se nos presenta en las películas de Walt Disney, que se puede resumir en "Todo lo hago por ti y, si te alejaras de para mí, nada tendría más sentido".
hay relaciones de pareja que continuamente corren el riesgo de colapsar precisamente por la ausencia total de reciprocidad y gratitud. Es natural: la única forma de mantener vivo el amor es manifestándolo todos los días.
Sin embargo, es bueno ser autocríticos y preguntarnos si lo que esperamos de nuestra pareja es algo que también hacemos. De ser así, estaríamos destrozando la relación y haciéndonos daño de forma totalmente gratuita. Cada persona está hecha a su manera y da amor de una manera distinta.
Una ruptura provocada por una adicción emocional representa una oportunidad para intentar eliminar algunas de nuestras necesidades y cultivar nuestro yo interior. Los corazones rotos se reconstruyen y, en el futuro, pueden dar vida a hermosas historias de amor entre personas queridas sin esperar nada a cambio.
El amor no se pierde, se transforma
No estamos hablando de un amor cualquiera, sino del amor a uno mismo, un tipo de amor que hace que uno se mire a sí mismo ya los demás con respeto y cariño. Si tu quieres amor, da amor, porque darlo es la mejor forma de recibirlo, y no sólo de los demás, sino también de uno mismo.
Es fundamental dejar libres nuestros sentimientos, poder sentirse bien, poder amar y ser amado.
“Lo que siembras, cosechas”.
En otras palabras, abrir nuestro corazón y dejar libres nuestros sentimientos evita que nos convirtamos en piedras duras, que, como sabemos, no sienten y no sufren, no sienten ni calor ni frío. Nosotros, en cambio, no somos piedras, sino corazones errantes que sienten y piensan.
Es evidente que nadie quiere vivir encerrado; por lo tanto, es una tontería convertirse en nuestros propios carceleros y oprimir los sentimientos que fluirían naturalmente.
“Puedes elegir entre ser una persona feliz y optimista y ser una persona triste y negativa. Nadie es responsable de la felicidad de otra persona, la decisión es individual”.
El amor propio es un trofeo que podemos ganar en cualquier momento
Amarte a ti mismo es la mejor manera de tener mucho que ofrecer a los demás. Verás que si tienes pareja, disfrutarás mucho más de tu relación si prefieres dar que satisfacer tus necesidades.
Es una cosa complicada, que puede generar conflictos, sobre todo al principio, ya que, normalmente, concebimos una relación amorosa como una relación de dependencia afectiva. Sin embargo, es bueno deshacerse de estos prejuicios y crear nuevos pensamientos al respecto: esto nos ayudará a revivir o cultivar el amor, tanto el nuestro como el de los demás.
"Para amar hay que emprender un trabajo interior que sólo es posible gracias a la soledad". Alejandro Jodorowsky