Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 14 de diciembre de 2021
A veces sentimos dolor viviendo en un mundo en la que la batalla siempre la ganan los intereses personales, los beneficios económicos, la maldad y el egoísmo.
Generalmente, la decepción y el desconsuelo resultantes nos llevan a creer que las buenas personas son escasas y que los pocos que están allí no podrán aportar nada significativo al mundo.
Sin embargo, las buenas personas son las que mantienen el mundo en equilibrio, las que resuelven este rompecabezas con su sinceridad, honestidad y buenas obras. Todas las personas que merecen el adjetivo "bueno" representan lo que nos gusta ver. Por lo demás, todo es simplemente insoportable.
El mundo que nos aflige, nuestro mundo
Hay imágenes que duelen, que de verdad nos hacen sufrir y que nos estremecen el alma. Incluso si podemos cerrar los ojos, el dolor de los demás siempre nos perseguirá. Hay casos en que la injusticia nos abofetea de manera vergonzosa.
Por desgracia, muchas cosas que hoy nos entristecen mañana ya serán olvidadas. Un ejemplo perfecto es la foto que ilustra precisamente estas palabras, la foto de la desgracia, de la vergüenza, del tormento.
“¿Quién soy yo para decirte que no vengas?
Yo también arriesgaría todo.
Cruzaría mares y fronteras y países.
Y cualquier otra cosa.
Ya se que no te voy a convencer.
Y ni siquiera pienso en ello.
Pero debes saber que, por este lado, el futuro es un bien de consumo.
Y los impuestos fronterizos se pagan en vidas humanas.
Aquí demostramos que solo nos importa cuando nos molestas.
Cuando tapas la playa y el sol.
Cuando tu imagen nos impacte y quede grabada en nuestra alma para siempre.
Sí, sé que es una pena.
Y te pido perdón.
Qué puedo hacer, aparte de todo lo que no estoy haciendo.
Pero quién soy yo para decirte que no vengas.
Si lo único que hiciéramos por ti fuera demostrar que no existes.
Si lo único que sabemos de ti es un número, ahora que te has ido".
(Risto Mejide)
No somos buenos si recordamos las cosas importantes
Gracias a la red, abrimos los ojos y comprendemos que los hilos que mueven el mundo son mucho más crueles de lo que podemos soportar. Ciertamente estas palabras e imágenes duelen y nos hacen reflexionar, pero con internet, la desgracia se olvida tan rápido como se viraliza.
Cuando algo nos toca por dentro, todos expresamos nuestra opinión; sin embargo, si hacemos un balance entre nuestras acciones y nuestras intenciones, vemos que estas últimas son preponderantes. Tenemos miedo de esas ideas que están cobrando vidas y nos aterra que los intereses que mueven el mundo sean más fuertes que nuestra unión.
Nuestras emociones intentan chocar con un mundo al que aún le tenemos miedo. Sin embargo, mientras las palabras vuelan como el aire, los sentimientos no pueden ser movidos ni siquiera por un huracán. Pueden desvanecerse, pero siempre permanecerán con nosotros, bloqueando el camino a la indiferencia.
No nos justifiquemos con palabras, no miremos para otro lado
Evidentemente, todavía no estamos suficientemente angustiados por la maldad y, en consecuencia, hemos podido tolerar nuestra impotencia. Pero no estamos programados para sentarnos cómodamente en nuestro sofá día tras día.
Quizás nos hemos quedado atrapados en una espiral que nos hace generar sentimientos de vacío. Sin embargo, sigo creyendo en el ser humano, sigo confiando en que podemos sentir y actuar en consecuencia.
Somos muy buenos para justificarnos con palabras.. Cuando tenemos que dar una opinión, le damos mucho sentido a nuestras oraciones, pero entonces el miedo le gana la batalla a la acción.
Ante las injusticias, no podemos blindarnos con alguna frase que enmascare nuestra frustración. Debemos dar vida a nuestras opiniones y no cerrar los ojos; tenemos que perdonarnos a nosotros mismos y empezar a tomar acción.
Con nuestra ausencia de acción, estamos manchando nuestra conciencia con sangre. La injusticia brilla con tanta fuerza que se vuelve cegadora. No permitamos que esto sea solo temporal: podemos luchar contra los perpetradores de las desgracias. Si actuamos, podemos crear ejemplos en lugar de opiniones.
El mundo es un hogar para todos sus habitantes. El hecho de que haya existido antes de que nazcamos y que seguirá girando incluso cuando estemos muertos no significa que no seamos responsables de lo que sucede.
Niños que se mueren de hambre. Familias de refugiados agotadas. Mujeres violadas. Soldados asesinados. Gente como nosotros esclavizados, que cosen ropa. Animales torturados. Espacios naturales arrasados. Gobiernos, ricos y mafias que juegan con los habitantes del mundo, crean necesidades, satisfacen sus intereses y nos fabrican zapatos.
Todo esto necesita más que una opinión. Por todo esto, el mundo necesita nuestro ejemplo, nuestra acción, nuestra lucha. El mundo necesita gente como nosotros para recuperar el aliento.