Última actualización: 08 de enero de 2015
¿Cuántas veces has escuchado esta frase? Se canta con entusiasmo en canciones llenas de pasión, y en muchas películas la protagonista y su amante intentan convencerse de que el pasado es pasado, nada más.
Pero eso es mucho más fácil decirlo que hacerlo: “El pasado es pasado”… Claro. Pero, ¿cuánto nos queda en el pasado para seguir avanzando? Somos, por naturaleza, insistentes. Si alguien nos abandona, no podemos evitar preguntarnos qué fue lo que salió mal en la relación, y cuando la nostalgia nos invade queremos reconstruir ese momento paso a paso, para luego dejarnos llevar nuevamente por mil consideraciones inútiles.
Y si somos nosotros los que dejamos a alguien atrás, nos seguimos preguntando si lo hicimos bien, y "como seria si...". Es un eterno retorno al pasado y, aunque no queramos reconocerlo, todos lo hacemos. Cuando nos hemos equivocado y nos arrepentimos, cuando nos han hecho daño y nos sentimos heridos, constantemente volvemos al pasado, a lamentar cómo fueron las cosas cuando ya no hay nada más que hacer. Y volvemos al pasado para quejarnos de nuestro destino, como si no hubiera otras mil cosas mejores que están por suceder en el presente y en el futuro.
No podemos vivir en el pasado, seguro que te lo habrán dicho muchas veces. Solo podemos tratar de compensar nuestros errores, superar nuestras decepciones y seguir adelante. No existe una máquina del tiempo, que un día nos devuelva a los momentos en que éramos felices con alguien a quien hemos perdido o que nos lleve a recuperar los pedazos de nuestro corazón o que nos permita corregir malas decisiones tomadas en el pasado ... es sólo una cosa que podemos hacer.
Lo he estado pensando durante mucho tiempo. Hace años, cuando me pasó algo así como el final de una relación, pasé mucho tiempo construyendo castillos en el aire. Imaginé una película donde las cosas se acomodaran, por ejemplo cuando fui yo quien se equivocó… En cambio, errar es de humanos. Desperdicié energía pensando en cosas que nunca sucederían, y así la vida siguió mientras permanecía enfocada en cosas sobre las que no podía hacer nada ahora.
Debemos pasar la página, andare avanti. Lo mejor que podemos hacer es pensar mejor antes de tomar una decisión, arriesgarnos, pero pensar que luego podemos sufrir las consecuencias, hacer lo que realmente queremos. Después de todo, esto es lo que duele: arrepentirse de no haberlo intentado siempre es peor que reconocer que te has equivocado. Porque de esto último no hay duda: cometimos un error, lo reconocemos y seguimos adelante. Pero cuando no hacemos nada, siempre nos preguntaremos "¿Qué hubiera pasado si lo hubiera intentado?".
Hacer lo que tengamos que hacer y encajar las piezas del pasado, también vivir las fases de negación, ira y aceptación: son sanas y normales. Cuando somos capaces de aceptar las cosas, estamos dispuestos a seguir adelante, porque hemos entendido lo que pasó y lo hemos superado.
El pasado solo se va cuando realmente lo dejamos atrás. No nos engañemos diciendo que lo es cuando en realidad lo seguimos reviviendo cada día. Y con la velocidad a la que vivimos hoy, las páginas del calendario nos roban días sin que nos demos cuenta... Y así ¿Por qué desperdiciar energía derramándola en un tiempo, en personas, en cosas que no volverán? Vendrán otras cosas, personas y otro tiempo nuevo.
Me gusta pensar que en el pasado he cometido muchos errores, pero que de cada uno de ellos he aprendido y he seguido adelante. Hay cosas que apenas recordamos y otras que permanecerán siempre con nosotros, pero que ya no son tóxicas ni negativas. No pueden herirnos ni preocuparnos, solo servirnos como experiencia.
Todo lo demás ha pasado, y ahora ha sido olvidado.
