El que sonríe siempre es más fuerte que el que se enfada

El que sonríe siempre es más fuerte que el que se enfada

El que sonríe siempre es más fuerte que el que se enfada

Última actualización: 01 de junio de 2016

Dicen que tu forma de vivir depende de dónde centres tu atención, por lo que es lógico pensar que es mucho más ventajoso encontrar una solución a lo que nos desestabiliza que pasar el día luchando contra molinos de viento. Las discusiones están entre las cosas que nos hacen más inestables, y una forma de salir de ellas es actuar con la serenidad de quien sonríe. y no con una ira impulsiva y duradera.



Cuando una situación se te va de las manos y sientes que no sabes por dónde empezar, la paciencia, junto con una pizca de optimismo, pueden ayudarte a superar la circunstancia inmune. De lo contrario, podría surgir en ti un desequilibrio emocional innecesario, lo que podría generar estrés, ansiedad e ira.

Quien sonríe serenamente siempre consigue lo que quiere

A veces nos encontramos envueltos en una discusión acalorada; en la mayoría de los casos suele ocurrir con un familiar o amigo. Esto hace que la tensión sea aún mayor dado que un desacuerdo que salió mal puede resultar en resultados que podemos lamentar.

Ante tal circunstancia, hay dos posibilidades: perder el control de la situación o racionalizarla al máximo. La elección de uno u otro depende de nuestra fuerza para controlar la impulsividad y mantener la cabeza fría. En este sentido, es mucho más saludable tener la mente abierta, porque puede llevar la conversación a un punto seguro.

"Es más fácil conseguir lo que quieres con una sonrisa que con la punta de la espada"

(William Shakespeare)

No se trata de ganar o perder; la lección aprendida por aquellos que han sabido actuar con serenidad será mucho más útil para el futuro: El diálogo pacífico, una sonrisa en el momento adecuado y un comportamiento tranquilo ante la agitación servirán para otras situaciones similares que tendrás que enfrentar. Por eso, te decimos “sonríe serenamente si quieres lograr algo”.



Enfadarse te lleva a un callejón sin salida

Aparte de algunos beneficios esporádicos, la ira te llevará a un callejón sin salida: la furia no te deja oír ni ser oído, así como impide la comprensión.

Las discusiones surgen cuando la conversación cambia repentinamente de tono, luego la voz se eleva y no puedes ver nada más que tu propio ego. Ninguno de los dos interlocutores se detiene a pensar si acaso se equivoca, si intenta imponer sus ideas o si tiene creencias que pueden no corresponder a la realidad.

"Aferrarse a la ira es como agarrar un carbón encendido con la intención de tirárselo a alguien: al final, eres tú quien se quema".

(Buda)

La ira nubla las sensaciones y convence al sujeto que la experimenta de que es imposible que se equivoque. Quizás esta persona no sea consciente de que ganar el conflicto no le aportará nada, ya que no aprenderá nada de los pensamientos de su interlocutor y seguramente habrá malentendidos.

Manejar una situación difícil con calma.

El que sonríe ante las complicaciones será más fuerte que el que se enfada, sobre todo porque podrá gestionar mejor las situaciones difíciles a las que se enfrentará. Sabrá que la reflexión y el análisis son los enemigos acérrimos de la actitud arrogante que suele enfadarnos.


También obtendrá la experiencia necesaria para buscar soluciones a sus problemas y se abrirá a la tolerancia necesaria para tener relaciones interpersonales.. Es importante saber escuchar y respetar lo que piensan los demás, aunque sea una idea diferente a la nuestra.; también es necesario recordar que todos podemos equivocarnos de palabra o de hecho.


Puede parecer obvio, pero aprender a controlar los nervios en los momentos delicados ayuda a canalizar la ira en los momentos en que no se puede contener. No se trata de ver los problemas de los demás como si no existieran, sino de aprender a gestionarlos de forma eficaz.

"En momentos de gran estrés o adversidad, siempre es mejor mantenerse ocupado para dirigir tu ira y energía hacia algo positivo"

(Lee Iacocca)

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