Última actualización: 23 octubre, 2015
Somos nuestro clima,
nosotros decidimos el color del cielo dentro del universo emocional
vivimos en.
Fulton J. Sheen
En determinados momentos de la vida, podemos encontrarnos estancados a nivel emocional, sin poder expresar lo que sentimos por dentro. Es posible que ni siquiera sepamos reconocer nuestro estado de ánimo y que lo percibamos como un fantasma cuya figura somos incapaces de delinear.
La cuestión es que, por diversas razones, las emociones quedan aprisionadas en determinados momentos de nuestra vida.. Como si estuvieran encerrados en una jaula, sin posibilidad de salida, y al mismo tiempo generan un malestar tan intenso en nosotros que afecta nuestro cuerpo y las relaciones que tenemos con los demás.
Le ha sucedido esto a usted?
Piensa un momento en ello ...
Quizás llevas meses en la tristeza sin soltarla con lágrimas, sin expresarla y sin compartirla. Quizás te has sentido impotente ante una situación que considerabas injusta, pero no has hecho nada, no has podido expresar tu enfado tras un engaño, no has expresado tu alegría por miedo a lastimar a alguien o simplemente has tenido la sensación de no saber cómo te sentías, qué querías o hacia dónde ibas.
Lo has mantenido oculto, has abrazado el veneno de la misma manera que una persona guarda un tesoro.
Sea cual sea la situación o experiencia por la que hayas pasado, no has podido o no has podido expresarte plenamente, has reprimido tus emociones. Estaban como atrapados, bloqueados y acumulados dentro de ti sin salida.
Mantener las emociones adentro significa llevar una carga emocional peligrosa que a menudo también tiene repercusiones en el cuerpo..
Necesitamos profundizar...
Si dejamos de conocer o experimentar lo que sentimos, más o menos conscientemente, entonces rompemos la conexión con nosotros mismos.
Las emociones son necesarias y es útil experimentarlas. Es muy importante permitirnos expresar las emociones porque son una herramienta para conocernos mejor y entender lo que necesitamos..
Lo que pasa es que la mayoría de las veces aprendemos desde pequeños a reprimir las emociones, nos enseñan que son peligrosas y por eso es normal negarlas o mantenerlas bajo control. Así aprendemos desde pequeños a dejar de experimentar nuestras emociones y enviarlas a nuestro inconsciente.
Sin embargo, si las emociones no se expresan, tampoco se superan. De alguna manera se quedan dentro de nosotros, en nuestro cuerpo, nos invaden.
El problema es que las emociones atrapadas también pueden convertirse en una forma de ser o de afrontar la vida. El adulto normaliza su bloqueo emocional como medida defensiva y protectora para evitar sentir dolor.
Nos alejamos de lo que sentimos y así creemos que no somos responsables de ello. Hacemos oídos sordos cuando se escucha nuestra voz interior, nos ponemos en piloto automático y negamos las emociones
Aunque sentir emociones da miedo, aunque nos cueste expresar lo que nos pasa a nivel emocional o no queramos sentir dolor, es fundamental hacerlo para sentirnos bien.
Como hemos dicho, el problema es que retenemos o reprimimos lo que sentimos, que no reconocemos nuestras heridas y vivimos como si estuviéramos anestesiados o durmiendo.. Los sentimientos, las emociones son pura energía y si no las expresamos, nos quedamos sin.
De vez en cuando, especialmente cuando surgen circunstancias importantes, no está mal preguntarnos cómo nos sentimos y reflexionar unos minutos mostrando total sinceridad hacia nosotros mismos.
Es necesario aceptar toda nuestra gama de emociones para disfrutar plenamente de la vida, teniendo cuidado de no expresarlas de manera exagerada.. El secreto está en el equilibrio, en encontrar un punto intermedio.
No es tanto la intensidad con la que expresamos nuestras emociones, sino ser conscientes de que estas emociones son una señal, una pista de lo que sucede en nuestro interior.