No es lo mismo elegir pareja porque quieres, libremente y sin prisas, o porque tienes miedo de estar solo. En este artículo el psicólogo Marcelo Ceberio nos habla sobre este tema.
Última actualización: 03 de enero de 2022
Cuando quieres encontrar pareja, necesitas estar predispuesto a "investigar". Si bien parece obvio, muchas personas hacen exactamente lo contrario. El miedo, la inmadurez, la renuencia a comprometerse y muchas otras razones actúan como factores de boicot en el proceso de selección de socios.
Es importante distinguir el deseo de ser pareja de la necesidad imperiosa de tener pareja. Este último surge de la dificultad de estar solo con uno mismo y de la búsqueda desesperada de alguien que pueda llenar ese vacío.
Encontrar pareja y soledad personal
La soledad personal parece ser el motivo para encontrar pareja. Pero este no es un buen comienzo cuando consideras que la soledad es una mala condición.
Generalmente, estar solo se asocia con una devaluación de la propia condición. Nos sentimos no deseados, apartados, rechazados, marginados, rechazados, abandonados. Esta condición se asocia con tristeza, angustia y depresión.
Esta forma de pensar es observable a lo largo de la historia, desde el precepto de la Biblia de que “no es bueno que el hombre esté solo”, hasta el verso de una icónica canción de los años 60 que dice “Estoy muy solo y triste en este mundo abandonado…”. La soledad está mal vista, no solo para quienes la experimentan, sino también a nivel social.
Si la soledad tiene tantos inconvenientes, ¿quién querría estar solo? Sin embargo, no existe una condición de soledad en un sentido absoluto, puedes sentirte solo aunque estés con alguien.
Soledad en la pareja
Una de las soledades más difíciles de afrontar es la que se siente en el seno de la pareja. Este tipo de soledad crea numerosas carencias emocionales. A esto hay que sumarle el contexto en el que vivimos.
A lo largo de los años, el contexto social en el que se vive le recuerda a la persona que se ha quedado soltera, que no tiene pareja, que no se ha casado, que no ha formado una familia, que no tiene hijos, etc. Toda una serie de "no" que hacen que la gente se sienta inadecuada. Esto es especialmente cierto cuando la mayoría de los amigos se han casado, están esperando hijos o ya tienen una familia. Estas situaciones son como un espejo que muestra lo que quieres y lo que no tienes.
Es este contexto el que aumenta la imagen trágica de la soledad y afecta fuertemente la autoestima de las personas. Nos enfrentamos a nuestras propias faltas, a lo que no tenemos. Es como si tuvieras una deuda pendiente. Esta condición se vive como insoportable y, al final, tratamos de escapar de la soledad lo antes posible.
Lo que pasa es que en esta huida desesperada de la soledad, muchas veces tendemos a elegir a una persona que pueda llenar ese vacío, ese sentimiento de soledad. Esto nos lleva a crear “fantasmas”, proyecciones ideales en las que el otro no es en realidad otra persona, sino una especie de gran pantalla en la que se proyectan nuestras necesidades.
Esto debe mostrar nuestras deficiencias. Sin embargo, no tener pareja no significa necesariamente que tengas carencias. Generalmente, las personas que tienen carencias establecen relaciones afectivas basadas en la adicción, porque son incapaces de vivir consigo mismas y buscar referentes en la pareja. También trata de llenar un vacío personal buscando el reconocimiento de los demás.
Es importante tener en cuenta que esta necesidad generará ansiedad que produce ciertos comportamientos. Esta lucha por los espejos -causada en muchas ocasiones por el miedo a la soledad, la falta de reconocimiento y la baja autoestima- lleva a elegir una pareja con la que difícilmente se puede tener una relación profunda.
Encontrar pareja por necesidad: ¿cuáles son las consecuencias?
Cuando te ves empujado a buscar pareja por necesidad, haces una elección que podríamos definir como desesperada. Esto se debe a que el sujeto pone al otro en un pedestal, buscando el reconocimiento de este último. Es una de las consecuencias del "mal amor" y forma la base de la alienación entre los miembros de la pareja.
Estas elecciones desesperadas son comparables a las profecías autocumplidas. Te esfuerzas tanto por no estar solo que terminas estando solo de nuevo. Estas parejas están destinadas a no durar mucho, devolviendo al sujeto a la situación inicial de soledad.
Otra versión de la soledad
Sin embargo, existe otra versión de la soledad, que no tiene ningún significado negativo y que mejora nuestra autoestima. Es lo que nos permite sentirnos bien con nosotros mismos y disfrutar del tiempo que pasamos a solas.
Una persona con buena autoestima es interdependiente y no tener pareja aún les permite compartir su preciado tiempo. Por lo general, estas son personas que no están estresadas por la ansiedad o la desesperación y que disfrutan de su tiempo y se valoran a sí mismas.
Tener esta conciencia y darle importancia a tu tiempo significa elegir con cuidado cuándo aceptar una invitación o decidir conscientemente cuándo pasar tiempo con alguien. Cuando te sientes bien contigo mismo, aprecias y valoras tu tiempo. Por lo tanto, la persona se vuelve selectiva, porque no quiere perder el tiempo innecesariamente. No se trata de ponerse a la defensiva, es solo una forma de precaución.
Al fin y al cabo, la primera pareja que tenemos es la soledad, que no es más que la condición sine qua non para tener una relación con otra persona.
Si quieres elegir una buena pareja, primero debes establecer una relación sana con tu soledad. Esto significa tener una relación sana contigo mismo.
Elige un compañero porque lo quieres
Elegir a una persona a partir de un deseo maduro, adulto y sin que nos empuje la neurosis nos da la oportunidad de encontrar pareja observando tanto los aspectos positivos como los negativos. Nos gustaría subrayar que no son aspectos positivos o negativos per se, sino que son válidos para la persona individual. Por tanto, responden a necesidades personales y subjetivas.
Encontrar pareja porque la quieres implica aceptar tu propia soledad. Si me siento cómodo conmigo mismo, tendré que hacer una elección cuidadosa cuando quiero compartir mi precioso tiempo con otra persona.
Aceptar tu soledad y sentirte bien solo son el punto de partida para elegir una buena pareja. Esto también significa tener cuidado cuando nos encontramos eligiendo pareja en un momento determinado de nuestra vida.
Sin embargo, extremar la precaución puede llevarnos a ser demasiado selectivos en nuestra investigación. De hecho, no es raro pasar de una posición defensiva a una fobia hacia una relación. En estos casos, existe el riesgo de estar solo (soledad + cautela + posición defensiva + fobia = soledad).
Puede parecer un imperativo categórico, pero si eliges a tu pareja por necesidad, corres el riesgo de encontrarte en una relación tóxica y en el juego del “mal amor”. No es lo mismo querer una pareja o necesitarla desesperadamente. Hay una diferencia notable entre una persona que quiere a alguien y una persona que necesita a alguien.
Para explicarlo con una metáfora, la necesidad es como estar tres días sin comer y sentado en un restaurante. La desesperación nos lleva a comer lo primero que tenemos delante, por ejemplo, el pan que nos acaba de traer el camarero. No esperamos el menú y, cuando nos lo traen, elegimos el plato que se puede preparar más rápido. Por el contrario, si tomamos un refrigerio, cuando estamos en el restaurante, primero pediremos un aperitivo y luego elegiremos con tranquilidad el plato que más nos guste.
Estar a gusto con nosotros mismos y con nuestra soledad, aunque no son indicadores de una elección correcta, nos permite elegir libremente y sin prisas. Esto quiere decir que se elige a partir de una simetría relacional, de una condición igual. Sin embargo, si estamos desesperados, seremos fácilmente manipulados.
Idealización y visión realista
Elegir pareja implica seleccionar sólo un sujeto (la persona que elijo), pero con dos implicaciones personales. En el primero, se idealiza a la persona elegida y sólo se observan las virtudes que consideramos o le atribuimos. En el segundo, se elige a la persona tal como es, con sus virtudes y defectos.
Sin embargo, cabe señalar que en el proceso de formación de una relación de pareja, la idealización corresponde al primer período, mientras que la visión realista toma el relevo en una etapa posterior. Esto, sin embargo, no siempre sucede, pues implicaría ver a la pareja como un todo; en sus aspectos positivos y negativos.
Para pasar de la idealización a la visión realista, también es necesario aceptar y comprender los aspectos de la pareja que no se consideran positivos (virtudes + defectos = ser humano real). Las personas que tienen carencias afectivas proyectan sus carencias en el otro buscando un salvador y acaban creando un ser idealizado cuyas virtudes sólo se observan.
Quien elige por necesidad considera sólo los aspectos del otro que satisfacen sus necesidades. Solo ves lo que quieres ver y borras el resto. De esta forma, negamos la existencia de aspectos que no nos gustan y atribuimos al compañero características que no tiene y sobre las que se modela el ideal de pareja que quiere formar.
Quienes quieren formar pareja y se conocen bien son más objetivos en su elección. Si sabemos quiénes somos y qué queremos, entenderemos mejor quién es y qué representa realmente la pareja para nosotros. De esta forma, será una persona real y no idealizada.
El que elige por deseo ve al otro en su totalidad, mientras que el que elige por necesidad tiene en cuenta sólo los aspectos idealizados.
Es obvio que aquellos que prefieren el equilibrio entre los aspectos positivos y negativos considerarán más a los primeros para enamorarse., lo que permitirá cierto grado de éxito en las relaciones amorosas. Sin embargo, no es raro encontrar personas que, a pesar de la prevalencia de aspectos negativos, insisten en querer estar con una persona llevando la relación a niveles extremos.
En estos casos vivimos a la expectativa de respuestas ideales y sentimos frustración cuando las respuestas de la pareja no coinciden con las esperadas. Son personas que se enamoran de un “fantasma” construido en base a necesidades personales. Por lo general, trasladan su incomodidad a la pareja.
Son sujetos que sufren porque viven en la utopía de adaptar al otro a sus propios deseos, modelarlo según las necesidades personales, sin entender quién es. El compañero, a su vez, se siente inadecuado frente a las exigencias del otro: ser alguien que no es.
Una historia de amor puede convertirse en una relación de pareja. Es la transición del amor ideal (o enamoramiento) al amor verdadero basado en la creación de un vínculo emocionalmente maduro. Las personas que se aman tácitamente están de acuerdo en cómo se sienten, sobre las razones de este amor y sobre cuáles son los aspectos del carácter del otro que no alimentan este sentimiento. Así se forma una pareja.