Última actualización: 18 agosto 2015
Crecer y convertirse en adulto no es sólo acumular años o ver aparecer arrugas en la cara, día tras día. Crecer significa saber madurar en el tiempo, conservando lo positivo de cada etapa vivida y de cada fase de nuestra existencia.
Desafortunadamente, no siempre es fácil madurar en armonía y felicidad. Hay momentos en que nuestro "yo adulto" se siente frustrado, abrumado por problemas no resueltos, i que nos transforman en personas taciturnos, sin esperanza y sin amor por las cosas, para los que nos rodean y para nosotros mismos.
Seguro que muchos se reirán al enterarse de "Niño interior", No entender lo que es: a menudo, la infancia se asocia con un período de inocencia ciega, en el que aún no se entiende cómo funciona el mundo y la vida. Para ello, a los niños se les concede cierto grado de inocente locura y espontaneidad: porque todavía no saben cómo van las cosas.
Sin embargo, lo más probable es que sepan mucho más que nosotros y crean en valores que hemos perdido. Todos seguimos viviendo con nuestro niño interior muy bien escondido, y es gracias a él que hay un equilibrio entre nuestra parte racional y la más libre, pura y esperanzada, que sigue pidiendo amor.
La voz de nuestro niño interior
Lo creas o no, el niño que llevas dentro no se ha ido para dejar sitio al adulto serio que eres ahora. Sigue ahí, oculto y reprimido la mayor parte del tiempo, porque no quieres dejar salir lo que representa.
El niño interior, de hecho, te hace reflexionar sobre cosas que no siempre quieres escuchar.:
- Te pide que no le des demasiada importancia a las cosas materiales, para relativizar los problemas, para quitarse ese aura de tristeza, para alegrar la cara y para salir a pasear con libertad.
- Él te pide que seas amado y cuidado. te pide amor para el y para los demas. Quiere ser abrazado, mimado, cuidado y estar en el centro de tu vida. ¿Eso te dice algo? Se trata de la autoestima.
- A veces te pide que no seas demasiado exigente contigo mismo, que te relajes y te concentres en las cosas simples que te rodean, que aprecies la frugalidad y las pequeñas alegrías, quiere que juegues con él y experimentes cosas nuevas. Él te pide, sobre todo, que no pierdas la alegría de vivir y amor por ti mismo. Quiere que seas espontáneo y atrevido.
Sin embargo, hay un aspecto muy importante que no puede pasarse por alto: es posible que tu infancia no haya sido muy feliz, que dentro de ti haya heridas, vacíos y quejas y que, en realidad, nunca podréis ser verdaderamente niños.
Puede ocurrir que las circunstancias te obliguen a crecer de repente, impidiendo que disfrutes al máximo de aquellos aspectos que todos los niños necesitan: amor, reconocimiento, cariño, apoyo, etc.
Estas situaciones te hacen crecer desanimado, lleno de inseguridades y miedos., transmitido por el niño que nunca fuiste, por esa herida que aún vive en ti. ¿Quieres saber qué hacer en este caso? Te lo explicamos a continuación.
Encontrarnos y cuidar nuestro niño interior
Se dice que el que vive del arte, de la creación, el que sabe vivir con poco y el que sabe regalar sonrisas sin motivo, nunca ha roto el vínculo con su niño interior. Puede ser que, en ocasiones, se le señale como un loco, por su espontaneidad y excentricidad.
Puede parecerte extraño, pero mantener el cordón umbilical conectado a ese niño interior, sano y feliz, puede ser una experiencia muy enriquecedora, capaz de curar muchas heridas emocionales y fortalecer la autoestima.
¿Cómo puedes reencontrarte con tu niño interior y cuidarlo? Tomar nota:
- Visualízate como un niño, busca también una fotografía si la necesitas. Es un sencillo ejercicio para reflexionar, un acto de introspección con el que llegar a la esencia del ayer que contiene el niño que has sido.
- Piensa en una imagen, recuerda una época en la que tenías 7 u 8 años. ¿Que ves? ¿Un niño alegre, un poco confuso y franco? ¿Ves a un niño feliz abrazando a sus padres? Intenta absorber ese amor y pregúntate si sigues siendo la misma persona. ¿Ves un dolor del pasado, una herida aún fresca? Acéptalo y perdona, te sentirás más libre. Necesitas calmar este recuerdo y crear un equilibrio donde no haya rencor y donde puedas vivir en paz.
- Continuar con la visualización personal y establecer un diálogo con ese niño, con tu "yo infantil". Debes establecer una fuerte unión con él; pregúntale qué necesita para ser feliz y espera sus palabras y peticiones.
Tienes que convencerlo de que, de ahora en adelante, lo cuidarás, lo amarás, avanzarás juntos con nuevas ilusiones, relativizando los problemas, riendo, siendo más puro y no reprimiendo sus necesidades básicas.
Tómalo fuerte de la mano y nunca más lo pierdas.