Las heridas emocionales de la infancia nos motivan a generar máscaras que disimulan nuestra vulnerabilidad. Nos referimos a puntos de dolor que afectan prácticamente a todo lo que hacemos.
Última actualización: 13 de junio de 2022
La mayorÃa de nosotros tenemos heridas en nuestra "piel emocional" que necesitan ser aceptadas y sanadas. Puntos de dolor que parecen haberse vuelto crónicos. ¿Cómo identificar las heridas emocionales de la infancia y su impacto? ¿Cómo afectan a la elección de pareja?
Es necesario aclarar los patrones que subyacen a nuestras acciones. Un mapa claro de nuestro territorio emocional facilitará atravesarlo con éxito, pudiendo realizar cambios más efectivos. Más especÃficamente, en el ámbito social permitirá generar o fortalecer vÃnculos que brinden seguridad, confianza y claridad.
Las personas que desarrollaron un apego seguro en la infancia tienen una valiosa ventaja para vincularse con los demás y no tienen miedo al abandono. En otras palabras, pueden llevar vidas adultas independientes, autónomas y emocionalmente responsables.
Las heridas del alma según Lise Bourbeau
Según la experta Lise Bourbeau, existen cinco heridas emocionales que se crean durante la infancia y cinco máscaras que nos ponemos para esconderlas y poder vivir con ellas. Lise Bourdeau también afirma que la profundidad de la herida determina la intensidad de la máscara que creamos.
A menudo en la edad adulta es necesario iniciar un trabajo que nos permita perdonar y soltar todas estas máscaras.
Si no, se convierten en un obstáculo para la autenticidad, asà como en un campo minado para la incomodidad que conlleva la disonancia. Las heridas provienen del rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia.
Herida de rechazo: máscara del esquivo
La herida del rechazo se asienta en la psiquis del niño entre la concepción y el primer año de vida. El niño mantiene un apego evitativo con uno de los padres o con ambos.
El adulto que llevaba esta herida fue sometido de rechazo durante su infancia y tenderá a rechazarse a sà mismo ya los demás.
Asimismo, las experiencias placenteras y exitosas serán rechazadas por el profundo sentimiento de vacÃo interior y la creencia errónea de que no las merecen. Esta herida lleva a llevar la máscara del escurridizo.
El mayor miedo que tienen las personas con una herida de rechazo es el miedo al rechazo.
Heridas emocionales de la infancia: el abandono y la máscara del empleado
Desde un punto de vista cronológico, entre el primero y los tres años de vida, la segunda herida que se puede causar es la del abandono. El progenitor crea un vÃnculo de apego ambivalente lleno de contradicciones.
Aquellos que han experimentado el abandono tenderán a abandonar proyectos y socios., hasta que tomes conciencia y te responsabilices de tu vida y soledad.
El adulto con esta herida busca constantemente atención, apoyo y protección de las personas que lo rodean. Su mayor miedo es la soledad y por eso usa la máscara de empleado.
Heridas emocionales de la infancia: la humillación y la máscara del masoquista
La tercera herida es la de la humillación, que se genera entre el primer y el tercer año de vida; el padre se relaciona con el niño a través de un apego ansioso y ambivalente.
Los adultos que han tenido experiencias de abuso, humillación, confrontación o ser humillado debido a su apariencia fÃsica, actitudes y comportamientos durante su infancia suelen llevar este peso sobre sus espaldas.
La mayorÃa de las veces son seres inseguros, tÃmidos e indecisos que, en el fondo, se sienten culpables y no se creen libres. Los que sufren la herida de la humillación llevan la máscara masoquista.
Herida de traición: máscara de controlador
La cuarta herida emocional es la de la traición que resulta de un apego desorganizado por parte de los padres. Ocurre entre los dos y cuatro años de edad. El adulto con la herida de la traición será cauteloso, ya que no se le permite confiar en nada ni en nadie.
El mayor miedo es mentir y uno intentará subconscientemente involucrarse en situaciones en las que inevitablemente será traicionado.
Las personas con la herida de la traición usan la máscara del controlador, rodeándose de una neblina de celos y miedo a la separación.
Heridas emocionales de la infancia: máscara del rÃgido
La última herida es la de la injusticia, entre los cuatro y los seis años, arraigada en un apego desorganizado a la figura de referencia. En este caso, el niño se siente bloqueado en su individualidad, en su esencia.
En algún momento, todos hemos vivido o presenciado situaciones injustas; sin embargo, en este caso parece imposible hacerles frente y las reacciones son desproporcionadas.
Una de las caracterÃsticas más importantes es el miedo a equivocarse y la tendencia u obsesión por encontrar la perfección. Las personas con la herida de la injusticia llevan la máscara de la rigidez.
¿Con qué parámetros elegimos a la pareja?
Las heridas emocionales de la infancia determinan en gran medida los lazos que establecemos a lo largo de la vida. Uno de los lazos más importantes es el de pareja. AsÃ, la persona con herida de rechazo huye de la intimidad.
Por el contrario, un adulto con una lesión por negligencia intenta teme que la pareja no lo ame o no lo quiera realmente. Le resulta difÃcil interactuar con las personas de la manera que le gustarÃa, ya que espera más intimidad o vÃnculos de los que se le brindan. Es asà como surge la adicción emocional.
Los que han sido humillados atraen a personas que los hacen sentir humillados. Una mujer puede atraer a un hombre que coquetea con otras mujeres, y un hombre puede atraer a una mujer que es muy provocativa con otros hombres.
Por tanto, el adulto con una herida de traición mostrará una actitud seductora y manipuladora, tomará el poder y hará sentir débil a la pareja que tiene a su lado.
Finalmente, la herida de la injusticia se refleja en una personalidad frÃa, rÃgida y con dificultades para acoger a la gente, ya que prefiere estar sola.
Consciente del apego
Según Lise Bourbeau, aunque usamos estas máscaras en un vano intento de protegernos, paradójicamente atraemos situaciones y personas especÃficas para que se sientan rechazadas, abandonadas, humilladas, traicionadas o injustas.
Afortunadamente sanar las heridas emocionales de la infancia y abandonar estas máscaras es posible si reconocemos la realidad de los hechos, nos perdonamos a nosotros mismos y a las personas que nos han lastimado. Asà comenzaremos a aceptarnos y amarnos por lo que somos.