Última actualización: 02 de abril de 2015
“¡Se me cayó el mundo encima!
Era el compañero perfecto"
Vacío, desesperación, ira, frustración, dolor, angustia son la mezcla de sentimientos que afloran cuando se descubre la infidelidad de la pareja. La intensidad del dolor suele estar relacionada con el tiempo de convivencia o la duración de la traición. No quiere decir que quienes acaban de iniciar una convivencia y descubren una relación paralela sufran menos, pero quien lleva años al lado de una persona y descubre su infidelidad tiene la sensación de que todo ese tiempo se convierte en nada.
Han dejado de existir aquellos que han dedicado años de su vida a su pareja e hijos. Las mujeres nacidas entre las décadas de 60 y 70 fueron educadas para el sacrificio, para postergar sus sueños y metas de desarrollo personal, aunque para algunas el desarrollo personal era precisamente el rol de esposa y madre.
Quienes han dedicado los mejores años de su vida a una relación pierden la columna vertebral de su vida presente y futura ante la infidelidad. Cuando el cónyuge se va, la herida se abre y el proceso de "duelo" permanece por un tiempo incalculable. Depende de los recursos sociales, familiares y personales para superar la traición. El deseo de llamar al ex y rogar por su regreso, y sentir la necesidad de discutir es natural, es una reacción humana.
La confianza ha sido traicionada
Algunos socios, después de que se descubre la infidelidad, deciden quedarse con su cónyuge sin comprender o reconocer el daño causado a la relación y al cónyuge. Pretender que todo se resuelve con una conversación efímera es la demostración de una visión miope y egoísta. Está mirando sólo desde su propia perspectiva. La confianza no se recupera con solo decir “lo siento”.
Vivir una mentira es haber llevado una doble vida en la que muchas veces se ha optado por crear discusiones estériles sólo para poder tener la excusa de ir al encuentro del amante.
¿Se puede recuperar una relación después de una traición? Es difícil pero no imposible. El primer paso importante es reconocer el daño que se ha hecho a la relación.
Es necesario comprender qué factores contribuyeron o empujaron a esta traición. Sin embargo, hay que decir que muchos engaños no tienen atenuantes ya que la pareja siempre tiene la opción de terminar la relación o divorciarse antes de engañar.
Quien traiciona engaña a tres personas: a sí mismo, porque es imposible tener intimidad con otro u otro durante meses o años sin sentir nada; el cónyuge o pareja con quien vive; la otra persona. Normalmente, si una persona acepta una relación con otra sabiendo que tiene una relación a largo plazo con una tercera persona, es porque espera que la otra relación termine.
Los seres humanos no somos autómatas. Es imposible dividir los sentimientos cuando se comparte la intimidad durante mucho tiempo.
Es absurdo que el infiel espere que el cónyuge no exprese sus sentimientos al respecto y que “borremos todo y pasemos página” signifique no retirarse más de la conversación. Por el contrario, debemos enfrentar por qué sucedió, sin excusas.
La confianza se recupera con hechos, no con palabras. El perdón es activo, no pasivo. No son las flores y los chocolates los que curan la herida, ni tarda ni una semana ni un mes en sanar.
Las etapas en la vida de pareja y la infidelidad
Muchas personas, a pesar de reconocer que quieren a su pareja, no la aman. Se esconden y guardan silencio sobre su malestar durante mucho tiempo, lo que lleva a la crisis inevitable.
A medida que una relación avanza con el tiempo, la pareja experimenta un bullicio de sentimientos. El inicio del noviazgo es la etapa de la ilusión en la que se idealiza a la persona que contiene todo lo que ambos necesitan. La convivencia deja lugar a la rutina y las responsabilidades, mientras que la procreación reduce el tiempo dedicado a la complicidad de la pareja, reduciendo la seducción y el misterio entre sí día tras día.
La llegada del primer hijo implica la división de los afectos… ¡ya no hay dos! La atención, el cuidado y el compromiso se comparten con el recién llegado. En esta fase, muchos hombres se sienten reemplazados porque no participan activamente en los primeros meses de vida de su hijo.
El placer sexual disminuye y aparece una frustración no expresada.
Hablamos, pero no nos comunicamos. Dejas de vivir para ti y el uno para el otro. Los espacios comunes se pierden. Muchas madres acaparan el cuidado del recién nacido en lugar de compartir la responsabilidad y disfrutar ambas del niño. Muchos dejan de cuidar su aspecto físico y ponen a su pareja en un segundo plano. No es casualidad que sea una etapa en la que vemos un mayor porcentaje de casos de infidelidad de los maridos.
En lugar de expresar su descontento, el hombre se refugia en el alcohol o en los amigos. Aparecen unos celos inexplicables. La frustración crece con la indiferencia. Mientras tanto, la madre vive su vida como una extensión de la de su hijo.
Años más tarde, cuando los hijos entran en la edad de la adolescencia o abandonan la casa, los miembros de la pareja vuelven a la condición inicial, es decir, solos. Muchos tienen miedo de enfrentarse a esta soledad con su pareja. ¿Porque? Porque se ha convertido en un extraño.
¿Te sorprende que a estas alturas no vuelvas a sentir las mismas cosas? ¿Podría su amor ser diferente?
La vida cambia, es dinámica, y lo que escuchas hoy no será lo mismo mañana. La fase de idealizar el compromiso ya ha terminado. Ya no cabe en la imaginación. Es inmaduro pensar que esa etapa continuará.
El amor también madura, esto es lo que permite evitar las diversas crisis o altibajos en la pareja y, posteriormente, en la familia. La pasión da paso a la calma, la estabilidad, el amor tranquilo, pero ¿por qué no se siente vivo? ¿Qué habéis hecho para mantener la seducción y la complicidad de la pareja?
En este contexto, muchas mujeres no hablan de su insatisfacción sexual. Continúa el mito de que las mujeres sirven para satisfacer y no para disfrutar de la sexualidad. Dan pero no piden. ¿Cómo sabe tu pareja lo que te gusta si no lo expresas?
Este es uno de los factores que inciden en la infidelidad femenina, pero, al igual que en la traición masculina, ambos son responsables: tanto el que no da como el que no pide. Si ese es tu caso, busca ayuda profesional.