Última actualización: 19 de marzo de 2016
Entre hermanas no cuenta ni el tiempo ni la distancia. Esos rostros que comparten expresiones similares y la misma forma de reír volverán a mirarse con la misma complicidad de siempre, intuyendo todo lo que no se dice con palabras y alimentándose, una vez más, de ese vínculo invisible que habita eternamente en sus corazones. .
Todos sabemos que las relaciones fraternales suelen ser un sistema de apoyo único y excepcional. Nuestros hermanos son miembros de la familia que probablemente pasarán la mayor parte de nuestro ciclo de vida con nosotros. Con ellos compartimos un pasado, vivencias y un legado emocional, construido de manera aún más particular en el caso de las hermanas.
El vínculo entre hermanas trae a menudo el eco de aquellos años de infancia marcados por las peleas por la ropa y el profundo odio derivado de ser la hermana mayor o la menor. El vínculo entre hermanas ahora está alimentado por un cariño que nunca ha fallado, un cariño que no ve distancia y que implica una preocupación diaria por el bienestar del otro.
Según un estudio realizado por la Universidad de Illinois, la relación entre hermanos es ese primer contacto que un niño o niña tiene con un igual. Este es un hecho esencial que los padres deben tener en cuenta.
Lo más curioso del vínculo fraternal es que tiende a ser complejo durante los primeros años de la infancia. Sin embargo, una vez que llega la madurez, esta relación se convierte en un maravilloso pilar, una alianza excepcional.
Te invitamos a profundizar en el tema.
Hermanas: entre el amor y la rivalidad
Es importante aclarar de inmediato que las relaciones familiares son muy complejas y particulares. Esto significa que, Claramente, no todas las hermanas viven este vínculo de manera positiva y enriquecedora.. A menudo, superar muchas de estas situaciones problemáticas significa también iniciar un adecuado proceso de regeneración personal.
Hay un libro muy interesante que trata este mismo tema. En Brothers and Sisters - Discovering the Psychology of Companionship, la psicóloga Lara Newton habla de la perspectiva diferencial en la que, en ocasiones, la relación entre hermanas oscila entre la rivalidad y el afecto más intenso posible.
Veamos algunos ejemplos que pueden determinar la complejidad de esta relación:
- El contexto familiar y educativo en el que crecemos puede afectar a la relación entre hermanas (estereotipos sexistas, preferencia de un hijo sobre otro, etc.).
- El orden de nacimiento también da lugar a algunas diferencias entre ambos durante los primeros años.. Pueden aparecer celos o puede surgir un instinto de protección de la hermana mayor hacia la hermana menor.
- Crecer con una o más hermanas también significa pasar por diferentes ciclos en los que crecen como mujeres y aprenden cosas nuevas unas de otras. Asi que, poco a poco nace un vínculo basado en la complicidad, la regeneración y el indiscutible apoyo que se brindan unos a otros, que tiende a perdurar en el tiempo.
Apoyo emocional entre hermanas.
Pasan los años y atrás quedan esas lecturas clandestinas del diario secreto, los robos de ropa de los armarios, los intentos de espionaje de conversaciones telefónicas.
Ahora podríamos indicar con el dedo el lugar que ocupa nuestra hermana en nuestra alma y decir en voz alta lo indispensable que es en nuestra vida a pesar de la distancia, a pesar de que cada una vive con su propia familia y tiene proyectos personales.
Las hermanas nacen del mismo árbol, y aunque sus ramas crecen en diferentes direcciones, las raíces siguen siendo las mismas.
Las hermanas, lo creas o no, son hábiles estrategas cuando se trata de ofrecerse apoyo emocional mutuo.. La unión entre ellos va más allá de los genes, están anclados en la profundidad de una historia común que ha tejido un vínculo simple y duradero. Una mirada basta para que las brújulas emocionales de las hermanas conecten y puedan intuir decepciones, dolores o esperanzas.
Podemos decir con certeza que el vínculo con nuestra hermana mejora nuestra calidad de vida gracias al apoyo emocional eterno. Las hermanas nos tranquilizan, tienen confianza en nuestras capacidades y nos recuerdan cuáles son nuestros defectos, los que llevamos desde la infancia y que aún no hemos cambiado.
Las hermanas son también las mejores consejeras, las más sabias; no se andan con rodeos y nunca se distinguen por la falsedad o la condescendencia. Quieren lo mejor para nosotros y nosotros, a su vez, queremos contar con ese apoyo para siempre, aunque, a veces, peleemos o nos culpemos de algunos episodios del pasado.
Ahora, en la edad adulta, las hermanas también nos pueden dar un nuevo papel igualmente apasionante: el de tíos o tías. Es un momento en que esta red de sentimientos y apoyo se fortalece aún más y muestra ese tesoro maravilloso que representa tener una hermana.