Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 15 2022 noviembre
La energía liberada por nuestras relaciones nos determina. Vivimos en un mundo donde estamos contagiados de las emociones de los demás, donde el magnetismo de los gestos, palabras y movimientos de los demás puede fascinarnos o hacernos sentir incómodos. Los seres humanos estamos conectados por hilos invisibles que nos afectan de muchas maneras, pero que no siempre percibimos.
A primera vista, estas ideas sobre la energía que liberan nuestras relaciones pueden parecer tan extrañas como fascinantes. se debe notar que en los últimos años, y con los avances en el estudio de las emociones y la medicina kinestésica, están surgiendo nuevos campos de interés que merecen ser mencionados. Un ejemplo es el trabajo sobre la llamada inteligencia corporal.
“Cuando estás entusiasmado con lo que estás haciendo, sientes energía positiva”.
Paolo Coelho -
Según esta teoría, las personas deberían ser más conscientes de sus energías internas, esas que se adhieren a su cuerpo y que no siempre son reconocidas. Cuando hablamos de "energías", nos referimos en primer lugar a aquellos estados emocionales que nos limitan o expanden como seres humanos, y que también proyectamos sobre los demás de alguna manera.
Hay un aspecto interesante que se destaca desde esta perspectiva teórica. La mayoría de nosotros no somos conscientes de que vivimos en un mundo habitado únicamente por estos campos de energía emocional, mental y física. Más allá de la materia, más allá de un ambiente de trabajo con sus trabajadores y su estructura, más allá incluso de una hermosa casa con todos los lujos y comodidades, hay una red de emociones que lo impregna todo...
La energía liberada por nuestras relaciones
Cada célula, fibra nerviosa, red neurológica y tejido de nuestro cuerpo necesita energía para funcionar. El ser humano se mueve por toda una red de impulsos. Es allí donde las neuronas se comunican entre sí, formando unas ondas cerebrales eléctricas en función de lo que hacemos, pensamos o sentimos en cada momento.
Nuestros estados de ánimo dejan sus "huellas" en el contexto en el que nos encontramos. Hablamos de contextos de trabajo y algunos hogares. Todos hemos notado en un momento u otro que cuando cruzamos el umbral de la casa de un amigo o comenzamos un nuevo trabajo, algo imperceptible nos incomoda, apaga nuestro buen humor.
Las emociones, y especialmente las que provienen del estrés, la tensión y la ansiedad, se transmiten fácilmente. Los psicólogos lo llaman la "ley del intercambio". y se caracteriza por una alteración de nuestro estado mental y emocional provocada por la actitud y los estados emocionales de quienes nos rodean. Esta “temperatura” del alma puede causarnos más costos que beneficios: agotamiento físico, baja motivación, pensamientos distorsionados, malestar.
La energía liberada de nuestras relaciones crea una cierta atmósfera. Este campo energético (enriquecedor o incapacitante) determinará nuestro bienestar o nuestro malestar. Psicólogos experimentados en este campo nos dicen que el objetivo sería trabajar sobre la ley del intercambio uniforme de energía. Es decir, crear una reciprocidad emocional de la que todos podamos beneficiarnos.
Este objetivo es sin duda el más deseable en cualquier organización laboral, en cualquier relación familiar, de pareja, escolar, etc. Para conseguirlo, debemos empezar por nosotros mismos, y aquí también es donde nuestra inteligencia corporal puede ayudarnos.
La energía que desprenden nuestras relaciones: un elemento clave para el bienestar
Todos queremos tener relaciones satisfactorias, fluidas y significativas. Sin embargo, a veces nos encontramos con algunas fricciones. La comunicación con tu pareja, hijos o colegas puede haberse vuelto un poco más complicada últimamente. En nuestras tareas y en nuestras acciones diarias podemos sentirnos menos productivos, menos creativos.
La energía liberada por nuestras relaciones no se limita solo a otras personas. Nuestra relación con el trabajo y nuestra actividad física o mental es otra dinámica que requiere mucha energía (motivación, interés, actitud positiva…). La idea es por tanto utilizar todas nuestras emociones y estados mentales a nuestro favor para disfrutar de lo que hacemos. Queremos mejorar nuestras relaciones personales, tener un impacto positivo en los demás y crear entornos energéticos enriquecedores.
Veamos algunas formas de hacer esto.
Aprende a entender tu cuerpo para usar la energía a tu favor
- Cuando te levantes por la mañana, sé consciente de cómo te sientes. La inteligencia corporal nos recuerda que muchos de nuestros estados emocionales están somatizados en nuestro cuerpo: tensión, dolor de estómago o de cabeza, dolores musculares…
- Ten en cuenta que este malestar físico muchas veces acaba proyectándose en el estilo de nuestro lenguaje y actitud. ⇔ Me levanto cansado, no tengo ganas de hacer nada y termino proyectándolo en mi pareja respondiendo mal o haciendo un comentario inapropiado.
- Lo ideal es tomar conciencia de este estado emocional y encontrar la raíz del problema. No vale la pena posponer, no vale tomar un analgésico y simplemente “trabajar”, porque esa emoción, ese malestar sigue latente y puede mermar la calidad de nuestras relaciones.
- Cambiar el polo de energía. Cuando nos levantamos por la mañana, es posible que no tengamos mucho tiempo para técnicas de relajación o manejo del estrés. Este es un punto que debemos posponer, pero no pasar por alto. Para cambiar el flujo de esta energía interna negativa, sería recomendable aplicar estrategias sencillas que nos proporcionen un bienestar rápido:
- Un desayuno saludable.
- Escucha música relajante mientras estás en el trabajo.
- Camine practicando la respiración profunda.
Por último, pero no menos importante, hay un detalle que no podemos olvidar. La energía que proyectamos sobre los demás es la misma energía que acabaremos recibiendo. Si ofrezco tensión, incomodidad, malos gestos y desinterés, me pasará lo mismo. La energía que liberan nuestras relaciones proviene de lo que cada uno de nosotros ofrece al otro. Invertimos primero en nosotros mismos para dar lo mejor a los demás.