La felicidad es un estado mental

La felicidad es un estado mental

En la sociedad actual, alcanzar la felicidad se ha convertido en una meta preciada. Pero, a pesar de los esfuerzos que ponemos, siempre se nos escapa.

La felicidad es un estado mental

Última actualización: 24 marzo, 2022

La búsqueda de la felicidad se ha convertido recientemente en una excelente manera de ganar dinero. Libros, reuniones, cursos y cualquier otra cosa intentan "vender" la receta definitiva para ser feliz. En la mayoría de los casos, sin embargo, compartimos un concepto erróneo: situar la felicidad fuera de nosotros mismos. La felicidad es un estado mental, pero a menudo se presenta como una dimensión que se asienta en la cima de una montaña., accesible solo siguiendo caminos peligrosos, empinados y sinuosos.



¿Tiene sentido pensar que existe una felicidad válida para todos? En definitiva, una definición que es válida para nosotros, nuestros vecinos y las personas que estamos al otro lado del planeta.

Al contrario, la felicidad es sensible a las circunstancias y, por tanto, a la individualidad. Sólo hay uno y está dentro de nosotros. Todo lo demás, la cháchara, las cavilaciones complicadas, sólo sirven para construir espejismos que, una vez evaporados, dan paso a una inquietante sensación de vacío. La felicidad es un estado de ánimo y, por tanto, subjetivo.

 

La felicidad es un estado de ánimo, buscarla afuera es un error

Todo lo que nos rodea nos empuja a buscar la felicidad en el exterior. Si compramos ese auto nuevo, seremos felices. Si tenemos pareja y nos casamos, lo seremos aún más. La publicidad recita este mantra, como si esta noble sensación tuviera un precio, un color, una forma, adaptable y utilizable de la misma manera, por todos. Quizás estemos hablando de alegría y no de felicidad.


La felicidad es un estado de ánimo, una emoción positiva, algo que si la hay, permanece, sin desvanecerse como las burbujas del champán.. Un eco que sobrevive a otras emociones y que, pase lo que pase, calienta y anima. Tal vez sea esa capacidad de unir armónicamente los diversos elementos de la propia vida, mientras se aprende a sentirse bien.


“Incapaces de encontrar la felicidad en nosotros mismos, la buscamos desesperadamente en objetos, experiencias, formas de pensar o comportarnos de formas cada vez más extrañas. En definitiva: nos alejamos de la felicidad, buscándola donde no existe”.

-Matthieu Ricard-

El poder de los pensamientos

Si la felicidad es un estado de ánimo, entonces nuestros pensamientos son los principales actores. Un elenco que, motivado por emociones o acontecimientos, no siempre interpreta un guión favorable a nuestros intereses. Sin embargo, el aspecto positivo es que podemos intervenir en el guión. Solo necesitas tomarte la molestia de observarlos. Para ello, puede ser importante practicar la meditación.

Identifica la gran cantidad de pensamientos automáticos que tienes en un día que son negativos (quejas, juicios, arrepentimientos, autocríticas…). Ser consciente de esto revelará mucho sobre ti. Descubrirás o redescubrirás una parte de ti que has olvidado que tienes y que, quizás, nunca has tratado.

Si ves cada obstáculo como una oportunidad, si un despido se convierte en un empujón para cambiar de trabajo (algo que siempre has querido hacer), entonces darás un gran paso hacia ese estado de felicidad. Fomentar pensamientos positivos frente a los negativos es fundamental en este sentido.


 


Estar bien no significa evadir u olvidar los pensamientos negativos, sino hacer de la mente un entorno inhóspito para ellos. Como apuntaba Matthieu Ricard, el hombre más feliz del mundo, para entender cómo funciona la felicidad hay que pensar en el mar. Aunque su superficie se ve alterada por el viento o un fuerte oleaje, la calma reina en sus profundidades.

“Por felicidad me refiero a una profunda sensación de florecimiento que surge de una mente excepcionalmente sana. No se trata de una simple sensación placentera, una emoción pasajera o un estado de ánimo; sino un estado óptimo de ser. La felicidad también es una forma de interpretar el mundo, porque aunque pueda ser difícil cambiarlo, siempre es posible cambiar la forma en que lo vemos”.


-Matthieu Ricard-

Muchas personas entienden la felicidad como bienestar, otras como equilibrio. Nunca es transitorio, momentáneo, sino prolongado en el tiempo.. Pero para que esto sea posible, debemos encontrar nuestra propia definición de felicidad, vestirla inteligentemente, con bolsillos en los que nuestros deseos puedan tener suficiente espacio.


Aléjate del estereotipo de felicidad construido y reforzado por la publicidad que te empuja a rodearte de objetos y bienes muchas veces superfluos e inútiles para el fin que es ser feliz y no feliz. Más que comprar o adquirir, se trata de disponer y elegir sabiamente.

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