Última actualización: 09 octubre, 2015
“Cualquier relación en la que dos personas se vuelven una, da como resultado dos medias personas”
Wayne W. Dyer
Una volte el amor no es lo que creemos, no es un "te necesito", sino un "te prefiero". Es esa fuerza personal y propia que sólo tiene sentido para dos personas. Por eso, en aquellas noches en que reflexionemos sobre ello, debemos tener presente que mantener vivo el amor es una tarea muy difícil que depende en gran medida de lo que le exijamos.
El amor idealizado, el amor que hemos aprendido a admirar es el de las películas de Disney, de las telenovelas, de Romeo y Julieta, del “Yo moriría por ti y tú morirías por mí”. En realidad, sin embargo, no tenemos que morir por amor, tenemos que vivir amándonos y amándonos a nosotros mismos. Amar a la persona que somos cuando sentimos amor, cuando amamos y somos amados, sin excusas, cadenas, esposas y, sobre todo, sin prisas...
Hemos aprendido a adorar el amor de "había una vez" sin darse cuenta que es desequilibrado y no le hace justicia a la realidad. Es precisamente vivir en este error lo que nos hace sentir frustrados y desechar a la primera dificultad los sentimientos que tanto esfuerzo nos ha costado alumbrar.
La historia que les presentamos hoy habla precisamente de esto. No, no todo son rosas y flores, por amor lloramos, luchamos y morimos. Amar y amar engaña y desata mareas y naufragios en alta mar. Sin embargo, ya que el amor no es solo felicidad absoluta, ni siquiera es todo lo que consideramos amor.
"Yo te forjaré", dijo el hacha al trozo de hierro mientras lo aplastaba con todas sus fuerzas en uno de sus lados. Sin embargo, con cada golpe, se volvía menos afilado, hasta que después de un tiempo la herramienta no pudo soportarlo más, ahora estaba inutilizable.
“Déjamelo a mí”, dijo la sierra mientras clavaba los dientes en el trozo de hierro, pero cayeron uno por uno.
“Yo me encargaré de forjarlo”, declaró con arrogancia el martillo, mientras se reía de sus compañeros que habían fracasado en su intento. Sin embargo, después de varios golpes, su mango se partió y su cabeza se cayó.
"¿Puedo intentarlo?", Preguntó humildemente una pequeña llama. Las tres herramientas empezaron a reírse a carcajadas, pero la dejaron intentarlo, porque estaban seguras de que ella también fracasaría. Sin embargo, esa llama cubrió la pieza de hierro, nunca la soltó, la abrazó y la quemó hasta que se ablandó y le dio la forma deseada. Esa pequeña llama tuvo éxito, mientras que las otras tres poderosas herramientas fallaron.
Hay corazones en el mundo tan duros que son capaces de resistir los golpes de la ira, los dientes del odio y los golpes del orgullo y el rechazo. Sin embargo, no importa cuán severo sea el corazón de una persona, nunca podrá resistir la invasión del amor, porque el amor es la fuerza más poderosa del mundo.
A veces, en nuestro camino, nos encontramos con corazones de hierro, forjados en el frío de la batalla, que necesitan la dulzura del amor para volverse completos. Es en estos momentos que el aprendizaje erróneo de lo que es el amor puede llegar a destruirlo..
Wayne W. Dyer, en una visión dependiente del amor, afirmó que "cualquier relación en la que dos personas se vuelven una, da como resultado dos medias personas".
Hay que decir, sin embargo, que buscar a la "novia" de uno es una tarea imposible o complicada, porque no hay "mitades" para el mundo. Si te embarcas en esta búsqueda, no encontrarás más que frustración y dolor. Personas enteras recorren el mundo, personas que caminan solas y que, a veces, chocan y empiezan a caminar juntas.
El amor es un arte que hay que entender. Es un arte y como arte no se mide con el tiempo, no es una fecha y no son sólo dos cuerpos. Es un oficio universal que presta sus servicios a toda la humanidad. Es el niño que todos llevamos dentro y que debemos aprender a cuidar y nutrir para no destruir esa parte de nosotros que nos mantiene vivos, incluso cuando estamos en llamas.