Última actualización: 18 2016 noviembre
¿Quién no ha oído hablar nunca de la Inteligencia Emocional? Hay muchas publicaciones sobre este tema, lo sabemos, pero… ¿quién podría describirlo exactamente o hablar de sus increíbles beneficios? Este es precisamente el quid de la cuestión.
A pesar de todo el material del que disponemos sobre este tipo de inteligencia, parece que el término no nos queda tan claro. Por eso, hoy intentaremos dar respuesta a todas estas preguntas, de una forma amena y, sobre todo, útil para el día a día.
“Es muy importante entender que la Inteligencia Emocional no es lo contrario de la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, sino la unión de ambos”
-David Caruso-
¿Qué significa "Inteligencia Emocional"?
Antes de empezar a hablar de Inteligencia Emocional, es necesario precisar algunos aspectos. La primera idea interesante a tener en cuenta es que nuestro nivel de inteligencia emocional no es estable durante nuestra vida. La buena noticia es que este tipo de inteligencia se puede entrenar y desarrollar.
Por otro lado, si la clasificamos como "emocional" es porque existen otros tipos de inteligencia. Esto no quiere decir que un tipo sea mejor que los otros, sino que simplemente se complementan y todos deben tenerse en cuenta para lograr un desarrollo óptimo.
Sin embargo, ¿qué es la Inteligencia Emocional? Según Salovey y Mayer (1990), quienes acuñaron el propio término, esta inteligencia representa “la capacidad de percibir correctamente, de evaluar y expresar emociones; la capacidad de acceder y/o generar las emociones que favorecen los procesos de pensamiento; la capacidad de comprender las emociones y lo que concierne al conocimiento emocional; la capacidad de regular las emociones que favorecen el crecimiento afectivo e intelectual”.
Que significa todo esto? Bien que La Inteligencia Emocional se compone de cuatro habilidades:
- Percibir correctamente las emociones: ser capaz de identificarlas en las expresiones faciales, la voz y otros estímulos que nos llegan.
- Usar las emociones de manera que faciliten los procesos de pensamiento y el razonamiento. Este concepto se opone a la teoría clásica según la cual razón y emociones son dos conceptos opuestos. De hecho, de hecho, nuestro razonamiento puede mejorar si tenemos en cuenta la información emocional que forma parte del proceso.
- Entender las emociones: saber su nombre, saber identificarlas y saber distinguirlas y comprender las relaciones que existen entre ellas.
- Controlar las emociones, tanto las propias como las de los demás, sin suprimir o reprimir las emociones negativas, ya que al hacerlo podríamos cronificarlas y permitir que tengan una gran repercusión en nuestra vida diaria.
Como puede ver, para desarrollar cada una de estas habilidades, también necesita tener las otras. Esto significa que, para que las emociones faciliten el razonamiento, primero deben identificarse de la manera correcta. Además, para entenderlos, primero debes usarlos e identificarlos correctamente. Finalmente, para poder controlarlos de manera efectiva, primero es necesario haber desarrollado su comprensión, su uso y su percepción.
¿Cuáles son los beneficios de la inteligencia emocional para nuestra salud?
En base a todo lo que ya hemos dicho sobre la inteligencia emocional, es obvio que ser particularmente capaz de relacionarnos con las emociones es una cualidad muy útil para nosotros. De hecho, se ha demostrado que las personas emocionalmente inteligentes tienen más éxito profesional y académico. Además, sus relaciones sociales son más satisfactorias y de mejor calidad.
"Las personas que tienen un estado de ánimo positivo son mejores en el razonamiento inductivo y la resolución creativa de problemas"
-Peter Salovey-
Sin embargo, las ventajas y beneficios no se limitan únicamente a la vida profesional y social, pues también repercuten positivamente en nuestra salud. Tener la inteligencia emocional adecuada es útil para prevenir diversos trastornos psicológicos, como la depresión y la ansiedad. Por ejemplo, se ha demostrado que las personas que prestan demasiada atención a las emociones, sin tener la capacidad adecuada para controlarlas, presentan mayores niveles de emoción negativa.
Sobre esto, ser emocionalmente inteligente sirve como escudo protector contra el desarrollo de trastornos psicosomáticos. Estas patologías son aquellos dolores físicos que surgen y se desarrollan a partir de factores psicológicos. Un ejemplo muy común es el herpes labial que afecta a algunas personas en momentos de estrés. Sin embargo, también estamos hablando de enfermedades coronarias como, por ejemplo, el cáncer y la diabetes.
Finalmente, tener altos niveles de inteligencia emocional es muy útil para regular y gestionar eficazmente las emociones negativas. Esto significa que es posible reducir el malestar psicológico que acompaña al origen y desarrollo de estos problemas físicos. De esta forma, podremos utilizar los recursos de los que disponemos de forma más eficaz para hacer frente a la enfermedad y responder mejor al tratamiento, aunque los efectos no sean inmediatos.