Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Las buenas personas no tienen alas pegadas a la espalda, ni polvo de hadas en los bolsillos. Suelen tener una expresión de preocupación en la cara, porque quieren llegar a tiempo para hacer esto, para solucionar aquello, para tomar un café con un amigo y aliviar su dolor dándole esperanza...
Nunca esperan nada a cambio. y no ven ninguna obligación en sus acciones. A veces hay quienes dicen que son ingenuos, que dan demasiado de sí mismos y que algún día se les pagará con una decepción.
A veces, por ejemplo, podemos hacer un esfuerzo todos los días para ver a ese amigo que lo está pasando mal. Le ofrecemos lo que necesita, le damos apoyo y consuelo, solo para descubrir que solo ha dejado su ausencia y no gracias.
En realidad, las buenas personas no suelen buscar ni esperar este agradecimiento. No quieren nada a cambio, porque sus acciones nacen siempre del corazón y de la autenticidad; les es imposible actuar de otro modo.
A pesar de no querer ser agradecido, lo que lo que deben esperar es al menos gratitud. Muchas veces, hasta los buenos corazones acaban deshilachándose cuando dan demasiado de sí mismos, cuando dan su último suspiro permaneciendo desnudos en un escenario vacío.
Hoy queremos reflexionar sobre esto.
La buena gente no anda con carteles
Seguro que tú también conocerás a alguien que proclama con frecuencia lo mucho que hace por los demás, que explica todo lo que ha tenido que renunciar, que exalta sus valores y virtudes, que recorta una gran bondad con una zona ligeramente victimizada.
Hay quien dice que en realidad la gente buena no abunda o más bien que no existen. Nada más lejos de la realidad. Seguro que tú también conoces a alguien que sabe mirarte a los ojos y prometerte que todo irá bien o que cuando te saluda te dice “escríbeme cuando llegues a casa, así te conozco”. está bien”.
Son personas que brillan sin saberlo y que siempre querrás tener a tu lado. No conocen las incoherencias, su carácter es siempre el mismo, no hablan el lenguaje del doble sentido ni de egoísmo y, además, saben leer los dolores de los demás sin que éstos se expresen en palabras.
Si hoy en día tienes a tu lado a una persona de estas características como amigo, pareja o familiar, agárralo, guárdalo, cuídalo y protégelo en tus manos, como estas mágicas luciérnagas que nos ofrecen esperanza en la oscuridad de la noche.
La valentía y la delicada fragilidad de las buenas personas
Las buenas personas son almas llenas de coraje y valor.. Han cuidado a sus seres queridos en las buenas y en las malas, han renunciado a muchas cosas por el bien de los demás y nada, absolutamente nada, es una carga para ellos o les causa arrepentimiento o frustración.
Por muy dispuestos que nos parezcan, ni siquiera importan los esfuerzos que hacen que cada día se hundan en sus mejores sonrisas: como si nada hubiera pasado, como si ninguna preocupación habitara en su mente.
Todos necesitan que su esfuerzo sea reconocido, porque la gratitud nos sitúa en el mundo, nos personaliza, nos integra en un contexto, en una familia, en una relación de amistad o de pareja.
No se trata de agradecer o "devolver el favor". Se trata de reconocer a las personas por lo que son, por sus acciones llenas de bondad, de altruismo, de buenas intenciones y, sobre todo, de amor.
Amor que deja de ser reconocido, se debilita y enferma. Por eso, a su vez, la buena gente debe ser capaz de rechazar, oponerse e, incluso, desvincularse de quienes les hacen daño.
Imágenes cortesía de: Mariana Kalacheva, Laura Diehl