Última actualización: 06 octubre, 2016
¿Alguna vez has experimentado ese maravilloso sentimiento que nos invade cuando alguien nos ayuda, haciéndolo con el corazón y con amor, sin esperar nada a cambio? Sin duda es uno de los sentimientos más gratificantes que podemos tener, porque nos hace sentir cerca de los demás.
Del mismo modo, el sentimiento que nos invade después de ayudar a los necesitados, sin esperar nada a cambio, a veces es incluso mejor que el que sentimos cuando sucede todo lo contrario. No dudes, por tanto: derrama todo tu corazón en lo que das a los demás. La recompensa será mucho mayor que la que hubieras obtenido actuando de forma egoísta.
Pon tu corazón en lo que haces
Hacer las cosas con el corazón es bueno, no solo para quien recibe, sino también para quien da. Dar algo sin esperar a que vuelva tiene consecuencias extraordinarias. Uno de los primeros es sentirnos satisfechos con nosotros mismos y esto, por supuesto, conlleva un fuerte aumento de la autoestima. Un aumento en el amor propio que nos hace más seguros.
“La gratitud, como ciertas flores, no florece a grandes altitudes. Más bien, florece en la buena tierra de los humildes”.
-José Martí-
Cuando hagas algo por alguien que amas, no lo hagas pensando en el beneficio que te traerá en el futuro. Si lo haces, no pondrás en ello tu corazón, sino el egoísmo. En realidad, muy a menudo, la mayor recompensa por nuestras acciones es saber que estamos haciendo el bien a alguien.
En la mayoría de los casos, la gente sabrá valorar tu gesto y, de una forma u otra, el bien volverá a ti. Sin embargo, debemos actuar con humildad y ayudar a quien lo merece, porque solo esto nos hará tomar conciencia del verdadero valor de la vida.
Agradece lo que otros hacen por ti
Los beneficios de poner nuestro corazón en lo que damos y hacemos también se reflejan en nuestra capacidad de valorar los esfuerzos que otros hacen por nosotros. Agradecer cada favor que recibimos siempre es bueno, porque nunca sabremos cuántos sacrificios ha hecho la otra persona para allanar el camino.
Si todos nos detuviéramos a pensar en cuántas cosas hacen las personas que nos rodean para hacernos la vida más fácil, seguro que cada vez nos resultaría menos difícil apreciar el valor de las pequeñas cosas y los gestos cotidianos. Son precisamente estos los que nos recuerdan que también nosotros debemos ayudar a los demás, así como los demás nos ayudan a nosotros.
"Sólo se puede ver bien con el corazón: lo esencial es invisible a los ojos".
-Antoine de Saint-Exupéry-
Deja de pensar que la recompensa siempre debe ser material, porque ser el motivo de la felicidad de alguien, aunque sea por un momento, es uno de los mejores sentimientos. Y pocas cosas pueden llenarnos de alegría como esa conciencia plena y duradera. Piénsalo: ¿no es cierto que cuando luchamos por lograr algo, nos sentimos más orgullosos de los obstáculos que hemos superado en el camino que de la meta que hemos alcanzado?
La recompensa será más dulce si es inesperado
Darnos cuenta de todo esto nos ayudará a abrirnos verdaderamente a los demás. Como dijo el escritor francés Flaubert, “el corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, sino que se regala”. En este sentido, una recompensa como la que recibimos cuando una persona nos abre su corazón o cuando sabemos que podemos abrir el nuestro sin miedo, es mucho más profunda y duradera que una recompensa material.
Por eso, es bueno inspirarse en las personas que nos aman, porque sabemos que a ellos solo les importa nuestro bienestar. El objetivo debe ser siempre dar lo mejor de nosotros: sólo así seremos valorados por lo que somos, y no por lo que tenemos u ofrecemos. Es así como nos ganamos el cariño de los demás, ofreciendo a su vez un cariño y un amor fuertes y verdaderos.
"Encuentra la recompensa de hacer el bien por el bien".
-Mahabharata-
No lo dudes, pon tu corazón en lo que haces. Te sentirás más satisfecho y la recompensa será mil veces mayor.