Es común pensar que la indiferencia significa no sentir nada frente a una situación oa una persona, que no nos importa nada. Pero, ¿es realmente posible aislar nuestras emociones de esta manera?
Última actualización: 30 2022 noviembre
La indiferencia es un estado afectivo neutro. Tendemos a definir a una persona indiferente como alguien que “no siente emociones ni sufre”. Es un sentimiento que mantiene a la persona en cuestión a un lado. Sin embargo, los efectos de la indiferencia infligen heridas profundas.
Cuando pensamos en una persona indiferente, le atribuimos una serie de adjetivos que poco o nada tienen que ver con el ideal de virtud. La indiferencia se asocia con entumecimiento, desapego o frialdad.
Son estas características las que se presumen contrarias a la condición social de los seres humanos y las que nos permiten relacionarnos.
"A veces la indiferencia y la frialdad duelen más que la aversión total".
-J. K. Rowling-
Ser indiferente implica que “nada nos importa “; que no sentimos nada ante una situación o una persona, que no nos interesa nada. Pero, ¿es realmente posible aislar nuestras emociones de esta manera?
En realidad, cuando somos indiferentes a algo oa alguien, nos acercamos o nos alejamos de esa persona o circunstancia.
La indiferencia duele
La vida está llena de momentos y circunstancias en los que elegir ser indiferente no siempre es la mejor opción. Nos puede importar más o menos, pero nunca podemos dejar de sentir emociones.
Percibimos cualquier estímulo y en consecuencia decidimos acercarnos o alejarnos. La indiferencia absoluta, por lo tanto, nunca es posible.
La sabiduría popular dice que parecer indiferente es la respuesta más difícil, incluso cuando esperamos poco de una situación o persona. Está probado que esta actitud es una de las más agresivas y dolorosas que podemos proyectar.
Ser indiferente a alguien implica retirar todos nuestros sentimientos, como si no existieran para nosotros. ¿Hay algo más cruel?
“Lo opuesto al amor no es el odio, es la indiferencia. Lo opuesto a la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo opuesto a la fe no es la herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte. "
-Elie Wiesel-
Por eso se dice que lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia. Porque no hay nada peor que ser imperturbable; esto perjudica a personas cercanas como pareja, familia, amigos, etc.
Esta indiferencia no está a la altura de las expectativas, ya que no hay apoyo del individuo indiferente. A veces incluso preferimos recibir algunas palabras desagradables porque las interpretamos como una señal de que seguimos siendo importantes para la otra persona.
Cuando somos víctimas de la indiferencia, el malestar experimentado se traduce en:
- Desconcierto e incomodidad. Incluso si tenemos bajas expectativas, siempre esperamos algo de los demás. De ello se deduce que cuando nos son indiferentes, nos sentimos desestructurados.
- Baja autoestima e inseguridad personal.. Porque la indiferencia nos hace comprender que somos demasiado pequeños para generar una respuesta en los demás.
- ansiedad, tener que entender lo que siente o piensa el otro.
- Sensación de soledad.
Los efectos de la indiferencia
La indiferencia se traduce en sufrimiento para quien la recibe, generando una tensión y una confusión insoportables. Por eso debemos enfrentarlo.
El primer paso es intentar un acercamiento gradual hacia la otra persona. hacerle saber cómo nos afecta su actitud.
Puede que no haya una respuesta inmediata, pero es bueno tener paciencia.en lugar de cerrar los puentes. A veces, un período de reflexión conduce a ese paso tan esperado o quizás puedas encontrar a alguien que actúe como mediador.
Sin embargo, en ocasiones es posible que no consigamos el enfoque que buscamos. En ese caso es mejor aceptar lo que está pasando. La obsesión por la indiferencia de los demás puede llevarnos a vivir momentos muy desagradables.
“El peor pecado hacia el prójimo no es odiarlo, sino tratarlo con indiferencia: esta es la esencia de la inhumanidad”.
-George Bernard Shaw-
Impermanencia para contrarrestar los efectos de la indiferencia
Cuando aceptamos la indiferencia, tenemos que mirar al horizonte con la idea de que no siempre seremos tan importantes para los demás como nos gustaría. Aunque es un proceso doloroso, nos ayudará a entender que nuestra felicidad no puede depender de una sola persona.
Si los demás deciden que nos son indiferentes, obligarlos a escucharnos no es la mejor opción. Mejor aprender a soltar.
Cuando llegamos a la conclusión de que la otra persona no tiene intención de cambiar su comportamiento, lo mejor es distanciarse. Siempre podemos encontrar otras personas que nos aprecian y nos apoyan.
De esta forma habremos entendido el concepto budista de la impermanencia, es decir, que todo cambia: quien sea nuestro amigo hoy, podría dejar de serlo mañana.
Si integramos este concepto en nuestra práctica diaria, nos será más fácil aceptar los efectos de la indiferencia de otras personas.
Un medio de protección
Pero la indiferencia no siempre es negativa. También es un mecanismo de defensa., y lo mantenemos apretado para no sufrir continuos desengaños ante las vicisitudes de la vida. "No te involucres" o "nunca esperes nada" es una forma de protegerte.
En este caso, más que un acto pasivo, la indiferencia consistiría en el acto activo de aceptar todo lo que puede pasar. Ábrete a un mundo de posibilidades y acepta que cualquier evento puede suceder.
Si no tuviéramos la capacidad de recurrir a la neutralidad, si diéramos una respuesta negativa o positiva a cada estímulo que recibimos, terminaríamos agotándonos.
El secreto, por tanto, es no esperar nada, de esta forma, abriéndonos a todas las posibilidades, todo es bienvenido. Si es positivo, perfecto; si es negativo, podemos convertirlo en una lección de vida.
“Las palabras agresivas no duelen tanto. Los silencios largos duelen más".
-Anónimo-