Última actualización: 15 agosto 2020
¿Alguna vez has sentido que todo está fuera de tu control? ¿Alguna vez has querido que el mundo se detuviera por un momento para dejarte recuperar el aliento y la energía? Todos hemos tenido momentos en los que pensamos que ya no podíamos más y estábamos a punto de perder el control. El estrés diario y la rutina dificultan los estados de calma y tranquilidad.
Cuando sentimos que la situación que estamos viviendo es demasiado para nosotros, acabamos sintiéndonos frustrados y experimentando una desagradable sensación de miedo., que en ocasiones puede llegar a disfrazarse de ira y desesperación. Todo esto contribuye a una niebla de pensamientos que dificulta encontrar la forma correcta de enfrentar lo que está sucediendo.
En este escenario, es importante detenerse y comprender lo que sucede antes de actuar. Quizás solo necesites respirar y analizar detenidamente cómo estamos. Veamos qué pasos tomar cuando estamos a punto de perder el control.
Cómo funciona el miedo
El miedo es una emoción que nos invade de repente cuando nos enfrentamos a situaciones que el cerebro considera potencialmente peligrosas para nosotros bienestar. En realidad, su objetivo no es intimidarnos, sino prepararnos para actuar, ya sea de ataque o de huida. En otras palabras, su propósito es protegernos.
El mecanismo que desencadena el miedo a nivel biológico se encuentra en el cerebro reptiliano, que regula las acciones esenciales para la supervivencia, y en el sistema límbico, que regula las emociones y las funciones de conservación. Este último también contiene la amígdala, la estructura cerebral responsable de desencadenar sentimientos de miedo y ansiedad.
Por otro lado, a nivel psicológico, el miedo es un estado emocional que nos ayuda a adaptarnos al entorno y protegernos. Sin embargo, este estado a veces responde desproporcionadamente a las situaciones en las que nos encontramos. Puede paralizarnos o hacernos sentir insensibles, impidiéndonos responder adecuadamente.
La El miedo también puede aparecer disfrazado de ira, tristeza e incluso alegría desenfrenada. No importa con qué máscara se presente. Lo que importa es que para poder responder de forma asertiva cuando estás a punto de perder el control, primero debes aceptar que tienes miedo y empezar a gestionarlo.
Perder el control
Cuando somos víctimas del miedo y sentimos que todo se nos escapa, que estamos a punto de perder el control y que no hay nada que podamos hacer para resolver la situación, es absolutamente normal sentir frustración e impotencia. El problema es ese si el miedo nos aprisiona, seguiremos pensando que todo lo que se nos presenta es caótico y que nunca podremos hacer nada.
Si nos dejamos dominar por esta sensación de descontrol, acabaremos bloqueándonos.
Si combinamos el miedo y la sensación de pérdida de control, la situación se traduce en la fórmula perfecta para hacernos desear que el mundo se detenga y nos derrumbe. La mala noticia es que el mundo no se puede detener, las circunstancias no pueden cambiar a voluntad, y tampoco las personas. Entonces, ¿qué puede hacerse?
Buenas noticias: podemos ser los que se detengan por un momento. De hecho, hacer una pausa para reflexionar es muy importante y nos ayudará a resolver la situación., porque nos permite observar todo desde otro punto de vista, para buscar un enfoque diferente y mucho más efectivo.
Esta propuesta se basa en los llamados círculos de influencia o control, una práctica muy utilizada por los psicólogos humanistas, pero que tiene una especial relación con el desarrollo teórico de Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco.
¿Qué son los círculos de influencia o control?
Los círculos de control son una forma de mirar nuestro entorno a nivel topográfico, de ver la influencia que tenemos sobre él y que ejerce sobre nosotros.. Es necesario desarrollar tres círculos principales:
- círculo de atención: es aquella sobre la que tenemos más control y concierne a nuestros pensamientos y acciones.
- círculo de influencia: es sobre lo que tenemos control parcial. Se trata de nuestras relaciones interpersonales, familiares, laborales y la forma en que las gestionamos.
- Círculo de preocupación : es aquella sobre la que no tenemos posibilidad de influencia, pero que podría tenerla sobre nosotros. El tiempo, el tráfico, los pensamientos de los demás...
Si sientes que has perdido el control y necesitas parar el mundo para que se hunda, si sientes que ya no puedes soportar y manejar la situación, detente un momento y piensa en estos círculos. Trate de diferenciarlos y delimitarlos y luego marcar un curso de acción realista.
Toda la energía que inviertes tratando de controlar círculos sobre los que no tienes influencia es un desperdicio y un encuentro seguro con el miedo y la frustración.
¿Para qué sirven los círculos de influencia?
Cuando comienzas a diferenciar o especificar los círculos y lo que depende de tus acciones, la situación comienza a volverse un poco menos caótica.. Automáticamente, la parálisis provocada por el miedo a perder el control también empieza a remitir.
La sensación de estar fuera de control comienza a disminuir a medida que analizamos lo que podemos hacer y nos damos cuenta de que depende en gran medida de nosotros mismos.
Lo más importante es recordar que hay algunas situaciones en las que tal vez podamos ejercer cierta influencia, pero el resultado final puede no depender de nosotros de todos modos.
Nos preocupa nuestro círculo más cercano, aquel sobre el que más control tenemos. Para deshacernos de cargas innecesarias, debemos invertir todas las fuerzas y energías en nuestras acciones. Si nos sentimos satisfechos con el resultado, aunque las circunstancias no nos acompañen, nos afectará mucho menos.
Antes de pedirle al mundo que se detenga, detengámonos nosotros mismos y busquemos el enfoque adecuado. Después de todo, lo más importante es sentirnos en paz con lo que hemos hecho. Si sinceramente sentimos que hemos dado lo mejor de nosotros, el resultado final llegará solo.
Las circunstancias en las que nos podemos encontrar dependen en gran medida de nuestro deseo de cambiarlas. No tenemos control sobre ellos, pero tenemos control absoluto sobre cómo nos dejamos influenciar por ellos. Nuestros pensamientos y sentimientos están influenciados en gran medida por el entorno, pero la mayor parte del control sobre ellos es nuestro. Esto es en lo que debemos centrarnos. C
“Si no está en tu poder cambiar una situación que te genera dolor, siempre puedes idear la actitud con la que afrontar ese sufrimiento”.
-Viktor Frankl-