La maternidad es un evento crucial en la vida de una mujer. Se necesita mucho esfuerzo para adaptarse y sacar la máxima satisfacción posible de esta nueva etapa tan llena de emociones.
Última actualización: 25 de mayo de 2022
La maternidad es una fase de la vida caracterizada, casi a partes iguales, por una ilusión y un estrés extremos. Supone la ruptura con la identidad anterior y el nacimiento de un nuevo rol: el de madre.
Y aunque este nuevo rol se acoge con muchas ganas e ilusión, tener que asumir nuevas responsabilidades, nuevos intereses e incluso sentimientos desconocidos puede llegar a ser angustioso.
Como en cualquier otro campo, cuando emprendes algo nuevo, lo haces siempre como principiante y con la peso de las expectativas de los demás.
Ser madre y padre significa pasar de cuidarte, preocuparte por tu salud, tu cuerpo, tu bienestar a tener que hacerlo también por otro ser. Un ser que ocupa la máxima prioridad la mayor parte del tiempo.
Es un inmenso, espléndido e incondicional acto de amor., pero que al mismo tiempo rompe con la identidad que se había ido adquiriendo hasta ese momento. Lo cierto es que la maternidad nos obliga a renunciar a algunas partes de nosotras, o al menos dejarlas de lado por un tiempo.
Esta renuncia implica un "ya no eres tan importante", aunque no sea del todo cierto. Pero al no tener tanto tiempo ni recursos para cuidar de uno mismo, o para llevar a cabo los mismos proyectos que antes, inevitablemente te puedes sentir abandonado. Y eso puede afectar fundamentalmente la autoestima.
Maternidad, una nueva identidad
¿Cuáles son las zonas más afectadas?
Ser madre significa reinventarse en muchos sentidos. Es sano, además de deseable, seguir manteniendo la privacidad de tus espacios y trate de no dejar de lado o abandonar su identidad o intereses. Pero inevitablemente siempre habrá planes, proyectos o eventos que habrá que abandonar por ser simplemente incompatibles.
La buena noticia es que rendirse no significa hacerlos desaparecer por completo de tu vida, sino cambiarlos, creando un nuevo ego. Algunas de las áreas donde la maternidad nos obliga a reinventarnos son:
Relaciones sociales
Las amistades son uno de los componentes vitales que más se ven afectados por la fase inicial de la maternidad. Salvo que la mayoría de los amigos tengan hijos al mismo tiempo y, por tanto, todos se vean obligados a asumir este nuevo rol, la consecuencia más frecuente es que se produzcan cambios.
Los proyectos apenas se mantienen inalterables. El tiempo disponible ya no es el mismo que antes y, por tanto, hay menos disposición para dedicarse a viajes, fiestas o veladas hasta altas horas de la noche.
La disponibilidad y la motivación también se ralentizan. Generalmente, la madre se siente cansada buena parte del tiempo y cuando tiene un momento libre aprovecha para descansar. La esfera social, por tanto, sufrirá inevitablemente cambios.
También empiezas a interactuar con otras madres, ya que tienen más intereses en común, más temas de qué hablar y los niños pueden jugar juntos. Esto, sin embargo, no significa que se deban abandonar viejas amistades. Lo ideal sería mantenerlos a ambos.
la esfera del trabajo
A día de hoy, conciliar trabajo y familia sigue siendo una utopía. La lactancia materna y el cuidado del bebé en general hacen que el matrimonio entre la profesión y la maternidad sea extremadamente difícil.
Como resultado, muchas mujeres se ven obligadas a dejar sus trabajos y abandonar sus expectativas profesionales. Otros no se dan por vencidos en absoluto, sino que se encuentran inmersos en un tsunami de estrés y ansiedad diarios. En cualquier caso, la mujer que era trabajadora antes de la maternidad ha asumido ahora un papel muy diferente.
El autocuidado: ¿puede conciliarse con la maternidad?
Esta área está reservada casi en su totalidad para dedicarse al cuidado del hijo. El bienestar físico o personal ya no es tan importante como antes.
Es natural que la madre ya no se vea a sí misma como atractiva, ya que la falta de tiempo deja este aspecto en un segundo plano. Los efectos del embarazo y el parto hacen que muchas mujeres se enfrenten a trastornos físicos.
Descanso y recreación
Si la mujer llegó primero a casa del trabajo, se duchó, se puso cómoda y vio una serie en Netflix, con la maternidad todo esto llega a su fin. Hay otro ser que cuidar, lavar, vestir, jugar, alimentar y acostar.
Incluso el concepto de tiempo libre, como especificamos en el primer punto, cambia radicalmente. Las actividades se vuelven mucho más relajadas, y se suelen hacer a primera hora de la mañana y con diferentes personas que nos entienden y con las que podemos empatizar.
La pareja y la maternidad
La pareja se convierte principalmente en un "equipo de cuidadores de niños". Este papel debe minimizarse, recordando reservar tiempo para usted. La vida en pareja, inevitablemente, ya no es la mismaEs más difícil salir a cenar solo, tener una conversación sin parar y encontrar tiempo para tener sexo.
De repente somos catapultados a una dimensión formada por pediatras, pañales, juguetes, paseos… que, repetimos, nos obligan a reinventarnos y asumir nuevas responsabilidades.
¿Qué podemos hacer para preservar nuestra identidad?
Debe quedar claro que siempre seremos nosotros mismos. Es decir, la identidad no se borra de la nada. Dentro de nuestros límites y nuestras capacidades y con una buena dosis de realismo, debemos hacer todo lo posible para preservarnos y no abrumarnos. También indica madurez para aceptar la realidad de que muchas cosas cambiarán y que tendremos que adaptarnos, nos guste o no.
Depende de nosotros, por ejemplo, pedir ayuda. Sin abusar, claro, pero también los hay abuelos, tíos o niñeras. Es deseable que el niño pase la mayor parte de su tiempo con sus padres, pero la armonía familiar se basa en la estabilidad emocional de los padres.
Si no, lo mejor es pedir ayuda, encontrarse, tomar un respiro y volver con sus hijos, sin culpa.
Otra opción es alternar tareas dentro de la pareja. Esto debe hacerse siempre con amor, sin culpar a quién hizo qué, quién más lo hizo, etc.
Aunque la maternidad puede ser una fase muy difícil, sigue siendo un paso evolutivo importante, como la transición de la niñez a la adolescencia. La diferencia, en este caso, radica en que es una elección libre. Es importante empezar a apegarse a esta nueva condición., aceptar que hay cosas del pasado que nunca volverán, pero que habrá otras tantas nuevas de las que sacar la máxima satisfacción si sabemos explotarlas.