Última actualización: 09 octubre, 2017
Mientras lloramos, hay esperanza. Todo lo que nos duele, que nos cambia, también nos hace crecer y luchar. Lo que nos aqueja nos demuestra el valor de las sonrisas, las caricias y los buenos momentos. Nos hace aprender de los malos momentos y buscar la fuerza para cambiarlos.
En las lágrimas puede estar la motivación para el cambio y la mejora. No hay mejor combustible que el que proviene de la tristeza más profunda, ese que nos entra en los huesos y nos quita el aliento. Porque, en la vida, los momentos más negativos preceden a los mejores cambios, esos saltos al vacío acompañados de miedo e incertidumbre, pero también los que más nos darán.
En el llanto hay fuerza, carácter, se siente con el corazón. Estas son las razones por las que lloramos. Cada lágrima es un impulso y una forma de tocar fondo para apoyarnos en la fuerza que nos empuja a construir algo mejor.
Se dice que solo quien ha conocido la tristeza y llora con todas sus fuerzas conoce la grandeza del ser humano
Mientras llores, estás vivo
Mientras lloramos, hay vida que estalla dentro de nosotros, y por tanto la esperanza necesaria para seguir luchando por algo mejor. Recordemos que así como el agua da vida, las lágrimas nos ayudan a conocer la fuerza escondida en nuestro corazón.
Por esta razón, la tristeza es necesaria para conocer nuestro coraje. Porque las lágrimas no actúan como la lluvia sobre las rocas, no erosionan nuestro interior, pero nos dan el coraje necesario para poder volver a ver el sol después de la tormenta.
Los arcoíris solo aparecen si hay tormenta y no dejamos que la lluvia nos impida ver más allá de nuestra tristeza. Las cosas más bellas, las que mejor recordamos, son aquellas que nos parecían imposibles en la tristeza, pero que luego sucedieron porque no nos rendimos a nuestro tormento interior.
Podemos sobrevivir huracanes de arrepentimiento, destellos de miedo y truenos de dolor, pero solo si después de la lluvia de la tormenta reunimos fuerzas para ver el sol.
Aprendemos a abrir el paraguas, a desahogarnos, a llorar, a gritar ya expresarnos cuando sea necesario. Reunimos la fuerza de nuestras emociones y liberamos nuestra realidad interior, Porque no hay nada de malo en ser humano, no hay nada de malo en expresar una emoción.
Mientras llores, hay oportunidades para aprender.
Si no tiene nada de malo expresar una emoción, ¿por qué no la aprovechamos para aprender y sacar algo mejor de ella? Puede que nos sorprendamos de lo que podemos hacer cuando nos conocemos y escuchamos nuestro dolor.
Nada es nunca lo que parece, y así como la tristeza más profunda puede esconderse detrás de una sonrisa, las oportunidades, los sueños y la felicidad pueden esconderse detrás de las lágrimas. No debemos dejarnos engañar por las apariencias ni ahogarnos en la tristeza.
Aprendemos a escuchar nuestras lágrimas para sacar fuerza de ellas y buscar el cambio que tanto deseamos. Descifremos su significado para distinguir lo que nos molesta, eliminemos de nuestra vida lo que lo provoca y si no es posible despedirnos, construyamos un puente hacia todas las enseñanzas que traen.
No olvidemos que al expresarnos siempre quedará ese hombro donde llorar y ese abrazo que nos dará cobijo y amor, y que después de las fuertes tormentas también hay momentos de calma, tranquilidad y tiempo para pensar. Cuando hay lágrimas, hay esperanza, porque detrás de cada motivo para llorar, hay una puerta abierta para que todo cambie.