Última actualización: 09 de junio de 2016
Vivimos en un mundo donde se entrelazan muchas personas, circunstancias y particularidades que moldean y condicionan nuestro desarrollo emocional. Seguro que habrá situaciones irremediablemente dolorosas y personas para las que hacer daño a los demás es sencillo, así como momentos de inmensa felicidad y personas impulsadas por el deseo de contribuir a la felicidad de los demás.
La combinación de todo esto, el bien y el mal, siempre estará presente e inevitable: nadie es perfecto. Todos cometemos errores, y a veces somos nosotros los que lastimamos a los demás sin darnos cuenta. Sin embargo, el problema surge cuando damos por sentado el hecho de quey para aprender hay que sufrir, cuando en realidad no es necesario herir para enseñar, ni ser herido para aprender.
El dolor y su lado positivo
Nos hemos centrado repetidamente en el hecho de que todo aprendizaje es siempre un regalo, incluso cuando el maestro es el dolor, un tema que profundizaremos al final de este artículo. El sufrimiento, en este caso, no habrá sido en vano, y sus frutos nos servirán para experiencias futuras. A nadie le gusta tener que sufrir para aprender sus lecciones, pasar días de terrible dolor y tristeza.
"El bien y el mal dependen del pensamiento de quien los hace así".
-William Shakespeare-
Para entender en profundidad la cita de Shakespeare, quizás debamos analizar su contexto, pero aun así surge una parte de la verdad: ante situaciones en las que el dolor es inevitable y parece que se nos va de las manos, no podemos hacer otra cosa que esperar a superar lo malo. tiempo. Pero hay más: es bueno recordar siempre que todo lo que nos pasa primero pasa por los filtros de nuestra mente, el lugar donde tenemos la última palabra.
En otras palabras, conviene discernir entre cuándo el dolor es inevitable y cuándo se puede evitar: la conducta de alguien que hiere a otra sin motivo alguno no es tolerable ni admisible. Las experiencias negativas nos ayudan a madurar, pero solo cuando no estamos obligados a vivirlas. De lo contrario, la lesión nunca es una buena técnica de aprendizaje.
Deja tu huella sin dejar herida
No necesitamos más heridas que, además, probablemente no merecemos, la vida ya nos da bastante. Nadie merece un daño emocional constante que deje cicatrices. Nadie debería tener a su lado a alguien que disfruta haciéndole daño sin motivo, convencido de que la manera más rápida de hacerse notar es causando dolor.
No es una tarea fácil, pero si te dejas llevar por la ira causando dolor a otras personas o si compartes tu vida con alguien que hace lo mismo, quizás sea hora de pensar en un cambio. Casi todas las lecciones de la vida se pueden aprender de diferentes maneras, sin rencores, envidias ni malicias.
"Probablemente me amaba, ya sabes, pero seguro que tenía una habilidad extraordinaria para lastimarme".
-Mario Benedetti-
No podemos permitir que otros nos lastimen sin razón y tenemos la capacidad de prevenirlo. - porque no le duele al que quiere, sino al que puede. Debemos ser capaces de elegir a las personas que dejan huella en nosotros mostrándose honestamente tal y como son, aquellas que nos permiten ser mejores, cuidando nuestros sentimientos y reconociendo el valor de nuestro yo interior.
Ser lastimado no es excusa para lastimar
El mundo está lleno de personas tóxicas dispuestas a hacernos daño en lugar de ayudarnos, por lo que es difícil evitar que nos causen dolor. Sin embargo, como ya se mencionó, tomar las riendas de nuestra vida nos ayudará a evitar lesiones sistemáticas.
Después de haber vivido situaciones llenas de dolor, maltrato psicológico e imposiciones ajenas, comenzarán a producirse en nosotros una serie de consecuencias dolorosas; debemos tener la capacidad de manejarlos de la manera correcta, para evitar que nos lleven a comportarnos de la misma manera.
Las personas que, por ejemplo, fueron abandonadas emocionalmente de niños y que crecieron en una situación familiar inestable, de adultos, se verán influenciados por una serie de aprendizajes completamente erróneos. En este sentido, es bueno tener en cuenta que usar el sufrimiento de uno como una excusa para lastimar a su vez no hace nada bueno ni para los demás ni para ellos mismos. Esta no es la manera de lograr que la gente nos escuche y aprenda nuestro mensaje.
“Cuando lastimas a otra persona, lo haces por tus propias heridas. Cuanto más profundos son, mayor es el daño que hacen”.
-Miguel Ángel Núñez-