Última actualización: 12 2015 noviembre
No he perdido la memoria, solo recuerdo lo que me gusta. Se llama memoria selectiva y tenerla es bueno para la salud.
Preservar los recuerdos negativos es una trampa mortal que actúa en contra de nuestros sentimientos y emociones. Sus restos se asientan en nuestra mente y perturban nuestro equilibrio con mucha más frecuencia y eficacia de lo que pensamos.
Ciertamente nuestro resentimiento, e incluso nuestro deseo de venganza. son más que justificables, pero la verdad es que estos sentimientos no hacen más que dañarnos.
Los malos recuerdos son la causa de una inestabilidad compleja que tiene sus raíces en lo más profundo de nosotros. Esto sucede porque cuando estamos decepcionados o amargados, algo se rompe dentro de nosotros, dejándonos incapaces de reaccionar.
Es decir, como no solemos tener la oportunidad de expresar lo que nos gustaría, terminamos cavilando demasiado sobre una situación generando ideas y sentimientos negativos contra nuestro “enemigo”.
Con el tiempo estos sentimientos se vuelven cada vez más intensos, causando problemas de diferente naturaleza., tanto psicológico como físico. Es como tener el peso de la negatividad sobre tus hombros ligado constantemente a una persona oa una determinada situación.
En última instancia, si nos cargamos con malos recuerdos y sentimientos, nos negamos la oportunidad de ser felices.
Lo mejor es aferrarse a los recuerdos positivos.
Alimentar el rencor es vivir la vida con amargura y sin identidad propia. Sin embargo, como hemos visto, detener este proceso lleva mucho tiempo y, sin duda, mucho sufrimiento.
No importa cuán indeseable sea una situación, cada evento puede hacernos aprender algo, siempre hay un lado positivo para nosotros. Esto no quiere decir que no sea normal llorar o sentir rabia por algo que nos ha pasado, sino todo lo contrario: hacerlo nos ayudará a liberarnos.
Sin embargo. es importante no suscitar estos sentimientos, porque si descuidamos su evolución y permitimos que se conviertan en una prioridad, crearemos un círculo vicioso del que será difícil salir.
Por eso, el hecho de que sea normal no significa que no tengamos que trabajar para limpiar nuestras heridas. Lo ideal es hacer que nuestra memoria selectiva funcione a pleno rendimiento, de forma que recuerde, sobre todo, los aprendizajes extraídos de cada experiencia.
Cómo deshacerse de la negatividad y contener la positividad
Dado que nuestro bienestar emocional depende en gran medida de las cosas que consideramos más importantes, será bueno hacer un esfuerzo por canalizar toda esa cloaca de sentimientos negativos.
La idea es priorizar las cosas buenas, bonitas, positivas.. Para ello es necesario profundizar en algunos conceptos sobre las emociones. Descubramos juntos:
- Si tienes la oportunidad, habla con la persona que te lastimó. Si eso no es posible, escríbele una carta o imagínala sentada frente a ti y cuéntale todo lo que piensas. Tirarlo todo tiene grandes beneficios.
- Es inevitable que alguien nos haga daño y nos decepcione, por eso es bueno aprender a aceptar que esto siempre sucederá dentro de nuestras relaciones y expectativas. Si esto sucede, por lo tanto, es importante tratar de expresar sus emociones y sentimientos de manera adecuada y en el momento ideal.
- No hagas juicios y no creas que eres mejor que la otra persona. Todos cometemos errores y, a menudo, nos apresuramos a juzgar el comportamiento de los demás. Mantén la mente abierta y contempla todas las posibilidades, sin descartar ninguna.
- Aceptar que la gente cambia. No es que te hayan engañado durante la relación: así como nosotros cambiamos, también cambian los demás. Desecha la imagen que tenías y reconoce que ha habido una transformación de la que no te diste cuenta.
- Deja ir, libera la negatividad, ve más allá. Este es el paso más complicado, ya que significa aceptar que la vida es injusta. Si bien aprender es bueno, no siempre es posible ver el lado positivo de las cosas que nos suceden; por eso, una vez que has asumido lo que hay que aprender, lo mejor es dejar ir los malos recuerdos.
Es imperativo conservar las cosas buenas que experimentamos en las personas, tanto con las que están cerca de nosotros como con las que se han ido. De esta forma, desarrollaremos la virtud de ser amnésicos para las cosas malas mientras recordamos las buenas, y seremos capaces de ordenar y canalizar nuestros sentimientos en cualquier momento.