Última actualización: 21 octubre, 2017
Los límites y restricciones que encontramos a lo largo de nuestro camino son muy a menudo autoimpuestos. La frustración resultante, junto con el no querer dar cuenta de la dura realidad, se manifiestan en forma de críticas hacia los demás.
Pero, ¿por qué queremos frenarnos a nosotros mismos? Por miedo, pero sobre todo por todas las creencias a las que nos aferramos y que nunca hemos querido ni hemos podido cuestionar. Sin embargo, esto hace eco en nuestra vida en forma de problemas. Podemos encontrar la solución en nosotros mismos.
Siempre que criticamos a alguien, preguntémonos: ¿tengo yo eso que veo en los demás?
La parábola de los dos monjes.
Sigamos los límites que nos imponemos a través de la parábola de los dos monjes. Esta parábola contiene una enseñanza muy profunda y nos permite ver todas las críticas que dirigimos a los demás desde una perspectiva diferente.
“Había una vez dos monjes zen, Tanzan y Ekido, que regresaban a su monasterio después de un largo viaje. Había llovido, por lo que el camino estaba lleno de barro. Al pasar por un pequeño pueblo, se encontraron con una mujer que vestía un espléndido kimono dorado.
Para continuar su viaje, la joven tuvo que atravesar un enorme charco de agua. Ante este obstáculo, la niña se paralizó pensando que si mojaba su kimono lo arruinaría y su madre la regañaría muy severamente. Sin dudarlo ni un momento, Tanzan se acercó a la joven y le ofreció su ayuda: la llevó en hombros hasta el otro lado de la piscina. Luego, ambos monjes continuaron su viaje.
Cuando llegaron al monasterio, Ekido, que había estado molesto por el resto del viaje, regañó a su compañero en un tono agrio:
- ¿Por qué tomaste a esa joven en tus brazos? Sabes que nuestras notas lo prohíben.
Tanzan no se molestó, miró a su compañero de viaje y le respondió con una sonrisa:
- A esa joven la cargué hace unas horas, pero aún la tienes sobre los hombros”.
"Justifica tus límites y los seguirás teniendo"
-Richard Bach-
Con esta parábola podemos darnos cuenta de que, a pesar de que Tenzen haya hecho un bonito gesto, para su pareja el sentido del deber y las limitaciones eran más importantes. Sin embargo, como hemos visto, no pronunció una palabra sobre lo que estaba pensando hasta unas horas más tarde.
Esto nos da la oportunidad de reflexionar sobre el hábito de cavilar, sobre esos pensamientos que siguen dando vueltas en nuestra mente y que, en realidad, no son nada productivos. La crítica de Ekido expresaba un conflicto presente en su mente, con lo cual él mismo se limitaba a hacer lo que sin duda había pensado a primera vista, que es ayudar a la joven.
Grandes lecciones para deshacerse de los límites
¿Alguna vez has criticado a alguien por no vestirse adecuadamente? Seguramente a una parte de ti le gustaría no haber hecho esto, porque es posible que no te sientas cómodo con tu propia ropa. Algunas veces no nos damos cuenta de que nuestras críticas reflejan los límites que nos hemos impuesto. Porque independientemente de las reglas, de lo que es "aceptable", la última palabra siempre la tenemos nosotros.
Para despojarnos de los límites y comenzar a leer la crítica como una forma de ver parte de nosotros mismos, es importante pensar en el presente. Si queremos hacer algo o comportarnos de cierta manera, no nos detengamos a pensar si será bueno, si nos mirarán mal o no.
Hagámoslo y luego alejémonos de la situación, tal como lo hizo Tanzan. Porque si nos detenemos a escuchar nuestras propias limitaciones, terminaremos cargando con una carga innecesaria. Tampoco podemos olvidar que esta carga aumentará a medida que se repitan situaciones similares.
También es importante aprender a cuestionar nuestras creencias. Pensamos, de hecho, que nos hacen mejores personas si los seguimos al pie de la letra. Sin embargo, las acciones tienen más peso. Tener creencias muy rígidas nos impedirá ser libres para actuar de la forma que requiera el momento. Crearemos barreras, nos limitaremos y, en consecuencia, no estaremos bien.
Deja de hacer preguntas como "¿debo o puedo hacer esto?" Comienza a priorizar la pregunta "¿quiero hacer esto?".
Las creencias están ahí para ser cuestionadas, las críticas están ahí para ayudarnos a ver aspectos de nosotros mismos que no conocemos. Todo esto no es una oportunidad para negar lo que no queremos aceptar, sino para aprender y madurar. Todos tenemos límites, pero muchos de ellos nos los hemos puesto nosotros mismos. Muy a menudo nos quedamos atrapados en nuestros pensamientos en lugar de actuar como nos gustaría en ese preciso momento..