Última actualización: 21 septiembre, 2015
"Un niño es un ser que nos ha sido prestado para un curso acelerado de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, cómo cambiar nuestras peores faltas para darle los mejores ejemplos, cómo aprender a ser valientes.” – José Saramago
Criar a un hijo no es una tarea fácil y los padres a veces sienten que han perdido la fe. No logramos canalizar todos nuestros esfuerzos para apoyarlo, motivarlo o simplemente acompañarlo.
A veces nos sentimos demasiado cansados, porque educar es más difícil de lo que nos dijeron y todos nuestros compromisos personales no ayudan.
Pero recuerda que, desde que nació, Tu hijo vino al mundo necesitado de cariño y con muchas ganas de experimentar contigo. Sabemos que esta vida es complicada, y poder contar con el amor incondicional de los padres nos ayuda a caminar con la frente en alto. Entonces, dile que lo amas: con besos, con palabras, o con una mirada... Lo importante es que lo sepa.
Tal vez ambos necesiten un poco de coraje para eso hoy. queremos dedicar este artículo a todos los padres y madres que se preocupan por sus hijos. Son su tesoro, y son nuestro futuro.
el padre se olvida
“Escucha, hijo mío: te susurraré estas palabras mientras duermes, con una manita debajo de mi mejilla y mi cabello pegado a mi frente mojada.
Entré solo en tu habitación. Hace unos minutos, mientras leía el periódico, me inundó una ola de remordimiento. Me sentí culpable, y por eso estoy aquí...
Pensé en esto, hijo: me enojé contigo.
Te grité por no limpiar tus zapatos. Te grité porque se te cayó algo al suelo.
Te regañé en el desayuno por voltear la comida. Tragaste sin masticar bien. Mantuviste los codos sobre la mesa. Le pones demasiada mantequilla al pan.
Pero cuando ibas a jugar y yo estaba a punto de salir de casa para tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano: "¡Hola, papi!". Y fruncí el ceño y dije: "¡Mantén la espalda recta!"
La misma escena se repitió por la tarde. De camino a casa te vi jugando de rodillas en la calle. Te arrancaste los pantalones y te humillé frente a tus amigos obligándote a venir a casa conmigo.
"Los pantalones son caros, si tuvieras que comprarlos seguro que tendrías más cuidado".
¿Y recuerdas, después, cuando estaba leyendo en la sala y entraste tímido, con una mirada temerosa? Cuando levanté la vista del periódico, irritado porque me interrumpiste, y tú saludaste en la puerta.
"¿Qué es lo que quieres ahora?" Te lo dije abruptamente.
"Nada..." respondiste, pero empezaste a correr y me echaste los brazos al cuello para besarme. Tus bracitos me abrazaron con un cariño que Dios hizo florecer en tu corazón y que ni el descuido de los demás puede agotar.
Y luego te fuiste a dormir, acompañado por el sonido de tus pasitos en la escalera.
Bueno, hijo mío: al poco tiempo se me cayó el periódico de las manos, y me invadió un miedo terrible. ¿Qué me estaba pasando? ¿Cuál era ese nuevo hábito?
El hábito de encontrar faltas, de regañar. Esta fue mi reacción a que fueras un niño. Y no porque no te quisiera, sino porque esperaba demasiado de ti. Te medí según el criterio de mis años maduros.
Hay tantas cosas hermosas, buenas y correctas en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es tan grande como el sol saliendo sobre las colinas.
Lo demostraste con tu impulso espontáneo de correr y besarme esta noche. Y no hay nada más que importe, hijo mío. Me acerqué a tu cama, en la oscuridad, y me arrodillé lleno de vergüenza.
Son justificaciones mezquinas, las mías, y sé que no las entenderías si te las diera despierto.
Pero a partir de mañana seré un papá de verdad. Seré tu compañero, sufriré cuando sufras y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté a punto de pronunciar palabras impacientes. Me seguiré repitiendo, como si fuera un ritual: “Es sólo un niño, un niño pequeño”.
Me temo que pensé que eras un hombre.
Pero cuando te miro ahora, hijo mío, agachado y exhausto en tu catre, veo que todavía eres un recién nacido. Parece que fue ayer cuando todavía estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza apoyada en su hombro.
Te he exigido demasiado".
de Livingston Larned