Muchas parejas soportan juntas lo indecible, a pesar de no quererse, sólo por el bien de sus hijos. Los niños son conscientes de esta infelicidad y sufren el impacto de un clima de resentimiento, reproche y frustración.
Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.
Última actualización: 15 2022 noviembre
Hay muchas parejas que solo se quedan juntas por sus hijos. En sus mentes, aún prevalece la idea trasnochada de que los buenos padres están igualmente presentes en la vida diaria de sus hijos.
No importa que haya un ambiente de resentimiento, frustración y malas palabras. No piensan en que sus decisiones se contradicen y que los pequeños son testigos de una continua batalla campal.
Estas personas están convencidas de que en toda buena familia tradicional lo mejor es que los hijos crezcan con ambos padres en el mismo hogar, cueste lo que cueste. Porque los niños son lo primero y todo esfuerzo está justificado por ellos.
Como bien podemos imaginar, la mera presencia de dos personas que no se quieren tiene un grave impacto en el cerebro del niño. Muchos expertos recuerdan esta situación.
Los malos hábitos, el comportamiento agresivo y las emociones negativas que se ven directamente moldean a los niños. Es probable que integren estas habilidades interpersonales y de crianza deficientes en el futuro.
Algunos niños pueden ser desatendidos en un hogar donde los padres a veces se enfocan más en los problemas y desacuerdos de su relación.
Parejas que permanecen juntas solo por sus hijos: ¿por qué no es lo correcto?
Cuando el amor se desintegra y el afecto se desmorona, las cenizas rara vez reavivan una relación. Lo más consistente en estos casos es dejar a la persona y empezar de nuevo tu vida por separado. Todos estarán de acuerdo en esto. Todos excepto unas pocas parejas que optan por aguantar un poco más por el bien de sus hijos.
Es cierto que toda separación o divorcio afecta a los niños más pequeños. También está claro que durante un tiempo sufrirán al ver cambiar sus hábitos y, por supuesto, su propia vida que tendrá que dividirse entre ambos progenitores.
Sin embargo, por sorprendente que parezca, hay dimensiones que son mucho más dañinas para el bienestar psicológico de un niño que la separación de los padres.
Es importante considerar los extremos a los que puede llevar continuar una relación cuando ya no hay afecto ni amor. Compartir el mismo techo y tener que ver todos los días a una persona que ya no quieres puede llevar a la infidelidad. En los casos más extremos, aparecerán malas palabras e incluso maltrato psicológico. Todo esto tiene graves consecuencias.
Parejas que permanecen juntas solo por sus hijos: ¿qué efectos en los hijos?
Las parejas que se mantienen unidas sólo por sus hijos no siempre son conscientes de los efectos que esto puede tener en los más pequeños. Si bien la fenomenología asociada a estos eventos es diferente, en promedio podemos observar las siguientes realidades:
- Inatención. A veces los padres se preocupan más por sus desacuerdos que por sus hijos, y en algún momento pueden comenzar a descuidarlos.
- Contradicciones educativas. Cuando no hay armonía en una pareja, es común dar órdenes contradictorias y decidir por uno mismo sobre la educación de los hijos.
- A medida que la convivencia se desintegra y se hace más difícil, experimentan mayor ansiedad, malestar, angustia y desesperación. Un padre infeliz con un estado mental comprometido no puede llevar a cabo sus deberes educativos e instructivos con la misma sensibilidad y calidad.
- Proyección de la culpa en los niños. Si una pareja que no se quiere se queda en la misma casa por culpa de los niños, es muy probable que en algún momento, cuando la convivencia se deteriore, vea a los niños como los culpables de la situación.
- Un clima familiar definido por regaños, discusiones, gritos, desamor e incluso desprecio termina afectando el cerebro del niño. Crecer en un ambiente infeliz siempre deja huella.
Vivir separados es difícil, pero es mejor para los niños cuando no hay afecto
Los tiempos están cambiando. En la generación de nuestros abuelos, o incluso en la generación de nuestros padres, era común soportar lo indecible en una relación antes de romper. Las rupturas, separaciones y divorcios son mucho más comunes hoy en día. A pesar de esto, todavía hay parejas que solo se mantienen juntas por sus hijos.
La documentación científica existente es clara. El estudio realizado en las Universidades de Los Ángeles, Chicago y Princeton nos dice que es un error promover a toda costa la estabilidad relacional por el bienestar psicológico del niño. Crecer en un hogar donde los padres no se aman es contraproducente.
Lo más importante en todos los casos es ayudar a los niños a superar este cambio. Si es verdad que toda separación es dolorosa y que toda situación es única y particular, debemos facilitar la correcta gestión de las emociones a los niños y adolescentes, actitudes y pensamientos.
Si bien crecer en un hogar donde una pareja se ama es lo más deseable para los niños, las investigaciones muestran que cuando el divorcio se maneja bien, puede ser la opción más saludable.
¿Cómo ayudar a los niños a sobrellevar el final de una relación?
Los padres deben entender que, si bien cada separación o divorcio se enfoca en el dolor personal por el evento, no se puede descuidar a los niños.
- Es importante asegurarse de que se sientan seguros y amados en todo momento.
- Tenemos que explicarles la verdad de la situación. La honestidad es la clave.
- Tenemos cuidado de no culpar. Evite enfrentar a los hijos con el otro cónyuge o pareja.
- Facilite el diálogo, responda todas sus preguntas y ayúdelos a manejar sus emociones.
- Asegúrese de que siempre tengan rutinas claras.
Para concluir, a pesar de la dureza y complejidad de estas situaciones, lo cierto es que si gestionamos bien todos estos puntos, padres e hijos encontrarán la estabilidad al cabo de unos meses. Comprometerse con el bienestar de nuestros hijos más pequeños es lo más importante.