Última actualización: 02 de mayo de 2018
¿Cuándo necesitamos ayuda? ¿Cuándo debemos buscar una mano extendida o pedirla y no remar solos? ¿Cuándo se necesita ayuda externa? ¿Existen patrones objetivos para acudir a alguien y pedir ayuda? En resumen, ¿cuándo es el momento de pedir ayuda?
No podemos definir un momento específico que marque universalmente cuando necesitamos pedir ayuda. Los límites son específicos, al igual que los recursos.. Entonces, ¿cómo podemos averiguarlo? Cada uno necesita saber qué está cambiando en su vida, qué cosas no está dejando de lado por miedo, tristeza o falta de ganas, o qué relación tiene con todas las actividades que antes lo hacían feliz.
El índice para pedir ayuda está dentro de cada uno de nosotros y debemos ser capaces no solo de reconocerlo, sino también de dejar el orgullo y acudir a alguien que nos pueda ayudar. Aguantar y resistir indefinidamente no genera ningún progreso que nos desaliente y no nos lleve a ninguna parte. En este sentido, a veces la ayuda oportuna lleva a una batalla ganada.
En muchos casos, pedir ayuda nos ofrece una nueva oportunidad para encontrar la esperanza, salvándonos de una situación que creíamos imposible de solucionar, pero para ello necesitamos saber a quién acudir y cuándo. Una vez superados los límites personales, debemos abrirnos a alguien y dejarnos ayudar.
Pedir ayuda es una señal de valentía
Ocultar los propios sentimientos, creer que llorar es débil, pensar que la fuerza de uno va mucho más allá de la energía que realmente puede aportar, abrazar la idea de que nadie nos entenderá, son hilos que pueden asfixiarnos. No podemos hacer todo (ni debemos ser capaces de hacerlo), mostrar lo que sentimos no es señal de cobardía, así como acudir a un especialista no es sinónimo de perder o admitir la derrota. Pedir ayuda demuestra coraje, inteligencia y confianza.
Las batallas se ganan con esfuerzos y decisiones inteligentes, y ser inteligente también significa utilizar las herramientas que otros pueden proporcionar o que nos ayudan a encontrarnos cuando hemos perdido nuestro mapa personal. Pedir ayuda es valiente, porque implica reconocer la necesidad, así como indicar que no nos damos por vencidos y que tenemos la esperanza de conseguir lo que queremos.
Cuando sentimos que la situación está sobrepasando el límite, cuando creemos que ya no somos las mismas personas de antes y no somos felices, cuando consideramos que hemos ido demasiado lejos por nuestra cuenta, cuando antes podíamos encontrar esa dulzura que reside solo en las pequeñas cosas y ahora ya no podemos más, cuando todo lo que nos gustaba deja de hacerlo y no encontramos otras actividades que den el mismo efecto, es el momento adecuado. es hora de pedir ayuda.
Aprende a pedir ayuda
Quizás el primer paso es el más difícil, hablar de nosotros mismos, decirle a alguien cómo nos sentimos, expresarnos y buscar lo que nos falta de manera determinada. ¿Cómo podemos aprender a pedir ayuda? El primer paso será encontrar a alguien donde podamos guardar el nuestro. confianza. Si hemos probado con las personas que nos rodean y no hemos encontrado ninguna mejoría o si la ayuda que nos brindan no es suficiente, es momento de buscar la ayuda de un especialista.
La variedad es tanta que probablemente no será difícil encontrar un especialista que pueda ayudarnos específicamente con lo que necesitamos. Si nos duele la garganta, vamos al médico; si no podemos mover el cuello, vamos al fisioterapeuta; si no vemos bien, vamos al oftalmólogo; si tenemos caries, vamos al dentista; asi que si nos duele el alma por que no pasar psicólogo?
El psicólogo es un especialista más y verlo como alguien que solo trabaja con locos es un retrato muy anticuado y limitado de la ayuda que es capaz de brindar. En este sentido, el trabajo con el psicólogo permite a la persona aumentar su gama de recursos para hacer frente a las dificultades. También puede ayudarnos cuando queremos discutir una teoría, disipar esa sensación de soledad no deseada, casi asfixiante, que todos hemos sentido alguna vez o puede ayudarnos a reforzar nuestra motivación si se ha debilitado. Y si ese es el caso, ¿por qué no pedir ayuda incluso antes de necesitarla, cuando es la mejor decisión?