La persona emocionalmente madura ha recorrido un largo camino personal para adquirir esta competencia. Aprendió de sus fracasos y, en un momento dado, decidió finalmente ser responsable de su destino.
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Una persona emocionalmente madura sabe que en muchas ocasiones la vida no es ni fácil ni justa. No culpa a nadie de su alegría o tristeza y no pone la llave de su bienestar en el bolsillo de los demás. Se limita a responsabilizarse de sus decisiones, es autor de cada paso y elección, así como de las posibles consecuencias.
El concepto de madurez emocional, y por tanto de persona emocionalmente madura, fue uno de los pilares de las teorías de Albert Ellis. Para aquellos que no estén familiarizados con el padre de la terapia cognitivo-conductual, hay que decir que es una de las figuras más destacadas de la psicología. Es difícil igualar su entusiasmo por la vida y por su trabajo.
Escribió más de 80 libros, 1800 artículos, formó a más de 200 terapeutas y fundó un instituto que lleva su nombre y en el que a las personas se les enseña a reconocer, refinar y reemplazar sus creencias negativas o limitantes por otras más sanas. Aquellas que promuevan el bienestar y el crecimiento maduro, para lograr sus objetivos.
Todas sus obras transmiten la necesidad de entregar herramientas básicas con las que facilitar el crecimiento y la madurez como seres humanos. Las estrategias, o principios, que exponemos a continuación contienen la esencia de las nociones que Albert Ellis nos brindó a través de lo que él creía que era su verdadero objetivo: hacer más manejable el sufrimiento.
"Si los extraterrestres descubrieran cómo pensamos los humanos, se morirían de risa".
-Albert Ellis-
Las verdades aceptadas por una persona emocionalmente madura
1- El mundo no es lo que quieres que sea
A muchos les gustaría poder cambiar el pasado, ser como el escritor que completa un capítulo, lo vuelve a leer y decide borrar algunos párrafos para que la historia tenga más sentido.
Sin embargo, a veces la vida no tiene sentido, aunque sea difícil de creer. Algunas cosas parecen no tener explicación lógica; son eventos, hechos y circunstancias que nos vemos obligados a aceptar para seguir adelante.
Por lo tanto, la persona emocionalmente madura ha aprendido que no puede cambiar a los demás.. No puede esperar a que la gente actúe o diga lo que espera. Semejante actitud sería ciertamente una fuente adicional de sufrimiento.
2- Sabe que para ser feliz debe ser responsable de sí misma
Bertrand Malle, psicólogo cognitivo de la Universidad de Brown, en 2004 realizó un estudio mediante el cual analizó la relación entre la felicidad y la forma en que nuestra mente entiende el concepto de responsabilidad personal.
Resulta que atribuir responsabilidad a otros por lo que nos sucede genera un claro malestar. Es como vivir en un mundo de avestruces, simplemente escondiendo nuestras cabezas mientras culpamos al mundo por nuestros fracasos y depresiones.
Sin embargo, está claro que no tenemos control sobre todos los aspectos de nuestra realidad. Sin embargo, tenemos la oportunidad de elegir cómo actuar ante la realidad que nos toca vivir. Es precisamente aquí donde radica la clave de todo, así como el camino recorrido cada día por la persona emocionalmente madura.
No importa si mi infancia no fue precisamente la mejor, no importa si mi pareja me abandonó. La necesidad de recuperarme de lo que me pasó es mía, porque el pasado no tiene por qué determinarme. El presente me pertenece, soy responsable de mi persona y puedo guiarla con nuevas y mejores herramientas.
3- Descubrió que se le permite cambiar cuando lo desea
La persona emocionalmente madura se da permiso para cambiar. Porque cambiar significa crecer y adaptar el propio rumbo con mayor precisión después de haber adquirido nuevas enseñanzas.
Dar un paso más en nuestro crecimiento a menudo significa dejar cosas y personas atrás para reduciendo así aquellos pesos que nos limitan, que erosionan nuestro valor y bienestar personal. Significa abastecerse de coraje y resolución clara, ya que entendemos que nuestro potencial está contenido en nuestra capacidad para enfrentar cambios periódicos.
4- Necesitas llevar una brújula emocional en el bolsillo
En cada viaje a lo largo de nuestros caminos de vida, necesitamos una brújula emocional. Nos orientará siempre hacia un Norte donde los miedos no pesen demasiado, donde no haya angustias y donde la ansiedad no detenga nuestros pasos.
La persona emocionalmente madura ha aprendido a manejar estados que le han causado consecuencias indeseables, y de los cuales de alguna manera ha aprendido. Cada brújula debe estar bien calibrada, y esto lo aprendes con la experiencia, prestando más atención a tus estados interiores, a los pensamientos irracionales, a las emociones que sacan lo peor de nosotros.
5- No tienes que estar enamorado para ser feliz
La persona madura emocionalmente no busca el amor obsesivamente. No lo evita, no huye de él, pero al mismo tiempo no lo necesita. Porque sabe que en lo afectivo lo que vale, lo que de verdad importa, es poder crecer. Aprender junto a alguien que enriquece el camino de nuestra vida, una persona que no prohíbe nuestros valores emocionales, sino que los nutre y expande.
En el corazón de una persona emocionalmente madura sólo se permiten amores que saben de equilibrio, entusiasmo y proyectos en los que ambos socios pueden perseguir sus objetivos, mientras tienen un espacio común. Si esto no sucede, siempre preferirá la soledad, porque incluso en este territorio puede residir el bienestar y la satisfacción personal.
Para concluir, nos gustaría subrayar un aspecto. Nadie llega a este mundo ya emocionalmente maduro., este título se obtiene con el tiempo, adquiriendo día tras día nuevas y mejores habilidades para ser incluido en el bagaje existencial. Por lo tanto, sé receptivo a estas lecciones de vida.
