Personas difíciles y cómo cuidarse

Personas difíciles y cómo cuidarse

Cuando se trata de personas difíciles, la conservación de energía es esencial. Esto significa no perder los estribos, tener una buena dosis de autoestima y controlar nuestras emociones para no dejarnos llevar por la ira o la frustración.

Personas difíciles y cómo cuidarse

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

Discusiones, críticas, chantajes, negatividad... cuando tratamos con personas difíciles nuestra salud mental siempre está en riesgo. No siempre es posible mantener una distancia segura con ellos o convencerlos de que se comporten de otra manera. Entonces, ¿qué podemos hacer si nos encontramos frente a este tipo de personas en la vida cotidiana, ya sea un colega o un familiar?



Lo más importante es el autocuidado. A veces nos centramos demasiado en nuestra autodefensa levantando muros y estudiando estrategias de ataque o mera supervivencia, hasta el punto de olvidarnos de lo esencial: nuestro bienestar. Cuando nos descuidamos, nuestras energías mentales se consumen mucho más rápido y nos encontramos desprotegidos.

Algunos sociólogos, incluida Shira Offer, de la Universidad Bar-Ilan en Israel, nos demuestran que buena parte de esas personas a las que llamamos "difíciles" están mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos. Todos podemos tener hijos, padres o hermanos muy exigentes.

Claramente, a todos nos gustaría que las relaciones fueran siempre sencillas y que nuestra vida diaria fuera pacífica. Sin embargo, no siempre es posible. Lo importante es no resignarse al sufrimiento. Hay estrategias que parten de una premisa fundamental: aprender de nosotros mismos.

"Muchas de las cosas que otros dicen o hacen nos molestan porque no coinciden con nuestras expectativas".
-Buda-


Qué hacer cuando se trata de personas difíciles

Las personas difíciles pueden resaltar la complejidad de su carácter de varias maneras. A veces discuten por cualquier cosa, otras evitan asumir responsabilidades y deciden no cooperar en nada. A veces difunden chismes y otras viven en una pesada nube de negatividad. Más allá de su personalidad y de cómo deciden comportarse, el aspecto principal es cuánto afectan sus actitudes a nuestra actitud.


De hecho, hay quienes no se preocupan en absoluto por ese compañero de trabajo hiperperfeccionista, al que en cambio siempre tratamos de evitar. Cada uno de nosotros tiene un límite y una forma diferente de gestionar la complejidad humana. Antes de centrarnos en los demás, debemos preguntarnos qué es exactamente lo que nos molesta de la otra persona. ¿Es su falta de respeto? ¿Su actitud o el hecho de que es mejor que nosotros en algo?

Sobre este mismo tema, la Dra. Shira Offer realizó un estudio para probar varios datos. La primera es que cuando nos relacionamos con personas difíciles experimentamos altos niveles de estrés. Poco a poco, desarrollamos un verdadero enfado hacia ellos; A veces ni siquiera somos conscientes de lo que nos molesta exactamente, ya que estamos demasiado ocupados evitándolos en lugar de entenderlo. El problema es que, a veces, no siempre es posible escapar. Hay ocasiones en las que nos vemos obligados a trabajar o compartir determinados momentos con alguien.

Autocuidado y estrés de "segunda mano"

Los investigadores Howard Friedman y Ronald Riggio de la Universidad de California realizaron un estudio sobre el impacto del llamado estrés secundario. Pero, ¿qué significa el estrés secundario y cómo interviene en la relación con personas difíciles? Nos enteramos de inmediato. Cuando nos vemos obligados a convivir con personas complicadas, adversas, críticas o exigentes, su comportamiento casi siempre acaba afectándonos.


El simple hecho de observar a una persona estresada, ya sea un compañero o familiar negativo, crítico o gruñón, acaba por romper nuestro sistema nervioso. El estrés que nos llega a partir de los demás se llama estrés secundario.


En consecuencia, cuando tratamos de relacionarnos con personas difíciles es fundamental cuidarnos. Este ejercicio diario equivale a fortalecer un músculo mental capaz de actuar como barrera frente a estas conductas. Entre las prácticas a las que debemos dedicar tiempo y esfuerzo, encontramos las siguientes:


  • Danos algo de tiempo para descansar y en el que no pensar en estas personas difíciles.
  • Aprender técnicas de manejo del estrés.: respiración profunda, relajación muscular progresiva de Jacobson, atención plena...

Autocuidado para recordar quién merece tu atención y quién no.

Los acontecimientos nos afectan en la medida en que permitimos que nos afecten. Esta frase encierra mucha sabiduría, aunque sin duda no siempre es fácil aplicarla a nuestra realidad inmediata. Sería genial que ciertos hechos nos afectaran menos de lo que realmente lo hacen, pero cuando personas difíciles atentan contra nuestros derechos y libertades, mantener el control es muy complicado.

Sin embargo, incluso en estas situaciones, cuidarse a sí mismo es la mejor solución. Porque el bienestar también pasa por recordar que hay que poner límites, saber protegerse y defenderse cuando sea necesario. Bienestar es, a su vez, saber controlar las propias emociones; dale importancia a lo que realmente merece atención y deja de dársela a lo que no la merece.


Tener una conciencia clara de nosotros mismos, recordar nuestros valores y necesidades, saber mantener la calma y desarrollar las habilidades adecuadas de inteligencia emocional puede ayudarnos a gestionar mejor una serie de situaciones a menudo frustrantes.

En conclusión, todos tenemos personas difíciles y complicadas en nuestra vida; aprender a gestionar adecuadamente nuestra relación con ellos es fundamental.

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