Última actualización: 29 octubre, 2017
Dar a luz a un bebé por primera vez implica un cambio sumamente importante para los padres, quienes, antes de que la situación vuelva a la normalidad, se encontrarán de repente viviendo con un cóctel de emociones en la fase posparto.
Este cambio, además de estar presente y tangible en la llegada de un recién nacido totalmente dependiente de los padres, también se trata de un aspecto que no se ve y que la madre lleva dentro de sí. Estamos hablando del proceso físico y emocional que acompaña a la fase posparto.
Durante este período, conocido como perpetuo, el cuerpo materno recupera su equilibrio. La recuperación física tarda unos 40 días, mientras que la vuelta a la vida prenatal y a los hábitos de pareja puede tardar hasta un año.
“¿Cómo se siente ser padre? Es una de las cosas más difíciles que existen, pero a cambio te enseña el significado del amor incondicional”
-Nicholas Sparks-
Un cóctel de emociones: desequilibrios hormonales y cambios físicos
Si durante los nueve meses de embarazo la futura mamá ya siente los cambios hormonales en su cuerpo y, en consecuencia, repercusiones en sus emociones, durante el posparto la situación no cambia mucho. En este período todavía se alteran las hormonas para que el útero pueda contraerse y las mamas comiencen a producir leche.
- Los estrógenos y la progesterona se reducen, las hormonas responsables del ciclo ovárico. Volverán a aparecer al cabo de unos meses o un año, cuando vuelva la menstruación.
- Aumentan los niveles de prolactina y oxitocina contraer el útero, generando la salida de leche así como contracciones que pueden ser dolorosas.
Todos los indicadores del hecho de que la mujer en la fase de puerperio experimenta algunos cambios relevantes en el sistema endocrino, que puede causar cambios emocionales intensos.
Todo cambia desde el nacimiento.
La vida de la madre puérpera comienza a girar en torno a su bebé: la prolactina y la oxitocina promueven un estado de mayor atención y enfoque en el recién nacido, relativizando y obviando otros estímulos del entorno que no le conciernen.
Como sus sentimientos se centran casi por completo en el bebé, la madre está ansiosa ante la idea de separarse de él. Se siente sensible a todo lo que sucede a su alrededor, pudiendo sentirse abrumada por situaciones que parecen normales, pero que ahora, para ella, no lo son.
También hay una pérdida de interés en el sexo y otras actividades que antes eran importantes. La vida ahora gira en torno a los pedidos de afecto, lactancia y cuidados de su bebé.
También se pueden mencionar cambios debido al desequilibrio nutricional del que la madre se recuperará gradualmente, con la consiguiente falta de hierro y en algunos casos de yodo. También se observan trastornos intestinales por alteraciones en la serotonina. Otras alteraciones son:
- Cambios en el estado de ánimo
- La falta de sueño
- Preocupación
- malestar
- Dificultad para amamantar (dolor en los pezones y dolor).
Todo esto puede generar en la mujer inseguridad, decepción, sensación de ahogo, irritabilidad, falta de concentración, angustia, miedo, ganas de llorar, estrés, hipersensibilidad. Síntomas que a veces se convierten en depresión posparto.
El papel del padre durante el posparto
Además de los cambios que ocurren en la madre, también el padre puede sentirse fuera de lugar, incapaz de entender cómo moverse y qué hacer en cada momento. Al mismo tiempo, le costará entender o reconocer a su pareja, que no sabe cómo ayudar o apoyar.
Por otro lado, es normal que la familia quiera ayudar con la llegada del recién nacido -generalmente la madre de la puérpera asume el control principal, factor que desplaza aún más al padre-. que tenderá a buscar otras funciones para sentirse útil lejos de la pareja.
Ser padre es el trabajo más duro del mundo. Te conviertes en el responsable del desarrollo físico, emocional y mental de otro ser humano.
¿Cómo restablecer el equilibrio?
Es importante saber que el puerperio es un proceso normal y pasajero, necesario para adaptarse a una nueva vida centrada en el recién nacido. AAceptar los cambios físicos, sociales y emocionales es fundamental para normalizar el proceso y superarlo en parejas.
El cuerpo es sabio y sabe recuperar el equilibrio: bastará con promover un ambiente de calma y apoyo mutuo con la pareja, para que esta fase se desarrolle y transcurra de forma natural y llevadera.