Última actualización: 21 de febrero de 2015
Entre los objetivos más importantes del ser humano, independientemente de su cultura o condición social y económica, se encuentra la felicidad. Sin embargo, es un concepto que significa diferentes cosas para diferentes personas, y que también puede cambiar con el tiempo y según las circunstancias de la vida.
Algunas personas piensan que la felicidad reside en los valores espirituales, otras en los éxitos profesionales, y para muchas otras la clave para alcanzarla es una relación sentimental estable. Sin embargo, una constante de esta investigación es que cuando alcanzamos uno de los objetivos que en un principio nos parecían imprescindibles, mientras tanto hemos creado otros y, en ese momento, estas nuevas necesidades nos parecen una condición indispensable para ser felices. Pero, ¿significa esto que la felicidad no existe?
Momentos felices, vidas felices
La felicidad, lejos de ser una meta a alcanzar, se parece más a una colección de momentos que al final del día nos hacen sentir satisfechos. Sin embargo, algunas prácticas cotidianas nos impiden disfrutar plenamente de estas pequeñas “unidades de felicidad”; por ejemplo, soportar el dolor, la pérdida y la frustración del pasado.
Así es: recordar constantemente lo que nos hizo miserables ayer también nos hará miserables hoy. Y es poco probable que esto nos haga alcanzar la felicidad. Dejar ir esas experiencias es más difícil de lo que piensas, porque a veces las disfrazamos de tradiciones, las embellecemos con un velo de honor o con otras emociones que nos definen. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que si nos hacen daño, significa que no vale la pena seguir reviviéndolos.
Otro hábito que te impide ver la felicidad es el quejándose constantemente lo mal que están las cosas y lo horrible que es nuestra situación. Por ejemplo, nos levantamos por la mañana pensando que todo el día estaremos haciendo un trabajo que nos frustra y nos hace sentir mal; durante todo el camino nos seguimos diciendo que con otro trabajo seríamos mucho más felices… Entonces nos sentimos confundidos y enojados, y al final todo esto no hace más que causarnos más daño.
Si, por otro lado, aceptar el hecho de que estamos en el lugar donde nuestras decisiones nos han llevado y que, por lo tanto, no puede ser tan malo, dejaremos de experimentarlo como una carga y comenzaremos a liberarnos de esta carga. Puede parecer extraño, pero una vez que aceptamos las cosas, comenzarán a cambiar.
debemos estar agradecidos
La gratitud es un hábito que se puede cultivar. Dar gracias por lo que tenemos y por lo que nos hace felices cambia por completo nuestra perspectiva, porque por un momento dejamos de ver lo que no tenemos. Si tenemos suficiente tiempo para dedicarlo a desear lo que mejoraría nuestra vida, significa que nuestras vidas no están tan llenas y saturadas que no podemos reflexionar. Todavía no estamos tan cansados que no podamos imaginar que podemos ser o tener otra cosa.
Hay al menos un aspecto en todas nuestras vidas que funciona "casi a la perfección". Y, precisamente por eso, es al que menos atención prestamos. Empezamos a reconocerlo y a dar gracias por lo que tenemos, y lo demás también mejorará. Eventualmente nos sentiremos felices y comenzaremos a dirigirnos al lugar que merecemos o incluso a darnos cuenta de que nuestro lugar ideal es exactamente donde estamos ahora.
Imagen cortesía de Ben Raynal