Última actualización: 20 de enero de 2016
A veces enojarse puede ser algo bueno. Sigue siendo una emoción que te permite liberar frustraciones e iras reprimidas. Una emoción que surge cuando nos encontramos en dificultades.
La ira, sin embargo, es algo que va y viene y que nos permite reaccionar de diferentes maneras ante una misma situación.. Por ejemplo, si le he prestado un libro a alguien que aún no me lo ha devuelto, la ira puede empujarme a tomar medidas y reclamarlo para que pueda recuperarlo.
Esto no implica necesariamente gritar o enfadarse cuando queremos recuperar algo que nos pertenece.. Al contrario, es un estímulo controlado que nos empuja a pedir lo que nos han prestado.
Eres capaz de expresar tu enfado. o lo aguantas hasta que no aguantas más y no tienes más remedio que "explotar"?
La elección más sana es la primera, pero si no eres capaz de ello, a continuación te daremos algunos consejos para que sepas qué hacer cuando la tienes hasta el pelo.
Cuando pierdo el control
Una de las consecuencias de no liberar la ira en pequeñas dosis es la acumulación de esta emoción. Todo lo que reprimimos, lo que no decimos por miedo a la reacción de los demás, todo lo que nos molesta, pero no lo hacemos, todo eso se guarda dentro de nosotros, no se elimina..
Es muy importante saber que ignorar lo que nos molesta no hará que desaparezca. Siempre nos guardaremos lo que pensamos, aunque no seamos conscientes de ello..
Por ejemplo, si me molestó el comportamiento de un amigo, si la situación en la familia no es la mejor, o si tengo problemas en el trabajo por el estrés, tarde o temprano saldrá a la luz.
Aunque creamos que olvidamos lo que nos ha molestado de nuestro amigo, aunque sea una sola cosa, en realidad entonces todo lo que hemos guardado dentro hasta ese momento saldrá a la luz..
Es precisamente cuando explotamos que perdemos el control sobre nosotros mismos. Seguro que si eres una persona así, sorprenderás a los demás y a ti mismo con tus reacciones.
Probablemente, cuando pierdes el control de ti mismo, ni siquiera recuerdas lo que dices o haces. Todo sale de ti sin ningún control.
Esto te hace completamente impredecible. En cualquier momento puedes explotar, no decides cuando. Eres como una bomba de tiempo que explotará tarde o temprano.
Estoy a punto de explotar, ¿qué hago?
Es difícil determinar cuándo explotaremos, pero si nos conocemos bien, sabremos cuándo estamos a punto de perder el control, aunque ya sea demasiado tarde.
Lo mejor es aprender a sacar todo lo que sentimos cuando lo intentamos o al menos no debemos permitir que se forme esa bomba que tarde o temprano explotará..
En este punto, puedes tener en cuenta los siguientes consejos que te harán reflexionar sobre tu situación:
- Pregúntese: "¿Vale la pena enojarse?", "¿Tengo razones válidas para hacer esto?"
- Aprende a hablar, aprende a preguntar, aprende a manifestar y expresar lo que te molesta.
- Aléjate y respira profundamente.
- Empieza a encontrar soluciones para lo que te enfada.
Es importante aprender de las "explosiones", empezar a sacar todo lo que sabes que se acumulará y saldrá en un momento inesperado.
Piensa en posibles soluciones, pero nunca cometas el error de pensar que la solución es ignorar el problema y esperar a ver qué pasa.. Esto, como bien saben, conducirá a un resultado destructivo.
Además, cuando te encuentras en un punto límite, aprendes a alejarte. Por inercia la gente te dirá o te pedirá que te calmes. Esto solo aumentará tu ira y te enfurecerá aún más.
Aprende de estos momentos y di todo lo que piensas cuando lo piensas. De esta manera, te sentirás mejor contigo mismo y evitarás perder el control, lo que podría ocurrir en las circunstancias menos oportunas.