Última actualización: 03 de febrero de 2015
Muchos adultos hurgan en el cajón de los recuerdos y siempre encuentran un 'ocasión que un día dejaron escapar creyendo que esa era la mejor opción. Ahora, sin embargo, creen que fue el mayor error de su vida.. ¿Pero tienen razón? ¿Fue realmente un error o hicieron bien en dejarlo pasar? Y si es así, ¿por qué esa ocasión sigue dando vueltas en sus cabezas?
Muchas veces, cuando la vida nos presenta una oportunidad de cualquier tipo, la primera emoción que nos invade es el entusiasmo. Pero, poco después, aparece otro sentimiento que poco a poco gana más fuerza que el primero: es el miedo.
Hay algunas cosas en nuestra vida que nos hacen sentir cómodos: las amistades, nuestro trabajo o la ciudad en la que vivimos son un ejemplo.. Todas estas cosas que nos hacen sentir seguros son parte de lo que se llama nuestra zona de confort.. Esta zona, sin embargo, representa al mismo tiempo un gran obstáculo: es precisamente la dificultad de salir de ella, de hecho, lo que muchas veces nos impide aprovechar algunas oportunidades.
Pongamos un ejemplo: una persona que vive en la misma ciudad desde hace diez años y trabaja para una agencia de publicidad. Cuando le ofrecen trabajo en una de las mejores agencias de publicidad internacionales, se echa atrás. ¿Porque? Porque no tiene valor para salir de su zona de confort (la ciudad, los amigos, etc.). Lo mismo le sucede a una chica que es invitada a salir y que se niega sólo porque no tiene el coraje de aventurarse en los cambios que supondría iniciar una relación o, al menos, intentarlo.
Nada aventuró nada ganó
Algunas oportunidades se nos presentan solo una vez en la vida. Y para poder explotarlos hay que tener el coraje de superar el muro del miedo a lo que no sabemos y la pared de conveniencia de la zona de confort. No hay duda: las oportunidades no siempre son fructíferas. También podemos cambiar de trabajo o intentar iniciar una relación, y las cosas pueden no ir bien. Sin embargo, si no lo intentamos, nunca lo sabremos.. ¿Vale la pena arrepentirse en el futuro simplemente por no intentarlo? La respuesta es un NO agradable y seco. Siempre es mejor arrepentirse de haber hecho algo que arrepentirse de no haberlo hecho.
Todo esto también se puede llevar a un nivel mucho más simple. He aquí otro ejemplo: el de un niño o niña que le gusta mucho un corte de pelo, pero no tiene el coraje de hacérselo porque luego tardaría meses en volver a crecerle el pelo en caso de que su nuevo corte no le gustara. ¿Qué es lo mejor? ¿Recuerdas lo mucho que le hubiera gustado tener ese corte cada vez que se encuentra en la calle con alguien que lo tiene o quitarse la piedrecita del zapato y poder decir "lo intenté"?
Todo esto se puede resumir en una frase: es mejor arrepentirse de haber hecho algo que arrepentirse de no haberlo hecho nunca.
