Definimos delicados como personas que reaccionan muy intensamente a las crÃticas. Pero ¿de qué depende?
Última actualización: 23 de mayo de 2022
Nuestra piel tiene más receptores sensoriales en algunos lugares que en otros. Una palmadita en el cuello puede ponernos los pelos de punta, mientras que en el brazo puede que no produzca este efecto. Encontramos la misma diferencia de sensibilidad en nuestro universo emocional. A la luz de esta, en ciertas situaciones tienden a ser susceptibles.
Este modelo de acción-reacción está particularmente marcado en la crÃtica. Cómo lo procesemos dependerá de muchos factores, y uno de estos será cómo y cuándo nos toca.
El mismo comentario que en un momento podemos tomar a broma, en otro puede producir un gran rechazo; para representar la mecha que enciende el fuego de una animada discusión.
La critica que duele
Imagina que te has dedicado a estudiar un idioma extranjero durante unos meses. Has invertido el poco tiempo libre en aprender las palabras y familiarizarte con las expresiones más populares. Asimismo, imagina que tienes un amigo que habla a la perfección el mencionado idioma.
Un dÃa lo conoces y le dices que la estás estudiando, por lo que te ofrece su ayuda. AquÃ, sin embargo, comienza la crÃtica. Alusiones a estrategias de estudio equivocadas, a recursos ineficaces, incluso la baja propensión a aprender idiomas.
Te vas a casa sintiendo que todo ha sido en vano. Y eso te enfada, porque has trabajado muy duro.
Imagina la misma situación en un entorno vacacional, donde por la mañana decidiste dedicar una hora a aprender el idioma local. Has hecho los ejercicios de gramática y visto videos.
Estás estudiando de forma relajada y el encuentro con tu amigo se produce en el mismo contexto. Sus crÃticas te molestan, pero no a la par del escenario anterior. Tú, por ejemplo, no te estás tomando demasiado en serio el estudio del idioma.
Del mismo modo, sabes que tu amigo quiere tu bien y solo está tratando de ayudarte. Comparte sus comentarios en gran medida.
La crÃtica por parte es la misma, pero la sensibilidad del destinatario no. En el primer contexto, los diversos factores en juego nos llevan a ser mucho más delicados que en el segundo escenario.
Ser susceptible depende principalmente del contexto.
No podemos controlar lo que dirán los demás, pero tenemos mucho espacio para la acción en nuestra reacción. En el primer ejemplo, podrÃamos intentar tener una visión más objetiva y analizar el comentario de nuestro amigo.
Para atesorar sus palabras, tómalas en consideración y evalúa la posibilidad de dedicar más tiempo y mejores estrategias al estudio del idioma.
También necesitaremos considerar el hecho de que la otra persona se ha tomado el tiempo para discutir un interés que es nuestro. Su intención era ayudarnos, aunque sus comentarios nos hayan lastimado.
Muy diferente, sin embargo, si entendemos que querÃa este encuentro sólo para demostrar su superioridad, para jactarse de su habilidad. Sin embargo, este no es el caso más común, ya que este tipo de personas prefieren los contextos públicos para mostrar sus habilidades supuestamente excepcionales.
ser empático
Por otro lado, en lugar de ser quisquilloso y reaccionar mal ante las crÃticas, primero debemos pensar que los demás también pueden haber tenido un mal dÃa.
Es posible que nuestro amigo haya tenido una reunión desagradable con su jefe o una discusión con su pareja en la que solo recibió una reprimenda. Antes de pedir ayuda, por tanto, es mejor preguntar a la otra persona cómo está; asà podremos interpretar mejor sus palabras, situarlas en el contexto adecuado.
Además de lo dicho, hay que tener en cuenta un fenómeno curioso. Al definir nuestro autoconcepto, catalogamos etiquetas que no queremos que nos peguen.
Pensamos en una persona que se preocupa mucho por la puntualidad. Su primer dÃa de trabajo en una nueva empresa tiene un horario diferente al de la semana anterior y llega tarde.
Una de las primeras crÃticas a su superior se referirá a su retraso. Sin saberlo, tocó al nuevo empleado en un punto muy sensible para él.
Todos presentamos estos puntos internos más delicados, al igual que no controlamos muchas de las circunstancias que nos rodean por lo que tendemos a ser susceptibles.