Sexo en mujeres: el cerebro relajado más bajo que el vientre

Sexo en mujeres: el cerebro relajado más bajo que el vientre

Sexo en mujeres: el cerebro relajado más bajo que el vientre

Escrito y verificado por el psicólogo. GetPersonalGrowth.

Última actualización: 14 de diciembre de 2022

Es curioso, pero las mujeres solo disfrutan del sexo cuando sus cerebros se desconectan y las constelaciones neuroquímicas y neurológicas se alinean en dirección al orgasmo, la diversión y el placer.

Digamos que cuando una mujer se excita, los impulsos cerebrales recurren al centro del placer y "lanzan" el orgasmo, siempre y cuando la amígdala, la estructura responsable del miedo y la ansiedad cerebrales, esté desactivada.



El placer del intercambio sexual requiere que, en cierto modo, la amígdala desconecte de las preocupaciones y decisiones que pesan en nuestra mente, que podrían arruinar el acto sexual en el último momento.

Déjate llevar por los impulsos

El hecho de que una mujer necesite este "paso neuronal extra" explica por qué tarda más en llegar al orgasmo que un hombre. Sabiendo esto, nuestras parejas sexuales deben ser pacientes y lentas para que todos puedan disfrutar plenamente del momento.

De hecho, el clítoris tiene una única función: dar placer y hacer disfrutar a la mujer. La estimulación de este solo activa la actividad electroquímica y desencadena multitud de sensaciones.

Así se llega al clímax, favorecido por la acción de la dopamina, la oxitocina y las endorfinas. Sin embargo, si la estimulación es ineficaz, el clítoris está insensible o las preocupaciones inundan el camino, es posible que el impulso no llegue al cerebro.

Esto explica por qué el éxtasis no es posible si la mujer no está relajada, cómoda o satisfecha. Como dicen, hay que mantener los pies calientes para disfrutar del sexo. 

La delicada interconexión psicológico-física

Curiosamente, la delicada interconexión psicológica, emocional y física en el placer femenino es algo que confunde tanto a la ciencia como a los hombres.


Sin embargo, con los avances de la neurociencia, hemos llegado a comprender qué le sucede a nuestro cerebro cuando estamos a punto de tener un orgasmo. Veamos qué pasaría si sometiéramos a una mujer, en el colmo del placer, a una resonancia magnética funcional.  

Imaginemos que la mujer está en la cama y que su pareja la acaricia. Con besos, caricias y abrazos, algunas áreas del cerebro disminuirían su actividad, mientras que las relacionadas con los genitales y los senos se iluminarían.

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Antes de la estimulación sexual, áreas como la amígdala y la corteza prefrontal tendrán una actividad reducida. Esto significa que, en la mujer, las constelaciones neuroquímicas deben alinearse antes de alcanzar el placer del orgasmo.

En los hombres, el orgasmo es algo mucho más físico, ya que es la sangre la que tiene que fluir hacia el pene para facilitar el orgasmo. Los expertos han intentado sin éxito un mecanismo igualmente simple en las mujeres.

Pero los resultados científicos sobre la reacción sexual femenina están muy por detrás de los del hombre. Como consecuencia, existe un desconocimiento casi total de la anatomía del clítoris y, a día de hoy, nadie ha podido medir en profundidad los cambios de nuestro pequeño órgano cuando se encuentra en fase de excitación.

El camino de la emoción

Las diferencias cerebrales en cuanto al sexo en mujeres y hombres se transforman en emociones de la misma manera.  Está científicamente comprobado que mientras las mujeres tienen 8 canales diferentes para procesar las emociones, los hombres solo tienen uno, que siempre conduce al sexo.

Los hombres sienten cierta "presión" en los testículos cuando no eyaculan con frecuencia. Las mujeres necesitan "eyacular" solo cuando se sienten cómodas y seguras.


Por eso, es habitual que cuando una mujer se da cuenta de que su pareja ha dejado de tener una respuesta emocional, acabe pensando que la misma pareja no la aprueba, que ha hecho algo mal o que ha dejado de quererla.

El intercambio sexual es un toma y daca. Una mujer necesita estar en una situación cómoda, para sentirse relajada y cómoda. Como mínimo, necesita que su cerebro se desconecte y sus emociones no le impidan satisfacerse sexualmente.

Esta es la explicación de por qué una mujer no puede enfadarse por disfrutar del sexo. Es decir, como dicen los terapeutas sexuales, el juego previo es todo lo que precede a las 24 horas previas al sexo.  


Para concluir, necesitamos concentración, comodidad y desconexión, por eso las vacaciones suelen ser un gran afrodisíaco. Como diría Isabel Allende, el punto G está en los oídos, el que busca más abajo pierde el tiempo.

Fuentes bibliográficas consultadas: "El cerebro femenino" de Louann Brizendinne y "Fisiología de la conducta" de Neil Carlson

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